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"¡Voy a morir con las botas puestas!"

Aunque tranquilo y pausado al hablar, es una persona muy intensa y con fuertes convicciones. Se sabe atractivo para las mujeres y le gusta. Se declara sobreprotector de sus hijos, admirador de su mujer y el eterno galán de la televisión (lo que le provoca mucha risa).

31 de Octubre de 2006 | 09:31 |
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Es un coqueto empedernido y lo sabe, se sonríe pícaro cuando se le hace notar y cuenta que se lo han dicho muchas veces. Parece que nos conociéramos de toda la vida por el trato cariñoso y acogedor que da. Provoca gran ternura y, además tranquilidad, tan escasa en las personas en estos días.

Pero no hay que equivocarse, esa paz interna que refleja su actitud no significa que no defienda a brazo partido lo que considera justo y que sus puntos de vista cuenten con una gran base de análisis y conocimientos.

Verdaderamente es un agrado entrevistarlo: no tiene el más mínimo aire de divo, a pesar de que reconoce que sigue siendo el galán por excelencia de la televisión chilena y se sonroja un poco al pensar que terminará siendo algo así como "el abuelito rico".

Cuando salió del colegio pensó en ser arquitecto y eso estudió, pero después de un "proceso largo, lento y angustioso", decidió dedicarse a la actuación. No era el primero en la familia; años antes, uno de sus tíos había seguido exactamente el mismo camino.

-¿Por qué el cambio?
"Fundamentalmente, diría que fue porque necesitaba un medio más directo de expresión; un medio más directo de reconocimiento y una forma más directa de que mi quehacer tuviera respuesta en el medio social en que estaba metido.
"Aunque me iba bien en arquitectura y me gustaba mucho, nunca logré insertarme en una instancia realmente creativa o de creación. Es sumamente difícil e ingrata la arquitectura, sobre todo en un sistema de libre competencia, donde no hay una planificación real del espacio urbano de la ciudad y, por lo tanto, cada uno se rasca con sus uñas y cada arquitecto trata de figurar de la mejor forma posible y vamos teniendo esta ciudad disgregada, jodida e inhóspita".

-¿Te diste cuenta de eso tan temprano?
"Sí y no sabía cómo torcerle la mano. Egresé de la carrera y me angustiaba mucho; entonces, de pronto, casi por azar, llegué al teatro".

Se fue a un instituto a estudiar música –otra de sus vetas- y teatro estaba al lado, ahí empezó a estudiar con Fernando González. "Era el Taller 666, que fue el primer espacio tipo universidad privada durante el tiempo de la dictadura, cuando las escuelas de teatro estaban todas cerradas, el '76 o '77", cuenta.

Sin embargo, no se había retirado de arquitectura y hacía las dos cosas en paralelo; egresó de su carrera original, pero se topó con un director francés y se fue con él a hacer teatro en Francia, donde estuvo un par de años. "Cuando volví ya tenía la decisión tomada de seguir en esto".

-Partiste con Andrés Pérez.
"Sí, tuve la suerte de trabajar con él; hacíamos teatro callejero. Después otra obra en la calle que dirigió la María Izquierdo; luego la Católica, el Ictus. Ahí se produce el enganche con la televisión, porque en la productora del Ictus trabajaba Vicente Sabatini y en la UC, Sonia Füchs, que también era productora de TV.
"Sabatini me invita a trabajar en 'Sor Teresa de Los Andes' y de ahí no se acabó más…"

-Sin embargo, la crítica dijo que habías llegado a la cúspide con tu actuación en "Copenhague"
"Sí, buena y bonita la crítica. Además es una obra que a mí me gusta mucho, es maravillosa; pero yo nunca siento que estoy en la cúspide de nada, ni en la tele ni en el teatro".

- No lo digo por ego, sino por realización personal.
"Tampoco, para nada".

-¿Hay una búsqueda constante?
"Cierto y siempre hay un vértigo permanente. Nunca sé cuando me enfrento a una obra, cómo voy a llegar ni dónde voy a llegar. Evidentemente, hay textos o directores que te conducen mucho mejor y hay momentos de uno en los que está mucho mejor creativamente y en su concentración. Pero, ciertamente, 'Copenhague' fue un momento muy importante".

-¿Por qué?
"Era la primera vez que trabajaba con Gustavo Meza, que es un hombre de teatro que conduce muy bien, sin estridencias creativas, sino que sutil, calmo, profundo".

-Parecido a ti.
(Se sonríe y los ojos se le llenan de arruguitas) "Sí, de alguna forma. Además, ese texto es tremendamente atractivo para la humanidad, para mí y para el público, a pesar de que es una obra de dos horas y tanto, de texto aparentemente duro y pesado. Aún así, la gente enganchaba muy bien".

- Y en una sala (la del boulevard del Parque Arauco) que no es frecuentada precisamente por intelectuales.
"Eso es también un gran descubrimiento. Uno tiene una cantidad de prejuicios, pero es justamente ahí –usando un lenguaje un poco antiguo- donde se hace revolución. Toda la gente que está ahí es gente pensante, gente preparada que, evidentemente, si se cultiva en los temas más humanitarios, va a enriquecerse y nosotros con ellos. Demuestra que no es gente boba que hay que dejar a un lado, sino que es gente que también piensa, solamente que están en el lado del poder económico".

En "Copenhague" es uno de los físicos alemanes que reflexiona sobre el derecho moral de trabajar en el uso práctico de la energía atómica. Arturo Fontaine, en su crítica de la obra, dice: "'Copenhague' parece hablar de física, pero en realidad habla del incierto y resbaladizo lenguaje de la memoria. También del lado oscuro de las almas más bellas".

En este momento, Pancho Reyes, aparte de estar en la teleserie de TVN, "Cómplices", hace el papel de un siquiatra en la obra "Criminal", dirigida por Alejandro Goic. Aunque había dicho que no haría teatro este año, se arrepintió cuando le ofrecieron este rol. "Es una experiencia que me ha gustado mucho. De partida, por trabajar con Goic, que es un gran hombre de teatro, un tipo muy creativo y culto, que, además, plantea un juego escénico diferente y busca la naturalidad de los actores sobre el escenario. Es una obra muy atractiva, a pesar de que –desde el punto de vista de la dramaturgia- es una de las primeras del autor y, por tanto, una obra joven", dice.

Es su segunda incursión en el humor negro o la tragicomedia; la primera fue en "Déjala sangrar", el año pasado, que "a pesar de ser muy distinta a ésta, también se jugaba al teatro, de alguna forma. Los actores son actores, pero también son ritmo, espectadores, mobiliario… no sé… es un actor mucho más juguetón, por llamarlo de alguna forma, y eso a mí me gusta mucho".

-El alargue de la teleserie no te gustó mucho, ¿no?
"Lo que pasa es que uno está más o menos programado para terminar en una cierta fecha y después dedicarse a otras actividades, pero fue planteado con harto tiempo de anticipación; a todo el mundo se le hizo un contrato nuevo y, finalmente, nos acomodamos".

-Y la historia ¿no irá a "guatiar" con este alargue?
"Bueno, ésa era la principal preocupación, por eso es que se abrió la historia con otros dos personajes que entraron, Francisco Pérez Bannen y Ángela Contreras. De alguna forma como que se relanzó la historia y el público está enganchado, le gusta".

También se ha desarrollado en el cine, principalmente junto al reconocido director Raúl Ruiz con quien hizo su última película, "Díaz de campo", y muchas otras que no se han visto en Chile. Antes, en "Machuca", de Andrés Wood y "Subterra", de Marcelo Ferrari.

-¿En cuál de los tres medios te sientes más cómodo?
"Todo depende tanto de con quién trabajes, cuáles son tus compañeros, del proyecto. Ahora, el teatro es, lejos, donde uno más goza".
-¿Por la respuesta del público?
"Por la respuesta; porque eres tú en el escenario y es contigo que va viajando la historia. La televisión es mucho más rápida, tiene menos reflexión y menos posibilidad de juego real, para mí por lo menos, para el tipo de personajes que yo hago ahí".

-¡El eterno galán!
"¡Voy a morir con las botas puestas!" (Carcajada).

-Y con la Claudia di Girolamo de pareja.
(Sigue riéndose) Es muy posible… vamos a ser la pareja eterna de la televisión.

-Te volvieron a elegir el galán por excelencia, a pesar de todos los actores jóvenes que han aparecido en el último tiempo.
"¡Es una locura! ¿Verdad?".

-Te brillan los ojos cuando hablas del teatro.
"Sí, es que es muy rico, es realmente un placer. Los momentos de felicidad real que uno tiene en la vida, están aquí. Hay otros más, pero estos son unos de los pocos momentos de felicidad fuerte que uno tiene en la vida".

-¿Qué pasó con el proyecto de crear un teatro itinerante?
"Pucha… ¡ése! Es cabeza, energía, tiempo, reflexión y claro, para eso por ejemplo, el alargue de la teleserie fue fatal. Es un gran anhelo que viene de repente y me agarra muy fuerte, pero hay que meterle planificación y producción".

-Y plata.
"Sí, pero eso es lo que menos me preocupa, cuando hay un proyecto bueno, la plata sale; además… con Carmen Romero detrás, que tiene toda la experiencia. Pero a Carmen Romero (fundadora del Teatro a mil y dueña de Romero y Campbell Producciones) hay que llegar también con un proyecto armado, no con la pura volá del marido; así no funciona, jajaja".


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