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Las mujeres toman la delantera en el mundo del vino

Creadora de The Wine House y la feria “Cata y Vino”, esta joven empresaria sabe adaptarse a los cambios del mercado. Y sabe también compatibilizar su trabajo con una familia numerosa.

10 de Agosto de 2006 | 09:28 |
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Aparece relajada y alegre. Se le ve feliz, aunque minutos antes ha estado de cabeza en los números preocupada de atender a los exigentes clientes de su tienda, la pionera The Wine House (TWH).

Nada en su aspecto revela que es una competitiva mujer de negocios que ha sabido adaptarse a los cambios y requerimientos del mercado y, es más, que ha sabido innovar y encontrar nuevas fórmulas exitosas en el apasionante mundo del vino. En vez de un traje sastre, viste unos cómodos pantalones sport y un chaleco y como único adorno llamativo lleva una flor al cuello.

María José Zañartu sabe de lo que habla cuando se trata de auscultar el gusto de los chilenos y, de las mujeres en particular, en materia de cepas. Creadora de la Feria “Cata y Vino”, que este año verá su séptima versión en agosto, fue elegida una de las 100 mujeres líderes el año 2002.

-¿Cómo describirías hoy la relación de la mujer con el vino?
”Súper activa. Creo que la mujer es una tomadora de decisiones, el tema del vino no le es lejano como era hace 13 años, cuando yo partí con la tienda. Hoy la mujer escoge, sale con sus amigas a tomarse una copa de vino, eso no es mal visto y muchas veces es la que toma la decisión de compra en el supermercado por el mismo hecho de que ella cocina. Tiene mucha más sensibilidad frente al tema”.

-¿Pero sigue siendo una consumidora menor dentro del mercado?
“No tengo cifras, pero creo que vamos avanzando, tengo la sensación de que está casi a la par que el hombre en el consumo. De hecho han salido guías de vino específicas orientadas a la mujer, cuestión que antes no pasaba. Si productos como esos son posibles de vender en el mercado es porque la mujer está tomando decisiones”.

-¿Y eso va acompañado de estrategias de marketing dirigidas a este público?
“No, estrategias no. Creo que hay algunos que todavía piensan que el gusto de la mujer se inclina por el Late Harvest, cosa en la que estoy absolutamente en desacuerdo”.

-¿Abandonó el vino blanco?
“Soy una convencida de que es tomadora de tintos diferentes, de tintos más exuberantes. El syrah y el merlot son el vino de la mujer y el syrah, como variedad, exuberante, exótica, pimentosa, con personalidad, no tánicas. En general, a las mujeres no les gustan las cosas fuertes, astringentes, duras; dentro de nuestra percepción, sensibilidad, está esa capacidad de descubrir y gozar con diferentes sabores y aromas”.

-Los hombres siguen siendo más cabernet sauvignon. ¿Qué más diferencias de ellos?
“Muchas cosas (se ríe). De partida, como mujeres, porque Dios nos lo dio con la naturaleza, somos más perceptivas a los colores, aromas y sabores. Por lo mismo que nos toca amamantar, criar, estamos mucho más en contacto con los sentidos y por eso, frente al vino, como mujeres, estamos más expuestas, más abiertas a captar, más rápidamente, lo que éste nos ofrece.
“Ésta es la gran diferencia con los hombres. La mujer puede ser más lúdica en el tema, la hombre le cuesta mucho más. Las mujeres tenemos esa capacidad de sentir”.

-O sea, los clásicos aquí son los hombres.
“Sí”.

-¿Ellos se arriesgan menos, exploran menos?
“Sí, en general. Pero hay hombres súper divertidos para el vino, que se fascinan, se encantan y prueban. Todavía existen hombres que dicen quiero 600 botellas de este vino, a mí me parece eso de una fomedad, absoluta. ¡Una lata! Si lo entretenido del vino es acomodarlo a la comida, es cambiarlo y en eso las mujeres son más preocupadas, a pesar de que, todavía, muchas se sienten opacadas por la decisión del hombre, como que todavía lo sienten territorio de él”.

-Si somos sensibles, debemos resultar una exigencia para los enólogos.
“Sí, pero también somos capaces de entender las cosas. En el vino nada es absoluto, todo es relativo como en el arte; en el fondo, las mujeres somos capaces de entender cuando un enólogo habla de cualidades y defectos y es capaz de no ser tan tajante en el juicio como lo es el hombre que dice es malo, chao. No le da una segunda opción, las mujeres –por naturaleza- le damos una segunda opción, somos más comprensivas y tenemos más capacidad de escuchar”.

-¿Y la industria del vino está pensando en las mujeres?
“Creo que la industria del vino piensa en el consumidor, hombre y mujer, no es que se dirija específicamente a uno u otro. Sí hay discriminaciones por segmentos etario, hoy se está pensando en los jóvenes y se han desarrollado productos para ellos. No hay una segmentación por género”.

Pese a lo anterior, María José Zañartu confirma que la excepción hace la regla. Recuerda que hace algunos años, en Burdeos, conoció un vino chileno llamado “Las Niñas” cuyas etiquetas tienen una presentación absolutamente femenina. “Me acerqué a ellos y les pregunte a quién iban dirigidos porque era rara la presentación. Ellos nunca pensaron hacer un vino orientado a las mujeres”, dice.

-¿Las mujeres compran vino? ¿Para qué?
“Definitivamente compran vino y no para regalar. Ellas definen el vino que se toma en la casa, aunque no es un 50 y 50, a lo mejor, en un 40%. Mucha mujer, soltera, lo hace”.

-Y respecto de las catas, ¿sigue siendo todavía muy propio de los hombres?
“Se han ido introduciendo, aunque igual el porcentaje siempre es menor, porque el vino, como producto, es más masculino. Lo que pasa es que nos estamos metiendo en todos los ámbitos”.

-¿Todavía existe la carga social de que es mal visto que la mujer beba?
“Para nada, creo que históricamente el vino fue tomado por el hombre y la mujer está despertando en muchos campos y se da cuenta que puede tener en esto voz y voto. Además, tenemos un don de Dios, superior al hombre, en términos de degustación, somos más sensibles.
“La cata todavía no está instalada, para ella todavía hay otros temas del día que le son entretenidos o le llaman más la atención, antes que una cata de vino. Además, igual en Chile estamos despertando a todas estas cosas; ha habido una revolución en estos últimos 10 años. Se ha avanzado a pasos agigantados, mira lo que ha pasado con la gastronomía”.

-¿Incursionar en el mundo del vino ya no se puede decir que es una moda?
“Sí, aunque sigue teniendo algo de moda. Todavía no somos como los franceses que lo llevan dentro de la cultura y eso que Chile es un país productor. Los franceses no conciben sentarse en una mesa sin una botella de vino, los chilenos todavía, sí. De hecho, podemos estar comiendo una comida extraordinaria y la acompañamos de Coca-Cola”.

-¿Y tenemos asimilado el concepto de salud asociado al vino?
“Tampoco. No ha sido muy difundido, a pesar de que hay estudios que demuestran que el vino, definitivamente, es beneficioso para la salud. De hecho hoy hay un proyecto de ley y al cual la industria del vino se opone, que pretende poner en las etiquetas una seña que diga el vino es dañino para salud.
“La industria aclara que nunca se ha dirigido a los niños como mercado consumidor y si lo hacen los jóvenes, tampoco se promueve en ellos un consumo exagerado. De hecho el consumo per cápita es súper bajo en Chile; entonces poner una seña en la etiqueta va contra de lo que pasa en el mundo, debe ser considerado dentro de la gama alimenticia”.

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