El lado más íntimo de Francisco de la Maza no es fácil de abordar, no le gusta mucho referirse a su vida privada, pero sí a sus ocho hijos, seis niñitas y dos hombres, entre uno y 26 años, de los que se siente tremendamente orgulloso. Incluso se para de la silla y saca todas las fotos que tiene en su oficina para mostrarlos.
Nacido el 27 de junio de 1957, estudió en el Saint George-"yo era de la época de los Machuca"- y después en The Grange, desde donde egresó para estudiar construcción civil en la Pontificia Universidad Católica.
Casado muy joven, a los 22, después de 13 años y con cuatro hijos, se separó. Luego, en su segundo matrimonio, que duró muy poco, nació su quinta hija. Hace seis años reincidió con la periodista Javiera de la Cerda, varios años menor que él, y con la que tiene tres niños más.
-La UDI es un partido conservador ¿no te ha generado problemas tener tres matrimonios a cuestas?
"Creo que la vida personal de uno es personal, poh. Todos, aquí nadie se salva, tienen momentos de dolor, de felicidad, de alegría… y cada uno tiene que salir adelante de la mejor manera posible.
"En el fondo (silencio), no hay posibilidad de comparar vidas ni experiencias. Cada vida es una experiencia propia desde que uno nace hasta que muere, con aciertos o errores, pero, al final, uno tiene que asumir".
-¿Y tú? Sin generalidades.
"Yo estoy feliz de mi vida: tengo hijos sanos; una señora espectacular, joven; me llevo bien con mis dos señoras anteriores, tengo muy buenas relaciones; ninguno de mis hijos ha estado contaminado por odiosidades o cosas que, a veces, las personas sobreponen a lo importante.
"Ahora, dolores he tenido como todo el mundo".
-Parece que crees en la familia…
"Sí, mi opción sigue siendo la familia. De hecho, los junto a todos los fines de semana… bueno, entre comillas, porque a los más grandes cuesta más; pero, por lo menos, en febrero estamos el mes entero juntos en Panguipulli.
"Mira, aquí están todos este verano: la Rosa, la Javiera, Manuel, la Augusta, la María, la Antonia, la Victoria y Francisco ¿Bonita la foto, ah?"
-¡Chocho!
"Los adoro… a todos. Me encanta tener la posibilidad de ser como abuelo con la Rosa que tiene un año y hablar con los más grandes que ya me critican y conversamos de política, de trabajo, de filosofía, de otras cosas. Uno tiene ahí una riqueza personal".
Vive en El Arrayán, pero como el próximo año vuelve a la época de colegio de los hijos, se acaba de comprar un departamento cerca del Villa María y el Verbo Divino, donde estudiarán los tres más chicos.
Le encantan los deportes: "Los he hecho en mi vida todos, pero en este minuto estoy lo más sedentario que hay, nada. La política es muy absorbente, apenas te queda tiempo libre para estar con la familia", dice. Igual trata de jugar tenis o futbolito y aprovecha las vacaciones, pero está esperando alejarse de la política para retomar sus actividades habituales.
Se declara "cebollento" total, porque le gusta la música en castellano y bien sufrida. "Me encanta la música mexicana, centroamericana, la trova cubana", cuenta. Lee poco, pero en el verano se desquita leyendo historia novelada o novelas que parezcan historia, del tipo del "Código da Vinci".
-¿Frustraciones?
(Después de un largo silencio) "No, no. O sea, a ver, he tenido momentos en que me he sentido frustrado por así decirlo, pero los he superado todos. Hoy día no tengo ninguna".
-¿Deseos no cumplidos?
"Tampoco, fijaté. Creo que he sido de las personas que ha hecho lo que ha querido en su vida, bien o mal. Nunca he trabajado para nadie, nunca he sido dependiente. No me gusta que me dirijan".
-¿Vicio privado?
"A mí me gusta vivir mis momentos de soledad. O sea, yo sé gozar estando solo, que es una cosa difícil, me he dado cuenta que a la gente le cuesta mucho.
"Ponte tú, a mí me gusta irme de un día para otro solo a Panguipulli. No es porque me quiera arrancar de mi familia ni nada de eso, sino simplemente porque me gusta".
