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Cuatro hitos que marcan a los nuevos adolescentes

12 de Octubre de 2006 | 16:05 |
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Primer hito: conservadores e individualistas

Para la socióloga Paula Barros, directora de la Escuela de Sociología y del programa 'Familia e Intimidad' de la Universidad Diego Portales, el conservadurismo y la cautela con la que los adolescentes se proyectan es fruto de la consolidación por la que atraviesa el país. "Son hijos de la estabilidad, y por eso se muestran más conservadores, porque el modelo les acomoda", argumenta.

Llama la atención que ante la pregunta "¿cuáles son las tres características que mejor te definen?, chicos y chicas se inclinen por "alegre" (40%), "sociable" (11%) y "tranquilo" (11%). Más atrás quedaron "inteligente", "crítico", e "inquieto", y, relegadas a los últimos lugares de la lista, las opciones "participativo" y "solidario".

¿Cómo una generación que se está haciendo cada vez más partícipe del cambio social no se siente ni solidaria ni participativa? "Pasamos de jóvenes absolutamente idealistas a unos más individualistas. Hay una postura más centrada en el hogar, en el hacia dentro. Sí existen algunas cosas que los motivan, como lo que vimos en el conflicto escolar, o en la ecología, pero no es una actitud generalizada y uniforme", argumenta la pediatra Verónica Gaete, directora del Centro Ser Joven y de la Unidad del Adolescente de Clínica Las Condes.

Con respecto al futuro, el 70% de los encuestados se ve casado y un 89% con hijos. ¿Sus grandes miedos? A la muerte de sus padres, seguido del embarazo adolescente, el temor a fracasar en el colegio y a caer en una depresión.

Sin embargo, ni ellos ni ellas viven su adolescencia pensando en buscar pareja. Es más: sólo un 3% asocia este período a un buen tiempo para emparejarse. "Éste es un tiempo para experimentar", reafirma Pier Paolo Sanhueza. A sus 15 años, ni siquiera se imagina un futuro cercano con señora e hijos. "El amor de pareja es importante a esta edad, pero no es el minuto para que te llegue el momento, te sientas enamorado. No quiero quedarme sólo en una cosa, sino descubrir muchas. Me veo casado más bien a los 30, y con hijos a los 34".

Segundo hito: más apegados a sus padres

Un 42% de los jóvenes asegura que se refugia principalmente en sus padres cuando tiene algún problema. Los definen, además, como "comprensivos", "apoyadores" y "buenos guías", una tendencia que se contrapone con la visión de antaño del púber que rehuía de ellos.

No es que hoy la situación sea distinta: los roces entre padres e hijos siguen existiendo a la hora de generar consensos sobre cuáles son los límites, los derechos y las obligaciones, y el estudio así lo muestra: un 69% de los encuestados opina que la incomunicación con los padres es el principal problema al que se ven enfrentados. María Jesús Casacuberta, por ejemplo, cuenta que a una de las personas que más confianza le tiene es a su mamá. "Me conoce perfecto: sabe cuándo estoy mal, cuándo estoy feliz, cuándo estoy mintiendo". Sin embargo, le molesta la contradicción en la que caen sus papás cuando están negociando algún permiso: "Por ejemplo, si les pido tener un perro, me ponen como condición que sea hembra. Cuando me consigo una hembra, me dicen no, las hembras son complicadas, mejor un macho. Cuando llego con el macho, me dicen ¿sabes qué? Mejor no queremos perro. ¡¡Qué rabia!!", dice entre risas.

La relación padre-hijo, en esencia, sigue siendo la misma, pero ha habido algunas transformaciones en los últimos años. "Estamos frente a una generación canguro, que se está yendo cada vez más tarde de la casa, porque se está enfrentando a condiciones más difíciles para poder independizarse, tanto por el aumento de las necesidades de estudios para acceder a trabajos 'decentes' como también por sus mayores exigencias en relación a lo que esperan de la vida adulta. En este escenario, los papás tienen un rol mucho más significativo de orientación y apoyo que el que tenían los papás de un chiquillo que a los 18 ya estaba viviendo por su cuenta", explica la doctora Gaete.

También ha influido que los padres busquen cercanía con sus hijos. Esta se refleja al evaluar la educación sexual: los adolescentes le ponen un 3,7 a la recibida en el colegio, un 5,0 a la recibida por los amigos y un 5,2 a la entregada por la familia. "¿Habrán considerado las generaciones anteriores que la familia era la mejor instancia de educación sexual? Ahí está el cambio. Se ha abierto un espacio de diálogo distinto, un aporte para los jóvenes".

Tercer hito: más sensibles al estrés y la depresión

El estrés y la depresión son un tema recurrente entre estos adolescentes. Por un lado, en sus respuestas consignan que uno de sus grandes miedos es tener angustia y depresión - especialmente las niñas- y por el otro, sienten que el estrés es la segunda amenaza a la adolescencia, después del consumo excesivo de alcohol y drogas.

Angustia, depresión y estrés están directamente relacionados con la exigencia a la que están sometidos. Es más, al momento de definir cómo ven a su colegio, un 34% siente que el ambiente que se vive en su interior es "competitivo", una característica que se acentúa entre quienes asisten a colegios particulares pagados y que termina ejerciendo una enorme presión sobre ellos. "Claro que tenemos miedo de que nos vaya mal en el colegio", asegura María Jesús, "aunque quizás es menor al miedo a perder a la familia y a los amigos. Pero el colegio es importante porque nos marca el futuro, y de ese futuro creo que depende en parte mi felicidad".

La doctora Viviana Herskovic, siquiatra infanto-juvenil de la Clínica Siquiátrica de la Universidad de Chile y del centro Ser Joven, evidencia que los casos de depresión en esta edad han ido en aumento en los últimos años, ya que se ha reconocido como una enfermedad que sí puede afectarlos, y además cada día son más los jóvenes multiexigidos. "Se les exige ser bonitos, inteligentes, deportistas, que entren a la universidad y sean exitosos en lo académico. Son una generación sometida a demasiadas presiones, y muchas veces se sienten incapaces de cumplir con las expectativas de los padres. Es una generación a la que le ha tocado difícil", apunta.

Eso los ha vuelto más propensos a desarrollar trastornos depresivos, ansiosos y de alimentación, junto con ser más vulnerables a caer en algún tipo de adicción. Por eso, la siquiatra apunta a que los padres estén atentos a la salud mental de sus hijos. "Se estima que durante la adolescencia hasta el 20% de los jóvenes puede desarrollar una depresión, y esta se asocia a suicidios, una de las principales causas de muerte entre adolescentes".

Cuarto hito: más abiertos al conocimiento

Con un promedio de 2,3 horas diarias frente a internet y 2,6 horas dedicadas a chatear, esta generación, como ninguna otra, ha sabido apropiarse de las nuevas tecnologías. Y mientras los hombres - más lúdicos- consideran al computador como su bien más preciado, las mujeres - más sociables y comunicativas- prefieren el celular.

Tanto Pier como Fernanda y María Jesús son enfáticos al defender la comunicación cara a cara. "Claro que es mejor hablar en persona", dice Pier, "pero a través de MSN puedes mandar archivos y esas cosas, es cómodo". "También hay mucho de moda en esto", agrega Fernanda.

Ya sea por gusto, moda o comodidad, este acercamiento entre los jóvenes y la tecnología ha permitido que los jóvenes tengan una nueva forma de relacionarse con el mundo. La socióloga Paula Barros cree que este nuevo escenario ya está afectando la forma que los colegios tienen de impartir conocimientos; de ahí que estos alumnos, que nacieron con el mouse en la mano y aprendieron desde chicos a navegar por internet, sean mucho más cuestionadores y disconformes con el sistema de enseñanza que se utiliza en sus colegios. No por nada, el 15% de ellos siente que uno de sus principales problemas es las dificultad de adaptación y aprendizaje en su colegio.

"Creo que los colegios están en un momento de definición, porque con internet los niños saben mucho más, hay miles de herramientas nuevas. Es un período para cuestionarse los contenidos, las formas de abordarlos y las estrategias que se toman. El problema es que los colegios están cada vez más competitivos y en una lucha por entregar información en una sociedad que ya está llena de información. La pregunta que deberían hacerse los profesores no es qué contenidos les enseñamos a los alumnos, sino cómo les enseñamos a apropiarse de esos contenidos, a analizarlos, sintetizarlos. Este es un tema conflictivo, y que cada día genera más estrés en los alumnos, debido a las presiones del modelo", asegura.

Están más presionados, es cierto. Pero también han aprendido a demandar sus derechos. Así lo ve la siquiatra Viviana Herskovic: "Son más críticos con sus profesores y con sus padres, pero eso no es malo. Es producto de ser más pensantes, mejor informados, e hijos de una sociedad netamente individualista, donde los derechos tienen mucho peso. Pienso que ahora los adolescentes tienen más derecho a expresar su opinión, a pesar de mostrarse más conservadores en otras instancias de su vida. Antes, que ellos hablaran se consideraba una falta de respeto. Ahora, son una generación que pueden exigir unos profesores como corresponde, unos padres como corresponde. Ya están acostumbrados a exigir".
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