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Una parvularia buena para la “nigodcia”

07 de Junio de 2006 | 09:31 |
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Educadora de párvulos de la Universidad Católica, se le ilumina el rostro y le sale una gran sonrisa, cuando recuerda los 10 años que vistió el delantal verde. “Lo pasé chancho como parvularia, te exige ser creativa y me fascinan los niños”, dice.

Cuando estaba esperando a su tercer hijo (su primera niñita) se fue de prenatal y nunca más volvió, aunque esa no era la idea. Lo que pasó es que a las semanas del parto, un grupo de amigos se reunieron en la casa y mientras ellas les servía las cosas para el picoteo, ellos le salieron con que el negocio que tenían en mente, The Wine House, iba a ser su responsabilidad.

“Yo he tenido dos amores. Mi papá me enseñó y yo lo aprendí... era súper negociante; el tema de los negocios siempre me atrajo. Desde chica, si me ponías a vender limonada en la calle, yo vendía más que mis primas chicas; tejía un chaleco y se lo vendía a una amiga; siempre tenía esas cosa de la “nigodcia” en el cuerpo (se ríe). Por otro lado, Dios me dio la creatividad y me encantaba el párvulo, el traspasar valores y formar a las personas”, explica cuando se le pregunta por qué cambió de rumbo.

-¿Cuándo dejaste el colegio, la idea era darte un break?
“Sí, llego un minuto en que estaba colapsada. No podía estar todo el día con 30 o 50 niños y llegar a mi casa y encontrar que la calidad que le estaba dando a mis hijos, como mamá, no era lo que esperaba.
“Dije no puedo más, toda la energía se la voy a volcar a mis hijos y ahí veré”.

-¿Cuánto tiempo alcanzaste a estar cesante?
“Nada. Un mes” (y se ríe).

Hacerse cargo de la primera tienda de The Wine House fue algo predecible para ella. Si bien el negocio lo inventaron cuatro amigos, vinculados todos ellos al mundo de las viñas, lo cierto es que en su casa, María José Zañartu era la que sabía de vinos, no su marido.

“Toda la vida, en mi casa, se comió con una botella de vino en la mesa. Tradición española. Mi papá siempre me hizo probar vino desde chica, me decía usted se sienta y come con su copa de vino. Ya, poh decía yo, lo encontraba bien rico, pero sin el exceso. Mi marido, curiosamente, nunca se había tomado una sola copa de vino y lo encontraba asqueroso, en cambio, la Coca-Cola era top”, narra.

A mediados de 1993, al poco tiempo de esa reunión en su casa, María José estaba abriendo la primera The Wine House en avenida El Bosque, un pequeño local en donde se exhibían productos importados y las siete viñas boutique chilenas de entonces. Junto a 4 estudiantes de enología comenzaron a atender al público y les empezó a ir bien.

“Lo encontré divertido. ¿Por qué no? Se trata de algo que no existe, nadie sabe, por lo que no me sentí en desventaja; o sea, muchos saben menos que yo, y la mayoría no sabe nada, por lo tanto todo está por descubrirse me dije. Ahí aparece también esa parte mía de profesora, de estudiar, investigar, aprender y enseñar”, afirma.

-Fueron pioneros.
“Era algo que no existía. Patricio Middleton, Alfonso Undurraga, Ernesto Müller y Pablo Rosales fueron visionarios. De hecho pasó algo súper simpático: “don” Alfonso Undurraga padre, le dijo a Alfonso Undurraga hijo que si seguía con el proyecto TWH tenía que salir de la viña, lo que nosotros entendimos como un espaldarazo, de que íbamos bien”.

A los pocos años, TWH instaló cuatro tiendas y cambió su centro de operaciones a la Portada de Vitacura. Con los años, le salió competencia al camino y ellos decidieron reinventarse. Cerraron todas las tiendas, se quedaron sólo en la Portada y hoy están enfocados a la atención de empresas, más que a clientes esporádicos.

-¿Qué desafíos te implica hoy la tienda?
“Hemos sido los primeros en todo. Fuimos los primeros en abrir, los primeros en expandirnos y los primeros en cerrar tiendas. Y hoy estamos focalizados en las empresas y en la representación de marcas de accesorios relacionadas con el vino. Descubrimos un nicho donde no había demasiada competencia y, en el fondo, ahí el tema de la especialidad, del conocimiento del producto, vale mucho”.

-¿Por qué mutar?
“Porque la venta de vino, lamentablemente para nosotros, pero bien por el consumidor, hoy está dada por los supermercados. Ahí tienen de todo, pero no son especialistas en nada; si bien es cierto, algunos han tratado de especializarse, cuando tú vas con tu carro lleno de arroz y aceite y te enfrentas las botellas en los estantes, no entiendes nada.
“Hoy, el consumidor es un consumidor mucho más informado y puede tomar decisiones de compra sin ser atendido, y aunque en el mundo entero la venta se hace en tiendas especializadas donde saben de vino, en Chile, la venta es con márgenes súper bajos y yo tengo un costo alternativo que son mis hijos. Dedicarme a vender un producto, competir en precios y no ganar ni uno… sabís, mejor para eso me voy para mi casa y me dedico a mis cabros”.

-¿Y por eso mejor quedarse con los vinos exclusivos que no vas a encontrar en el supermercado?
“Claro y te dedicas a las empresas que están dispuestas a pagar por tu asesoría. Y además, puedes hacer cosas entretenidas”.

Además de TWH, María José fue pionera en el tema de las catas, organizando hace siete años la primera Feria de Cata y Vino que desarrolla todo los años en el hotel Sheraton y que, a diferencias de otras que se hacen, ésta es sólo para especialistas muy exigentes.

“Cata y Vino nace cuando a mí me surge un cuestionamiento de cómo se estaban presentando los vinos en las ferias. A mí no me gustaba porque encontraba que el vino tiene un glamour, un tema lúdico y fascinante que lo hace un producto encantador y uno tiene que entusiasmar al otro, que pruebe aromas, colores. Se estaba presentando de una manera poco elegante y por eso hice una cosa distinta”, cuenta.

-Las catas han proliferado.
“Cata y Vino es súper única; primero, por el valor de la entrada porque queremos un consumidor informado, no queremos la masa ni el gallo que va a la tomatera como puede ocurrir en las fiestas más masiva. El que paga va a recibir mucha información, va a poder conocer y comer rico, en un ambiente ideal para eso”.

- Las otras ¿cumplen alguna función?
“Por supuesto, cumplen un rol de difusión masiva. A lo mejor llegan hasta las vinos reserva porque si no, les sale muy caro a las viñas, pero cumplen el rol de masificar el gusto por el vino. Esto debiera llegar a muchos y ojalá que muchos quieran llegar al nivel de “Cata y Vino”; pero tienes que iniciar tu proceso en las ferias más masivas”.

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