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El fenómeno de la infidelidad virtual

Es imposible de medir a causa de sus propias características: es privado, anónimo, instantáneo, no tiene tiempo ni lugar. Sólo basta un computador y las ganas de conversar con alguien que no sea la pareja para comenzar una relación amorosa paralela. Aunque algunos involucrados sientan que nunca fueron infieles, porque no mantuvieron relaciones sexuales ni se encontraron con el "otro u otra" en persona, para los especialistas es una forma más de infidelidad, porque se crean lazos de confianza y complicidad fuera del matrimonio. Como dice el sicoanalista León Cohen: "Estoy absolutamente de acuerdo con que una esposa o un marido pueda sentirse mucho más afectado, dolido y angustiado con este tipo de complicidad, que ante el hecho de que la pareja hubiese tenido un affaire puntual con alguien desconocido".

17 de Julio de 2006 | 11:00 |
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Josefa tiene 30 años, es morena, muy delgada y goza tomándose un capuccino en el Tavelli del Drugstore, en Providencia, cuando cuenta la historia de su romance virtual, que comenzó hace dos años y que, literalmente, le cambió la vida. Josefa tenía un matrimonio normal y, además de su trabajo como ejecutiva de cuentas de un centro de eventos capitalino, cuidaba a su pequeña hija. En el trabajo conoció a Cristóbal, pero al poco tiempo a él lo despidieron. Unos días más tarde, sin embargo, Josefa recibió el primer mensaje de texto en su teléfono celular, de parte de este hombre que apenas había alcanzado a conocer. Dice que eran mensajes bastante "amorosos" y que derivaron en una semana completa de intercambio de mensajes. Pero luego el contacto pasó a los emails desde sus respectivas casas (él también estaba casado y tiene tres hijos) y a un intenso chateo desde sus respectivas oficinas.

Josefa explica: "Me enamoré de a poco. Los dos buscábamos una aventura inofensiva, pasarlo bien, se supone que ninguno de los dos se podía enrollar, ni pedir explicaciones, jamás nuestras respectivas familias se podían ver afectadas. Pero a los dos meses de intenso chateo y envío de emails me empecé a dar cuenta de que me estaba involucrando, y antes de que fuera peor y que ocurriera un escándalo social terminé con él. En ese email le puse que en ese mismo momento me caían las lágrimas y que apenas podía ver las teclas del computador. Que la decisión la estaba tomando racionalmente, y no según lo que me decía el corazón. Esa misma noche él me contestó que no lo podía creer, que qué iba a hacer con su vida, que me quería. Hasta ahí no más llegó nuestra separación".

La historia de Josefa es una más de las cada vez más usuales relaciones de pareja extramaritales que se dan por internet, algo que se podría denominar como "el fenómeno del chateo amoroso". Porque aunque no hayan estadísticas al respecto - porque es algo privado e incluso anónimo- , según siquiatras, sicólogos y antropólogos, al parecer es una manifestación mucho más habitual de lo que se piensa, gracias a la masificación del chat y del email como plataforma de comunicación. Como dice Marcelo Arnold, antropólogo de la Universidad de Chile: "Es una nueva oportunidad. Es un medio bastante accesible, instantáneo, no tiene horario ni fechas ni espacios, y entrega una cantidad de garantías en relación con otros medios enormes, como el anonimato. Además, todos los que chatean tienen buena facha, son deportistas, simpáticos, mucho mejores que el esposo o esposa".


Un tipo de infidelidad

Para Josefa comenzó como una entretención, un juego, pero a poco andar se dio cuenta de que estaba construyendo una relación paralela que la satisfacía mucho más que la que tenía con su marido. "Con mi marido no peleábamos nunca, pero era lo mismo que estar con un hermano; no había pasión". Lo mismo le ocurrió a su amante virtual. "Él terminó confesándome que con su mujer no tenía más comunicación que la que se refería a sus hijos (colegios, profesores, actividades deportivas) y a cosas de dinero (cuentas, crédito hipotecario, vacaciones), pero que con ella no conversaba cosas más profundas o íntimas; simplemente no le nacía hacerlo".

Según el siquiatra y sicoanalista León Cohen, el por qué ha aumentado tanto el chateo tiene que ver con que "a través de éste está la posibilidad de comunicarse, de conversar y de hablar no sólo de cosas personales, sino incluso aún más allá: de poder dar rienda suelta a la comunicación de sentimientos y fantasías ocultas. La complicidad es un elemento bien importante dentro de los matrimonios, y a veces pueden estar mucho tiempo sin que se encuentre. Lo primero que hay en la pareja es la complicidad práctica, en términos del dinero, de las cosas que hay que hacer, de los hijos, de los proyectos; pero la complicidad a un nivel más interno, más profundo es más difícil y tarda más tiempo. Y el anonimato, o la no vergüenza que da el chat, acelera este proceso de la complicidad entre estas dos personas, y quizá vivan una experiencia de intimidad que muy probablemente no han logrado tener con su pareja dentro del matrimonio".

Josefa y Cristóbal tienen eso, un grado de complicidad enorme otorgado por una singular manera que tienen para comunicarse, además del chat. "Tenemos cada uno una dirección de email con otro nombre. Ahí yo me llamo Alejandra y él Andrés. Y yo le escribo a Andrés lo que me pasa con Cristóbal, le cuento todo como si estuviera hablando con una tercera persona, y él hace lo mismo, le escribe a Alejandra las cosas que hace conmigo, lo que siente y lo que va pensando. Es una fantasía, yo sé, pero nos ha resultado mucho más fácil comunicarnos así, no existe la vergüenza que puedes sentir cuando estás de frente o directamente diciéndole algo al otro".

Josefa y Cristóbal terminaron enamorándose por internet, y ambos dejaron a sus respectivas parejas para estar juntos. Aún así, Josefa considera que en todo ese tiempo ellos no fueron infieles, por el hecho de que no mantuvieron relaciones sexuales.

La sicóloga Soledad Cifuentes tiene otra opinión: "Una relación de pareja se sostiene en una confianza gratuita, en la promesa de la exclusividad en términos tanto sexuales como emocionales, lo que se pierde en este caso. La persona afectada puede decir: No sé si puedo volver a creer en ti, siente pena, rabia, desilusión, celos, exclusión. El chateo amoroso con otra persona que no es tu pareja significa que ya son tres y no dos personas en la relación, con lo cual la complicidad y la intimidad dentro del matrimonio disminuye y se ve afectada".

El antropólogo Marcelo Arnold añade: "La sombra de la sospecha se instala igual o incluso se puede instalar de una manera más profunda, porque mal que mal las relaciones que involucran un contacto físico tienen un instante y un tiempo, pero una relación que se sostiene a través de internet es un proceso mucho más largo, hay una historia común que se va desarrollando; eso es lo delicado. Además, el único que podría apelar a la virtualidad podría ser el imputado ("pero si yo no hice nada"), pero el afectado no lo va a considerar virtual; lo va a considerar absolutamente real y concreto. La palabra virtual es muy engañosa. Es decir, de virtual o no importante esto no tiene nada".

León Cohen afirma que está "absolutamente de acuerdo con que un marido o una esposa pueda sentirse mucho más afectado o afectada, dolido y angustiado con este tipo de complicidad con un otro que ante el hecho de que la pareja hubiese tenido un affaire puntual con alguien desconocido. Porque la pareja ha establecido un vínculo de confianza y de comprensión con otro, porque implica una rivalidad en un plano que no se da en el affaire. Además, te das cuenta de que hay un problema en la relación, porque en ningún momento él o ella tuvo una actitud de acercamiento, de buscar esos espacio de complicidad y cercanía que les faltan. Es curioso decir esto, pero los viejos métodos de infidelidad, como el affaire sexual puntual, pueden llegar a resultar más provechosos para la pareja, en la medida en que se logra compartir y se convierte en un foco de desarrollo para el matrimonio. Pero el chateo amoroso tiene un carácter parecido al de las adicciones, y no necesariamente se va a constituir en algo que vaya en beneficio de la pareja o del sujeto".

¿Un vicio masculino?

Marcelo Arnold señala que "no estaría tan seguro de que son más hombres que mujeres los involucrados en este tipo de comunicación. Yo no lo explicaría por género, sino que por los accesos que tienen las personas a estos medios. Ahí involucraría estadísticas. Por ejemplo, muchas de estas comunicaciones se realizan en el entorno laboral, y la proporción de hombres que trabaja es mayor que la de mujeres. Pero no me atrevería a decir que es una propensión masculina o femenina. Lo que sí creo es que el impacto de estas comunicaciones es distinto para hombres que para mujeres, eso sí lo podría asegurar. En nuestra cultura, en general bastante machista, el desenvolvimiento sexual de los hombres es mucho más permitido culturalmente que el de las mujeres. Por el contrario, el de ellas sigue siendo más restrictivo. Y en esa medida, el efecto que tiene una relación amorosa vía chat en una mujer y en un hombre va a ser distinto. Para ellos puede ser considerado el pasatiempo del año, algo entretenido, mientras que probablemente para la mujer - que debe vencer muchas barreras culturales para entrar en una relación- sea algo más profundo, más intenso, más que un pasatiempo. En este punto haría la diferencia de género, aunque el daño es el mismo".

León Cohen conoce casos de mujeres que lo han dejado todo para seguir a su amor virtual: "Muchas personas involucradas en el chateo amoroso tienen ciertos rasgos infantiles dentro de su personalidad, porque confunden el mundo virtual con el príncipe azul. Y son capaces de ir a buscarlo hasta el fin del mundo cortando con todos sus vínculos. Los casos de mujeres que conozco lo han dejado todo, al marido, a los hijos y se han ido al otro lado del mundo".

¿Qué podría hacer una pareja en que alguno de los dos está involucrado en una situación de estas características?

Para Cohen, "una pareja debe, a lo largo del tiempo, ir adquiriendo confianza e intimidad, debe ir conociendo su mundo fantasioso interno y su mundo sexual interno, lo cual enriquece mucho la vida de un matrimonio. En este sentido, mientras el hombre y la mujer vayan creciendo juntos es posible aspirar a una relación más igualitaria, donde cada uno tiene un mundo interior, configurado de fantasías, de sentimientos que se pueden compartir y, por lo tanto, construir esa complicidad. En un mundo en el cual la mujer es mirada en menos no existe la complicidad, no existe el compartir este tipo de fantasías. Por el contrario, cuando ellas mismas comienzan a reconocer ese mundo interno que llevan, lo podrán compartir con el hombre y la relación de pareja se torna más significativa y más profunda; el fundamento de lo que es una relación amorosa (no la relación de enamoramiento, que es muy distinto)".

Por supuesto que también existe la terapia, a la que acuden las parejas cuando ya se ha instalado la desconfianza. Soledad Cifuentes: "La terapia intenta reparar la ofensa y poder reconstituir la confianza mutua, pero siempre que ambos estén interesados de que esto ocurra".



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