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Cómo tener diez pegas y no morir en el intento

25 de Septiembre de 2006 | 11:25 |
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A fines de año estrena "Circo", en la Carpa de Las Condes donde ha presentado todas sus demás obras; en este momento exhibe "Océano". La idea de esta nueva puesta en escena se debe a que su compañía, Kerubines, cumple 10 años y quisieron celebrarlos con una fiesta y para ello qué mejor que un circo.

Sin embargo, no es sólo payasos y diversión, Circo cuenta la historia de un niño al que se le muere su madre en el trapecio y se cría entre los animales del circo por lo que la leona se convierte en su madre.

Explica que cada montaje implica una gran carga de trabajo para todos y que a él le ha tocado "de manera un poco injusta, ser la cara visible". Insiste en que parece un poco marketero, pero que si no fuera porque mientras él da entrevistas y hace relaciones públicas hay mucha gente ensayando y construyendo muñecos, el éxito de sus obras no hubiera sido el que han tenido.

-¿Cómo te defines tú, entonces?
"Tengo la virtud de ser una especie de facilitador de los proyectos; me gusta editar, tomar decisiones y todo, pero si no fuera por los equipos no estaríamos acá ahora".

-Hablemos del canal, ¿sigue en pie la idea de hacer una teleserie juvenil?
"Estamos en eso. Ahora nos ganamos unos fondos, así que estamos súper entusiasmados. Estamos buscándole nombre y todo eso; pero más que teleserie va a ser una serie, de la onda de Bakán (BKN) de Mega".

-¿Qué significa para ti el cargo de director del área infantil?
“Tiene que ver con que yo sentía que en el teatro estaba pasando algo que no se veía reflejado en la televisión, que era tratar de educar a los niños desde el mundo de la entretención, sobre todo pensando que ellos ven más de dos horas y media de tele diaria. Entonces, yo veía una responsabilidad tremenda de acercarme a la audiencia infantil, entender por qué estaban viendo tanta tele y tratar de hacer productos con los que los niños se identifiquen y, por consecuencia, aprendan algo.
“Ahora, como yo podría vivir perfectamente del teatro, me siento con una enorme libertad en el cargo... si no les gusta, no tengo ningún problema y me voy”.

Insiste en la importancia de la simpleza y de entender a los niños; de educar desde las masas, desde la realidad. “No se trata de hacer un programa didáctico o cabezón que nadie vea, sino acercarse a ellos y, tal vez, usar un lenguaje que no le guste mucho a los profes, por ejemplo, pero que le enseñe a los niños a no discriminar a sus compañeros por ser guatones o cualquier otra razón”.

Tiene el panorama muy claro respecto a los niños y en qué están, pero aclara que cambian a una velocidad impresionante producto del mundo en que están inmersos, donde la tecnología juega un rol fundamental y el cable e internet forman parte intrínseca de su vida.

-¿Te parece conveniente lo que ven hoy en televisión y en internet?
“No, yo creo que no, porque se adelantan todos los procesos. Los niños, a los 10 años, están hablando de cosas de grandes. Todo está muy asociado con el tema de la droga, del despertar sexual temprano... tienen cuerpecitos que no tienen que ver con lo que están hablando, con las preocupaciones, con los temas. Ahí hay una cuestión que está evolucionando muy rápido; los contenidos los están invadiendo muy rápido, es fregado”.

-¿Hay salida?
“Me cuesta encontrarla, me parece que ya no hay remedio. Estamos medio fregados, porque no podemos luchar contra internet. Uno puede retrasar en familia; yo, por ejemplo, vivo en Colina, y puedo retrasar la edad en que mis hijas empiecen a ir a fiestas, pero eso igual está adelantado respecto a nosotros. En un tiempo más van a empezar a chatear y quizás con quién van a hablar, de qué país... me preocupa, es muy delicado, muy difícil”.

-¿Cómo combatirlo?
“No soy psicólogo, pero así, de pura guata, creo que debemos trabajar en establecer relaciones de confianza con los papás. Entre antes uno sepa que el niñito se está metiendo a páginas porno, te facilita para explicarle; porque no va a dejar de hacerlo, pero el esfuerzo de los papás debe estar en mejorar la comunicación, para poder explicarles y guiarlos.
“Las comunicaciones externas (celular, computador, qué se yo) están la raja; pero es en las internas donde está la cagá. El hijo se mete a la pieza y habla con diez amiguitos por Messenger, pero se sienta a la mesa con el papá y no cruza palabra... ¡Tenemos que hacer un esfuerzo allí! Crear las instancias de conversación; hacerse cargo y no taparse los ojos. Hay que avisparse como papá, porque si no te vai a quedar atrás y eso sí es dramático”.

-Volvamos a ti, ¿cómo va tu restorán en Chicureo, Nepal?
"Bien, increíble".

-¿Por qué tanta diversificación?
"Porque me aburro. No puedo estar más de tres horas en un lugar, porque me irrito. Es como vivir la libertad, lo que yo quiero hacer.
“Además, soy muy de emociones. En todas las partes donde trabajo la emoción es importantísima para saber si sigo o no ahí... tengo que sentirme bien emocionalmente”.

Además del canal, el grupo de teatro y el restorán, es director de un magíster en la Universidad del Desarrollo; tiene una empresa con unos amigos que se llama Bookstore; otra con su señora para capacitación; es columnista de La Tercera y la radio Play; está escribiendo un libro; también está metido en el directorio de una fundación que dirige colegios para niños de escasos recursos; es consejero de Wikén, y está metido en un proyecto de un sector cercano a la Alianza para crear un nuevo referente político.

-¿Cómo se produce esta evolución desde salir en las fotos de la candidatura del Presidente Lagos a ser luego uno de los partidarios públicos de Lavín?
“¡Evolución, qué buena definición! Lo que pasa es que soy un marciano, no soy de éstos ni de ésos. Yo, en la centro derecha, hablo y digo lo que quiero, los hago conmocionar... puede ser algo de provocación.
“Joaquín me cae muy bien, encontré buenos seres humanos allí, es emocional”.
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