Cualquier padre avezado en Internet que ingrese a los blogs juveniles que inundan el ciberespacio podría espantarse. Debajo de fotos de niñas de no más de 13 años, vestidas con ropas sexy (claramente sin la anuencia de los padres) y en provocativas poses, se extienden una larga lista de comentarios donde las palabras “perra”, “bitch”, y muchas otras frases descalificatorias e injuriosas se atropellan por sobresalir.
Sin ningún tipo de pudor, ni respeto, los adolescentes dejan salir en esas páginas una personalidad desconocida, una creatividad –si se le puede llamar así- que desborda la imaginación y una agresividad pocas veces vista.
Pilar Sordo comenzó a estudiar este fenómeno hace tiempo y los resultados de su investigación los dará a conocer en los próximos meses.
-¿Qué esta provocando Internet en los jóvenes?
“Hay varias cosas que me llaman la atención. Hay que poner esto en un contexto y esto es que los adultos no les hemos enseñado a los niños a manejar esta herramienta; o sea, ellos nacieron y la consumen. Nosotros, en cambio, tuvimos tiempo para adaptarnos, fue un proceso gradual, la tele era por 4 horas, blanco y negro, después fue a color, después el cable. La actual generación nace y tiene celular, computador, playstation, cable, en la cuna y no los hemos educado.
“El resultado es que ellos la están consumiendo en sobre cantidad y los efectos son varios. Esta generación, producto del chateo y manejo de Internet, están siendo bastante más tímidos e inhibidos en sus habilidades sociales que otras generaciones. Son también bastante más cobardes, porque tienen la posibilidad de decir todo en el teclado, pero no son capaces de decir nada a la cara, por lo tanto, el desarrollo de sus habilidades sociales es un tema que está afectado totalmente”.
Pilar Sordo hace una prevención sobre el tiempo en que se debe estar expuesto a la tecnología, haciendo una distinción entre aquella que es de entretención y no de trabajo, como el chateo, la televisión. Desde los 12 a los 15 años, el tiempo máximo de estar frente a una pantalla no debiera superar las 2 horas y media; de los 15 a los 18, el tiempo son 3 horas y media.
Pasado ese tiempo, explica la psicóloga, los jóvenes sufren una serie de consecuencias: aumenta la irritabilidad, se ponen más peleadores, aumenta la conducta de desobediencia, comen más y tienden a engordar a lo que se suma que hacen menos deportes, tienden a alterar los tiempos de vigilia por lo que aumentan los problemas de concentración. En los hombres aumentan las conductas masturbatorias.
-¿Internet ha hecho pensar a los niños y jóvenes que todo es fácil?
“Y rápido. Antes uno tenía que ir a la biblioteca y pasar horas buscando la información y hoy se entra a Google, donde está todo. Hay una educación en la impaciencia, la dependencia y en la baja tolerancia a la frustración”.
Pilar relata una experiencia que ella provocó en su familia. Un fin de semana cortó la luz y le informó a sus hijos de 14 y 12 años que la electricidad no volvería en todo el fin de semana. Los descubrimientos fueron asombrosos: nulas habilidades para calentar la comida en una olla y no en el microondas; gran dificultad por tener que hacer los trabajos en máquina de escribir y no en el computador (con los consabidos errores y correcciones). “Ellos lo vivieron casi como de privación”, dice y se ríe cuando recuerda que su hija le preguntó si en su época era así, como si ella fuera de la edad de los Picapiedras.
“Descubrí lo poco que cuidan todo, incluso como escriben. El chat es un monumento a la faltas de ortografías; la caligrafía de esta generación es espantosa porque no han tenido la obligación de escribir todo, relativamente, a mano”, señala.
-En algunas herramientas puntuales como el chat y blogs, el poder ser anónimos permite a los jóvenes construir personajes falsos.
“Falsos y agresivos, tremendamente destructivos. El tema de los blogs es un drama; es una especie de exposición en venta para que me destruyan o me quieran, en una generación donde además les es muy fácil picarse, enojarse y por lo tanto, la probabilidad de la revancha es altísima. Y todo con una visión de descuido y liviandad de no colocarse en los sentimientos del otro, de un ay, para qué pesca, si yo le dije perra porque estaba enojada con ella. Como no ven la cara del otro no tienen ningún referente del daño que causaron”.
-No necesitan relacionarse desde lo verdadero.
“No, y por eso elaboran personalidades, cuentos que no tienen. El desarrollo de habilidades sociales es súper crítico, porque de verdad no lo tienen. Siempre digo que a lo mejor se llevarían regio con sus padres si chatearan con ellos, pero como tienen que hablar personalmente, están fregados, no saben cómo hacerlo”.
-¿Esto es una vía de escape de la agresividad o está gatillándola?
“Creo que las dos cosas. Internet, los blogs y juegos son una vía de escape de las angustias de los adolescentes, pero al mismo tiempo, recargan ese mismo proceso”.
-Ni que hablar de la soledad.
“Obvio, es algo natural de este tema. Es una generación que se siente súper sola, porque creo también que los adultos somos una generación súper amargada. Estos cabros, no nos quieren copiar y por eso, no quieren crecer, porque hacerlo significa parecerse a nosotros. Nosotros andamos con cara de deuda todo el día y ellos no logran ver adultos inyectados en sus sueños”.
-¿Cómo se están construyendo interiormente, más allá de sus inhabilidades sociales?
“Les falta un motor interno, ellos funcionan por reacción, no son proactivos. Tienden a vivir en un gobierno de la ‘latocracia’ que va más allá del aburrimiento natural de todo adolescente y que todos en algún momento experimentamos. Tiene que ver con una lata de sentido de vida, del para qué, de no proyectarse, de no tener un espíritu de trascendencia, de no entender que uno se construye todos los días.
“La autoestima es espantosa y el nivel de rabia es ancestral, es una generación, donde se permiten decir que odian. El nivel de desencanto es súper alto”.
-Las adicciones, el alcohol, la droga, son refugio. ¿Internet cumple el mismo rol?
“Sí e igual de adictivo. En términos psicológicos tienen los mismos síntomas de ansiedad, de privación”.
Pese a lo crudo de este panorama, Pilar Sordo hace una precisión: “También hay jóvenes que luchan por sus ideales”.