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Aún con esperanzas en la nueva justicia familiar

La subsecretaria de Justicia se cuestiona sí los chilenos estaban preparados para esta nueva justicia de familia y afirma que aún falta explicitar mejor los alcances de la misma. También aborda su regreso al servicio público y los costos que éste ha tenido en su vida.

09 de Noviembre de 2006 | 10:12 |
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Las informaciones de los últimos meses no han sido nada de alentadoras. Todas apuntan al hecho de que los tribunales de familia colapsaron. Jueces, abogados y ciudadanos han entregado su visión de los hechos, confirmando que algo no anda bien.

Puestos en funcionamiento en octubre pasado, toda proyección falló. De las 70 mil causas que se esperaban, en pocos meses, se llegó a 190 mil. De un 30% de mediaciones que se estimaron, las cifras no superaron el 1%. De procesos de no más de cuatro meses de duración, se fijan fechas de audiencias para dentro de 10 meses más. De audiencias públicas orales, se regresó a las audiencias reservadas.

Ante la evidencia, el Gobierno reaccionó y por eso, desde hace algunas semanas está en trámite, en el Congreso, un proyecto de reforma que busca agilizar la nueva justicia familiar. No sólo se contempla nombrar más jueces y aumentar los recursos para que las Corporaciones de Asistencia Judicial cumplan un rol activo en la tramitación de procesos.

También se postula corregir asuntos gravitantes para hacer eficaz la ley, como hacer obligatorias la mediación en cierto tipo de causas y la comparecencia de un abogado para presentar una demanda. Además, se suma la precisión de aspectos procesales para aunar el criterio de los jueces.

La subsecretaria de Justicia, Verónica Baraona, tuvo que hacerse cargo del tema a poco andar de este gobierno. En su primera aproximación aseguró que la ley sobre tribunales de justicia había sido tramitada apresuradamente por el Legislativo; hoy, ha cambiado de opinión, ya no sostiene aquello, pero sí cree que no se previeron ciertas situaciones.

“La reforma de los tribunales de familia debió implementarse en forma gradual, al igual como la reforma procesal penal; por eso, no tuvo un período de afiatamiento, de implementación y de prueba, para ver cómo funcionaría en la práctica. Eso ya no se hizo, así que de aquí para adelante sólo queda ver cómo solucionamos los problemas que se han dado hasta la fecha”, señala.

-Algunos plantean que los tribunales de familia fueron una compensación por la dictación de la ley de divorcio, ¿lo ves así?
“No estuve en la tramitación así que no puedo hablar de lo primero, pero si hay que decir que la ley de divorcio y la ley de tribunales de la familia tienen directa incidencia en la familia y, obviamente, son materias que están relacionadas.
“No sé si una fue condicionante de la otra, pero si hay que decir que las dos leyes tienen vinculación, porque la ley de matrimonio civil regula las relaciones de la familia después de que se ha separado el matrimonio y los tribunales de familia son los llamados a ver todas las materias que se derivan de esa ley como la pensión alimenticia, la tuición, el derecho a visitas”.

-¿Se cifraron muchas expectativas en la ley de tribunales? ¿Fueron excesivas?
“Muchísimas, porque se suponía que era una reforma que iba a acercar la judicatura a la gente, es decir, las partes iban a tener una relación directa con el juez. Además, se dio la posibilidad de recurrir a la justicia sin tener que contar con un abogado.
“Creo que fueron expectativas naturales, porque la gente necesitaba tener una justicia que se hiciera cargo de los temas de familia”.

-¿Hoy, hay frustración?
“Hemos visto que la gente siente sus expectativas incumplidas y por eso hemos presentado el proyecto de reforma. Fue una de las prioridades de este gobierno”.

-¿Crees que la sociedad chilena estaba preparada para una reforma de este tipo?
“Toda reforma requiere de una preparación sociológica, es necesario crear conciencia de los cambios que se introducen y su efecto en una gran masa de chilenos”.

-Insisto, ¿estaban los chilenos preparados para figuras como la mediación?
“Creo que nos ha faltado preparación y conocimiento sobre la reforma y esa es una tarea que le corresponde a todos los actores asumir, no sólo los jueces y a los abogados, sino que a la sociedad. Tenemos que explicarle a la gente qué es la mediación, qué es la oralidad de los juicios; hay que enseñarlo, publicitarlo”.

-Cuando se aplicó la reforma procesal penal surgió la pregunta de sí los chilenos estaban preparados para un sistema de justicia garantista. ¿Estaban los chilenos preparados para resolver sus problemas de familia de una manera diferente a antaño?
“Evidentemente hay un cambio profundo en la forma de resolver los problemas de familia. Cuando una familia se ve en la necesidad de recurrir a un juez es porque cree que ya no hay otro camino. Incorporar un sistema desjudicializado, o sea, recurrir a la mediación de un tercero que pueda llevar a las partes a acuerdo, obviamente, requiere de tiempo”.

-Los chilenos están acostumbrados a recurrir a un juez que actúa como un ser superior. ¿Se tendrá confianza en un tercero? ¿Se le dará al mediador el estatus necesario?
“La gracia de la mediación estará en que a ella se le dé validez en sí misma, sin que sea necesario tener que acudir al juez. Tenemos que hacer un esfuerzo por darle credibilidad al sistema, entregarle al mediador confianza y estoy esperanzada de que vamos a llegar a eso; no hoy día ni mañana, pero si en el largo plazo.
“Hay que ser francos, no con una varita mágica toda la gente va a empezar a ir a mediación o va a creer en ella, pero sí a lo largo de los años se va a convencer de que es un procedimiento útil, una vía alternativa que va a solucionar en forma más rápida sus problemas”.

-¿Puede ser que uno de los temas que subyace es que la gente crea que mediación es ir a terapia?
“Puede haber esa confusión. Como también hay muchos que creen que mediación es necesariamente que las partes se pongan de acuerdo y eso no es así. Mediación es un mecanismo en que las partes van a solucionar su problema aunque eso los deje disconformes”.

La subsecretaria aclara que la mediación nunca podrá ser una cuestión obligatoria sin discusión. Explica que habrá causas (pensión de alimentos, tuición y regulación de visitas) que tendrán que ir, en un primer paso, a ese proceso sin llegar al juez directamente. No obstante, si en esa mediación previa no se logra dar con la solución, entonces si podrán recurrir al juez. “La mediación es un procedimiento donde una persona especializada, técnicamente preparada, va buscar que las partes alcancen una solución a su problema sin tener que llegar al juez y tiene varias ventajas, porque, entre otros, crea menos traumas. Cuando se llega a un juicio se dan situaciones traumáticas entre los cónyuges y con los hijos”.

-¿Se debe entender que la mediación es un paso más amigable?
“Sí, lo es, es un paso que daña menos la emocionalidad de las partes. Es verdad que hoy los jueces de familia se han entrenado, especializado y por lo tanto, también tienen una forma de administrar justicia mucho más comprensiva, aplicando la ley”.

-Sí, pero hay muchos jueces que vienen del sistema antiguo, de los juzgados de menores y arrastran muchos vicios de ese sistema.
“Algunos vienen de ahí, pero hay también muchos jueces jóvenes que se han formado para los tribunales de justicia, y los que vienen de antes han hecho grandes esfuerzos por entender la nueva forma de aplicar justicia en familia”.

-¿Se debe avanzar hacia una ‘segunda reforma’ de la familia tendiente a reducir las normas discriminatorias que afectan a los hombres? Por ejemplo, en Chile, la mujer sigue teniendo preferencia para obtener la tuición y muchos sienten sus derechos paternales vulnerados.
“No diría que exista una justicia discriminatoria hacia los hombres. Por razones lógicas, el cuidado de los hijos está a cargo de la madre, lo que no significa que el padre no esté presente; en la mayoría de los casos, la madre asume, en cierta medida, mayores roles que el hombre y eso hace que, también en cierta medida, esté más protegida que el hombre”.

-Eso era muy explicable en una sociedad donde el padre trabajaba y la madre estaba en la casa, pero hoy la mujer trabaja tanto como el hombre. ¿No se debería dar una igualación de derechos?
“Sí, pero esa igualación no se hace por ley, eso es parte de un proceso cultural, de los avances que demos en materia de familia, donde los hombre adquieran mayores responsabilidades en el cuidado de los hijos. Uno lo ve hoy en las parejas jóvenes, pero no es un fenómeno generalizado”.

-¿Hay alguna manera de regular el abuso que cometen algunas mujeres al llevar al padre a juicio? A veces, se presentan acusaciones falsas y peticiones desmedidas.
“No estoy de acuerdo con los abusos de ninguna de las partes, creo que hay que privilegiar el bienestar de los niños, ése es un bien superior a cuidar y eso implica no afectarlos psicológicamente más de lo que ya significa la ruptura de sus padres”.

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