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Los 6 conflictos de la pareja

Discutir es parte de ser pareja, pero cuando la crítica, el desprecio y la inhabilidad de escuchar y conectarse emocionalmente con el otro superan el deseo de estar juntos, hay problemas. La intimidad, el poder y aprender a diferenciarse de la familia de origen son algunos de los frentes en que se desatan los conflictos. Aquí, expertos definen los principales escenarios en que se dan esas luchas.

29 de Agosto de 2006 | 17:51 |
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"La sociedad moderna es muy exigente con la pareja. Hoy existe la sensación de que la vida en conjunto tiene que responder a un montón de requerimientos emocionales que antes no existían". Así de categórica es la sicóloga y terapeuta de pareja y de familia del servicio de Siquiatría de la Universidad Católica Elyna Gómez-Barris.

Enumera razones: en el pasado no se esperaba que hubiera tanta intimidad ni que los hombres acogieran tanto a las mujeres. Tampoco que ellas les contaran sus secretos a los maridos. "Los espacios estaban definidos de otra manera. Las mamás acogían a las hijas, y en ciertas épocas estaba la idea - que puede parecer condenable o no- de que la satisfacción sexual se podía buscar en otro lugar sin que fuera tan sancionado. Ahora en cambio, la pareja tiene que funcionar bien sexualmente, acoger íntimamente, tiene requerimientos súper importantes frente a la crianza y se espera que sea una pareja duradera, porque la expectativa de vida es más larga".

Entonces las consultas a los terapeutas aumentan. Soledad Cifuentes, sicóloga y terapeuta de pareja del Instituto Chileno de Terapia Familiar, cuenta que la infidelidad, la baja frecuencia sexual o la falta de deseo son habitual motivo de preocupación. También las discusiones muy recurrentes y sin solución en torno a temas como la sexualidad, el dinero o los hijos. "Estos temas son los escenarios en que se da la lucha de pareja, pero esa lucha no siempre tiene que ver con eso. La comunicación se da a nivel de contenido y a nivel relacional. Por ejemplo, podemos estar peleando por los hijos, pero el problema real es una dinámica relacional que tiene que ver con la lucha de poder", explica María José Carranza, sicóloga con un magíster en terapia familiar de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y agrega: "El problema está en que las parejas tratan de resolver en los contenidos lo que hay que resolver a nivel relacional. Ahí está el núcleo del problema, el si me siento valioso o no para el otro, el si el otro satisface mi necesidad básica de sentirme amado".

Cada problema o discusión, aseguran los terapeutas de pareja, esconde un conflicto con múltiples dimensiones. "El conflicto es la punta del iceberg de aspectos mucho más profundos de la relación", dice Cifuentes.

Los sicólogos identifican seis escenarios en que se desatan los conflictos.


1. La intimidad

No corresponde sólo a la sexualidad, sino que a la capacidad de abrirse al otro sin temor de que eso sea usado en su contra. Surgen problemas cuando la pareja no logra establecer un contexto en el que ambos se sientan seguros para expresar sus sentimientos y temores. "Una pareja funciona cuando tiene la posibilidad de mantener un contacto emocional con el otro. Esa comunicación no tiene que ver necesariamente con hablar, sino que con entender las claves no verbales del otro. Las parejas pueden tener una posibilidad de intimar sin dialogar. Hablar de ciertas cosas puede angustiar, pero en la medida que uno se conoce a sí mismo y puede decir: hay algunas cosas que me inquietan o me muero de susto de hablar de esta cosa, puede conectarse con el otro. Es distinto a estar en la defensiva", explica Soledad Cifuentes.

La sicóloga María José Carranza aporta un ejemplo de las dificultades que se puede tener en esta área. Ha visto parejas en las que la esposa es muy dependiente afectivamente y necesita mucha cercanía física con su marido para sentirse querida, mientras él es más autónomo. En un caso específico, el matrimonio después de separarse intentó volver a formar pareja, pero el marido exigió que durmieran en piezas separadas. "Ella quiere decirle: Oye, estamos muy lejanos, te he echado de menos, me siento triste porque no dormimos juntos, pero en vez de explicarlo lo amenaza: si tú no te acercas sexualmente a mí, me voy a tener que fijar en alguien. Yo trabajo y tengo muchos compañeros hombres. Esta pareja tendrá que aprender a expresar sus verdaderos sentimientos sin que el mensaje se transmita de manera rabiosa, amenazante o contaminada. La idea es pensar que se está trabajando en equipo, porque si uno siente que el otro está trabajando para sí mismo entonces no hay pareja".

2. La diferenciación

Es sin duda uno de los aspectos más complejos y tiene mucho que ver con la familia de origen. "La diferenciación es un proceso que permite ser un individuo que no está llevado por motivaciones externas. Una persona diferenciada es una persona que está integrada en sí misma, que es capaz de establecer relaciones autónomas, que tolera la separación, y se siente cómodo con la cercanía y la flexibilidad de los roles entre ser cuidado y cuidar. Es alguien que es capaz de entregar seguridad, de compartir, sobre todo en la sexualidad", asegura Soledad Cifuentes.

Para poder crear su propia pareja, cada persona tiene que ser capaz de establecer un filtro con la familia de origen. "Hay que poder decir quién soy yo, quién es mi familia, quién es mi pareja sin sentirse tironeado. La falta de diferenciación con la familia de origen aparece más fuertemente en los primeros años de matrimonio", dice Cifuentes.

Elyna Gómez-Barris complementa. "Casarse significa tener la disposición de construir algo común, y para eso hay que renunciar a las lealtades con las familias de los padres; hay que distanciarse no sólo físicamente sino que también de los modelos. Siempre cuento que cuando yo me casé, fui por primera vez al supermercado con mi marido y me preguntó: ¿qué limpiavidrio llevo?, yo le señalé: el típico. Sacó uno y yo dije: ¡pero ese no es el típico! Lo era para él. Es un ejemplo muy pedestre, pero muestra que uno trae en su cabeza un mundo propio, entonces construir algo común no es fácil, porque se meten los conflictos personales, la historia de pareja y los modelos que uno trae".

3. El poder y el control

Tienen que ver con la distribución de las responsabilidades domésticas, un frente de muchas diferencias entre marido y mujer. "Los conflictos ocurren cuando uno de los miembros de la pareja se siente pasado a llevar en eso, que se le exige y no se le otorga. Por ejemplo, los hombres que perciben que no son considerados a la hora de tomar decisiones con los hijos o las mujeres que sienten que los hombres toman decisiones sobre los gastos dejándolas fuera.

En la medida en que la pareja logra compartir la posibilidad de ejercer el poder y el control, las posibilidades de conflictos son mucho menores", dice Cifuentes.
De lo contrario, ocurre lo que los expertos llaman "rigidización", es decir, una ausencia de flexibilidad en los roles que deja a un miembro de la pareja por encima del otro. "En esos casos se pierde la equidad de la relación y comienzan las dinámicas de resentimiento. Eso sucede cuando cada uno tiene un rol rígido: uno es siempre el que decide, el otro el que acata; uno es el que cuida y el otro el cuidado; uno toma el liderazgo de la relación y el otro la sigue. En este tipo de relaciones lo que ocurre no son tanto las peleas como la separación. La persona que está abajo en esta relación termina deprimida y con problemas de autoestima, porque no se siente valorada", explica Carranza.

4. Los daños al apego

El apego es otro aspecto crucial para una buena relación de pareja. "Se ha visto que en el amor adulto existe un apego, similar al que existe entre la mamá y el recién nacido. Con la pareja establecemos una relación de apego y necesitamos, entonces, que esta persona que nos cuida esté presente en momentos de necesidad. Si por alguna razón esta persona no puede estar presente, sentimos que se ha producido un daño", explica Cifuentes.

En la capacidad de establecer el apego influyen las relaciones primarias de las personas, especialmente con la madre. "La experiencia emocional que se tuvo en la infancia, cuando aparecen las figuras de apego, es la base para establecer una buena relación amorosa adulta. ¿Qué vivencias de relaciones tuviste de pequeño?¿Tuviste la experiencia de que había alguien que te calmara, acogiera e hiciera sentir seguro o tenías la vivencia de que no había nadie y que era mejor quedarse solo y cerrarse?", explica Elyna Gómez-Barris.

De ahí la existencia de distintos tipos de apegos que no siempre encajan. "Por ejemplo, cuando una persona que para poder calmarse necesita estar sola, porque de chica no tuvo quien la calmara y aprendió a aislarse, se empareja con una persona que necesita mucho del otro. Si surge una discusión, uno se va a cerrar y el otro buscará desesperadamente que lo abracen o seguirá discutiendo hasta que se pase el enojo. Ahí es cuando aparecen círculos viciosos: yo te busco para que me calmes, pero eso te agobia entonces te alejas y, mientras más te alejas, más te busco, etcétera...", sigue Gómez-Barris.

5. La pasión amorosa

Los conflictos que tienen que ver con esta dimensión generalmente se deben a que las personas no logran pasar desde la excitación inicial, que genera el enamoramiento, hacia una fase de amor más estable. "Hay parejas que quisieran quedarse en una etapa solamente romántica donde tú me miras y yo soy lo principal para ti, y no son capaces de pasar a una etapa más madura, a un amor que está centrado en los cuidados y en la posibilidad de intimar con el otro más allá de la pasión inicial", comenta Soledad Cifuentes. Este tipo de conflicto suele aparecer después del nacimiento del primer hijo, cuando el hombre puede sentir que su mujer perdió el deseo por él, sin dimensionar que están en otro momento de la relación. "No entiende que es el momento del cuidado, del posponerse; insiste en sentir la pasión amorosa y lo más probable es que se quede muy desilusionado de esta relación. Muchas infidelidades ocurren en este contexto", acota la sicóloga.

6. La definición de la relación

Esta dimensión está directamente vinculada con el compromiso. Los expertos indican que muchas veces los conflictos de pareja ocurren porque alguien en la relación está dudando del vínculo. Se cuestionan la decisión de estar juntos, no están seguros de sentirse cómodos en la relación y se descomprometen. "Mucha gente llega diciendo: no sabemos si podemos seguir juntos, no sabemos si aún nos queremos. Entonces se trabaja este aspecto: ¿qué hace que quieras estar en la pareja? y ¿qué hace que te quieras ir? ¿Cuáles son los recursos de la pareja y cuáles son los conflictos que los distancia?", dice Cifuentes.

Todas las expertas afirman que no hay reglas en términos de éxito matrimonial, pero sí existen algunos elementos que favorecen una buena relación, como la disposición para pedir ayuda antes de que los conflictos se tornen rutinarios y la importancia de mantenerse flexible, evitando la rigidización de los roles. "Las parejas que tienen mayores probabilidades de seguir juntas son aquellas en que los conflictos pueden hablarse, en que cada uno puede ponerse en el lugar del otro y sentirse cuidado a pesar de las diferencias. Cuando las parejas piensan yo tengo la razón, tú estás equivocado, o así me enseñaron a mí y yo sé cómo se hacen las cosas quedan entrampadas en una dinámica difícil de superar", concluye Soledad Cifuentes.



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