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Hijos criados en un set de televisión

23 de Agosto de 2006 | 11:07 |
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Sus padres se separaron jóvenes y su madre trabajó para mantenerla. Ella repitió la historia y eso explica porque permaneció en Chilefilms durante el gobierno militar. “No tenía otra alternativa donde hacer lo que yo hacía y necesita una pega remunerada”, dice entre risas.

Oriunda de Santiago, nació en 1947 y pensó estudiar periodismo, pero debió optar por el cine cuando se le abrió una puerta laboral. Estando en el Instituto Fílmico se casó y comenzó a formar su familia, proceso que vivió con grandes dolores.

Después de tener a su primera hija, hoy de 31, nacieron un par de gemelas que presentaron una serie de dificultades (hidrocefalia e insuficiencia pulmonar) y murieron al poco tiempo. “Fue muy duro, eso marcó un quiebre; mi matrimonio ya no andaba bien, pero igual seguimos juntos y así nacieron Esteban y, prácticamente cuando estábamos separados, Rodrigo (se ríe)”.

La muerte de sus hijas fue algo difícil de superar porque, entre otros, no tuvo la oportunidad de recurrir por ayuda psicológica. Se abocó al montaje, simultáneamente con la realización de cursos de perfeccionamientos, y como hobby dejó su vocación de restauradora.

“Nunca he estado sin trabajo, nunca gané mucha plata y nunca voy a ser rica, pero me ha alcanzado para mantener a mi familia, aunque mi ex marido siempre ayudó”, reconoce.

-¿No les dedicaste a tus hijos el tiempo que hubieras querido?
“No, trataba de hacerlo para que no les pasara lo mismo que a mí, donde estuve muy sola porque mi madre trabajaba. No falté nunca a una reunión de colegio y a donde podía ir con ellos, me acompañaban”.

-¿Cómo?
“Ellos se criaron prácticamente en Chilefilms, entre rollos y latas. En ese tiempo se hacía el ‘Festival de la Una’ y los llevaba casi todos los días al programa. Salían del colegio y los metía al estudio (se ríe)”.

-Con el tío Enrique (Maluenda).
“Claro... a veces grababan tres o cuatro programas y ellos aparecían de público en todos (no puede contener la risa)”.

-¿Ellos deben tener grandes recuerdos de eso?
“Pero enormes, cuentan cualquier anécdotas como que las niñas (del ballet) salían del programa con muy poca ropa e iban al casino y se les veía todo. Rodrigo era el más avispado, lo pasaban genial: También jugaban en las escenografías de las diversas teleseries que se grababan en los estudios.
“Eso me ayudó muchísimo a no perderme tantos momentos; me hubiera gustado estar más con ellos, como toda madre, pero traté de compatibilizar las cosas y me resultó”.

-Tan mal no lo hiciste.
“Sí, tengo una buena relación con ellos y tenemos buenos recuerdos”.

El ambiente en que crecieron y la influencia que recibieron de su madre, obviamente derivó en que el menor estudie cine, de hecho, acaba de terminar un curso de dirección de fotografía. Ella, en tanto, no le hace el quite a las producciones hollywoodenses y comerciales; ve todo tipo de películas, incluso las malas, porque eso le permite enseñar a sus alumnos; esto no se debe hacer, esto está mal montado, aquí hay problemas de ritmo, les dice.

“Disfruto de todo el cine. A veces salgo de la sala con los ojos cuadrados, proyectando, de tantas películas que he visto”, asegura risueña.

Hoy, a los 59 años, está próxima a convertirse, a fin de año, en abuela. “Mis hijos me salieron demasiado flojos” dice en son de queja. “Estoy chocha”, agrega.

Aunque parezca increíble, su tiempo libre lo destina a cuidar gatos –hoy tiene cinco felinos- y a jugar en el casino. Cada vez que puede se arranca a Viña del Mar y mientras hizo clases en Valparaíso, aprovechó la cercanía. “Ahora estoy sufriendo… soy una viciosa”, confiesa entre carcajadas.

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