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La responsabilidad del día después

11 de Octubre de 2006 | 14:08 |
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La responsabilidad es personal, pero ¿qué hacer cuando las consecuencias de lo realizado no se pueden, no se quieren o no se sabe cómo asumirlas?

Es una pregunta profundamente humana; en todos los ámbitos, los seres humanos actuamos a veces sin mucha conciencia, lo que nos enfrenta con consecuencias que no habíamos previsto. La impulsividad, la irreflexividad, el inmediatismo, el hedonismo, la alienación, son tendencias humanas -a veces estimuladas por los modelos de sociedad- que nos llevan a actos irreflexivos, dejándonos en posiciones vulnerables.

¿Cómo proceder en esos momentos críticos donde toda alternativa parece igual de mala? ¿Cómo elegir lo que producirá menos daño a uno mismo y a los demás?

La tendencia natural será actuar "re-activamente", desde el miedo o la rabia; sin pensar.

Pero es mejor no seguir la tendencia alienada y reflexionar: considerar distintas perspectivas y alternativas, sus ventajas y desventajas, consecuencias a corto y largo plazo. La reflexión será ética si se consideran las convicciones y valores más profundos sobre lo que verdaderamente les da felicidad a los implicados.

Sin una buena reflexión es probable que se continúe en acciones equivocadas. Y una equivocación grave suele desequilibrar mucho y llevar a cometer una seguidilla de otras "re-acciones" equivocadas, complicándose así la vida personal y comunitaria.

En momentos críticos conviene reflexionar "con otros". Las crisis activan mecanismos para defenderse de la realidad, minimizándola, agrandándola o invisibilizando los intereses de los demás. La ayuda de otro permite una decisión más responsable, siempre que éste ayude al análisis y no a la crítica, reconociendo que el potencial de cometer errores lo tenemos todos.

Es responsable apoyarnos en las crisis, evitando que los errores se multipliquen para mal de todos.