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"Terminé siendo el formador de este cuento"

06 de Junio de 2006 | 09:17 |
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El alcalde admite que, a pesar de provenir de una familia católica, iba a misa más que nada para darle gusto a su mamá. Cuando acababa de pasar a tercero medio, en un accidente en moto murió una amiga suya y un amigo quedó en la UTI "y yo… ¡quedé marcando ocupado!"

Su hermana, que ya se había incorporado a los Legionarios de Cristo, porque era del Villa María (donde llegó María Paz Rodríguez, desde México e inició la presencia de ese movimiento en Chile), consiguió que lo recibiera un sacerdote legionario. Se trataba del padre Javier Sicilia que, junto a dos laicos mexicanos, había llegado justo al país a formar la sección masculina de jóvenes.

-¿Dirección espiritual?
"Sí, era un día sábado a las tres de la tarde y yo tenía partido en el Grange a las cuatro; entonces dije voy media hora, hablo con el cura, me saco las culpas y me voy a jugar fútbol… ¡Me quedé hasta las ocho de la noche!"

Relata así su experiencia: "Llego y, primero, no había nadie. El cura y los mexicanos cuando me vieron, abrieron así como las tenazas (hace el gesto), porque resulta que llevaban 10 días y no habían visto a nadie. Les habían prometido que iba a estar lleno de los hermanos y los pololos de la sección de mujeres ya formada, y yo era el primer tipo que tocaba el timbre".

-¿Te conquistaron altiro?
"Como cacharon que yo era una persona de cero formación religiosa, me fueron conquistando por el lado humano, por el lado de hacer un mundo mejor, por el lado valórico. Iba, pero más que nada a charlas del bien común, de la relación padre-hijo; una serie de temas humanos que se vinculaban con el Evangelio, pero en una forma indirecta y eso me fue enganchando. Terminé siendo el formador de este cuento, pero no porque se me ocurrió, sino porque se me cruzó".

-¿Fuiste un instrumento?
"Sí, pero lo que más me atrajo fue que uno de estos dos mexicanos, Ramón, me interpretaba absolutamente. Era súper choro, buena pinta, le iba bien con las mujeres, le gustaba el deporte. Yo lo pasaba a buscar y se arrancaba de la casa de los curas y salíamos a bailar, al estadio, a jugar fútbol.
"Era una combinación entre cosas sociales y bien común… nos fuimos de misiones al sur, yo nunca había ido a misiones. Lo mismo nos arrancábamos para salir con las mejores niñas del Villa María que hacer un cuento en un Hogar de Menores".

-¿Y el cura, qué decía?
"No, al cura lo teníamos loco. Ramón era un laico que había dado un año de su vida a los Legionarios. Había salido de la universidad, era un tipo de buena familia de México que había resuelto ayudar por un año a formar en Chile.
"El movimiento mandaba todos los años dos laicos: uno más tranquilein, mateo, al que le iba súper bien con los gallos del Tabancura y otros así ¿cachai? y venía un compadre lolein, bueno pa' la pelota, pa' las mujeres… ¡y ése era mi partner!
"A través de ellos formé a los del Grange y todo. Lo que me atrajo fue la combinación de darle sentido a mi vida -que me la había cuestionado entera con el accidente, en el sentido de que yo tengo todo, pero puedo morirme mañana- sin perder mi identidad de persona jovial y eso".

-¿Eso eran para ti los mexicanos?
"Me encontré con un movimiento -que es un medio, porque yo no soy de ésos que idolatra a nadie-, que se encarna en tipos concretos, de carne y hueso, que eran lo que yo quería. Gallos que soñaban con cambiar el mundo, pero que a la vez eran buenos pa' la pelota, que se escapaban, que hacían maldades o que nos íbamos a bailar hasta las tres de la mañana y que, además, tenían el gusto para elegir a las mejores niñas e invitarlas pa' Dios e invitarlas pa' uno. Eso, yo lo encontraba topísimo".

-Sigues en los Legionarios?
"A ver, yo siento que hoy día decir que uno no es parte, sería como renegar en un momento difícil. Pero, desde que me separé y mientras no tenga clara mi situación frente a la Iglesia, estimé, y se los hice ver a ellos, que no era prudente ir a los encuentros de formación y eso, porque había contradicciones en mí que tenía que resolverlas yo.
"Pero igual he estado vinculado, mis hijos están en uno de sus colegios y he tenido asesoría espiritual de sacerdotes Legionarios permanentemente. Además, muchos amigos míos están ahí y, en el fondo, he seguido vinculado, a veces más, a veces menos, a distintos apostolados que ellos hacen".

Reflexiona unos instantes y sigue, imparable, como es él: "A ver, tú me preguntas si sigo vinculado… lo formé, fueron 20 años de mi vida, recorrí muchos países, ayudando a formar Argentina, estuve en México, estuve en España, en Francia, en Estados Unidos".

-¿Te apoyaron cuando te separaste?
"Absolutamente. Hago una gran diferencia: cuando me separé, los sacerdotes y las consagradas me dieron un apoyo incluso inesperado por mí; pero me sentí juzgado por algunas personas, seglares, laicos. Lo entiendo perfectamente, porque los laicos te juzgan más fuertemente o se defienden de otra forma".

-Aparte que con tu personalidad no pasas inadvertido.
"No, poh, si a mí me daban cuando estaba adentro también. Mi personalidad genera un cuento, yo sé… una persona que donde está, agarra la batuta de líder… si cuando yo jugaba fútbol era el capitán del equipo".

-Claramente no tienes personalidad de segundón.
"Noo poh. El problema es ése, tengo que asumir el costo. Qué puedo hacer, a veces digo voy a cambiar, pero no puedo, estoy cagao".
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