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Una abuela reinventada

16 de Agosto de 2007 | 16:23 |
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De profesión contadora, a sus 43 años, se manifiesta más que satisfecha con el camino recorrido. Se vinculó a la corporación en 1992 cuando arribó al área de finanzas para llevar toda la parte contable y en marzo de este año asumió su dirección.

Separada hace muchos años, tiene dos hijos, de 26 y 24 años, ambos funcionarios de las Fuerzas Armadas. Casados los dos, la menor la convirtió en una abuela chocha hace poco más de año, y, Fernanda, su nieta, es hoy sus ojos.

“A esta altura de la vida no requiero mucho, mas que dar todo el amor que tengo a mi familia, como mujer y mamá… yo sé que esos enanos me necesitan todavía”, declara.

-¡Cómo!
“Es que uno nunca deja de ser mamá”, dice en tono de excusa.

Reconoce que en los tiempos de crianza le fue difícil compatibilizar las cosas, pero que su disciplina la ayudó a salir adelante (y a lo mejor influyó en la vocación militar de ellos). “Tenía un orden, un régimen increíble (endurece las palabras); era de las que llegaba y paraba el dedo y ellos tenían que responder con las tareas y todo. Era la primera en levantarme y la última en acostarme”, confiesa.

Hoy, más relajada, asegura que obtuvo buenos resultados y por eso, no se complica cuando tiene que postergarse un poco por darles apoyo. De hecho, su hija está casada con un oficial de Ejército que se encuentra en este momento destinado en Haití por 6 meses.

-Supongo que te necesita más.
“Bueno, estoy viviendo con ella; tuve que dejar mi departamento de soltera (se ríe) cerrado y volver a ser mamá. Me llamaran por teléfono 800 veces al día…es poco, pero estamos comunicados”.

-Haciendo vida de solteras ambas.
“Sí, pero esto es complicado. Ellos, en un momento, decidieron tomar las riendas de sus vidas, cuestión que me costó aceptar, qué hago ahora; imagínate que me casé a los 16 años y toda mi vida estuvo en función de ellos y de repente me quedé sola. Bueno, en ese momento me replanteé, me reinventé y cuando lo había hecho me llama mi hija y me dice mamá te tienes que venir a vivir conmigo. Ahora estoy preocupada de una casa, de la cocina y dos perros y ella volvió a ser la guagua que era antes, mamá, pásame eso”.

-Por lo menos sabes que son sólo 6 meses.
“Sí, los cuento todos los días”.

Gabriela Jeldes asegura que su trabajo en la corporación ha sido reconfortante, porque aunque ingresó al área financiera, igual tuvo contacto desde los primeros tiempos con la dura realidad que ven todos los días. No puede dejar de recordar el impacto y gran dolor que experimentó cuando vio llegar a una madre con su hija de 3 años en brazos, toda ensangrentada, pidiendo ayuda a gritos porque había sido violada.

-¿Cómo has vivido esto?
“Es fuertísimo. Llegaba todos los días a mi casa y daba gracias a Dios por el hecho de que mis hijos estuvieran bien. A mí la corporación me ha dado mucho”.

-¿Te hizo cuestionarte como mamá?
“En muchas oportunidades, más cuando te quedas sola. Tuve un matrimonio bastante malo y la corporación me ayudó porque vivíamos cierto tipo de agresión del papá hacia nosotros, como familia. Estar acá me ayudó muchísimo”.

-¿Te volviste más aprensiva?
“No (duda)… recapacité frente a algunas situaciones y trataba de no cometer errores. Esto te hace tomar acciones… ponte tú, con las nanas, en un momento las evité, ¡pum! Se cortaron las nanas; la casa daba lo mismo, desde el momento en que mis chicos pudieron calentarse su comida en el microondas, se acabaron.
“Cuando estás metida aquí te asustas, pero tratas de no encerrar a tus hijos en una burbuja”.

Se autocalifica de un roble y asegura que eso la ayuda a enfrentar el día a día.

-Pero en algún momento llorarás.
“Lloro mucho, pero me paro, no se puede…”

-¿Hay algo que te ayude a aliviar ese dolor?
“Mi nieta, tengo una vida familiar muy rica, agradable. Tengo una diferencia de edad muy corta con mi hija a si que nos gusta la misma música, vamos a los mismos lugares, a los pubs, sus amigos son mis amigos”.

No cocina –“ojalá todo sea desechable y al horno”-, tampoco hace manualidades, pero su tiempo libre lo destina a viajar y descansar en la costa.

“Todo lo que no hice antes lo estoy haciendo ahora. No sé, esas cosas como loca… me voy a Buenos Aires este fin de semana y me voy, no le digo a nadie”, dice con una sonrisa.


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