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Desde chiquitito, amurrado y díscolo

30 de Octubre de 2006 | 11:27 |
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Moreno, flaco y con unos ojos negros muy profundos, Pablo Macaya nació el 29 de agosto de 1967. “Soy virgo y cabra en el horóscopo chino; de ahí debe venir lo porfiado”, dice.

Estudió en el “San Ignacio”, pero dice no conservar nada del espíritu ignaciano y no cree en Dios ni en la vida después de la muerte. Eso sí, reconoce que le quedó la “conciencia social” y que su colegio era “un lugar muy agradable donde se podía debatir, porque eran años en que estábamos con los milicos hasta el cogote y el colegio era más progre; fui muy feliz ahí en esos años de mierda”.

Es el quinto de seis hermanos, todos hombres y bien tradicionales. Recuerda su vida de niño en familia con “harta bulla, harta gente, todos peleando hasta por el vaso de bebida; bien desordenados; era muy entretenido”.

- Cuéntame, qué dijeron tus papás cuando te decidiste a estudiar teatro.
“No les gustó mucho; sobre todo a mi papá no le entraba en la cabeza, lo encontraba poco serio, no le gustaba para nada. Las mamás son diferentes; tampoco creo que le haya gustado mucho, pero apoyaba. Pero ahora están contentos, ven que hago lo que quiero, que me ha ido bien, que vivo de esto, que igualmente estoy contento y no lo cambiaría por otra cosa. Pero en su momento era raro”.

-¿Nadie en la familia había seguido un camino más artístico?
“No, nadie. Montones de hermanos y al único que se le ocurrió algo así... fue bien a pito de escopeta, en realidad. Pero soy porfiado”.

-E inconformista.
“Sí... díscolo... joven discolo”.

¡En todo!
“Sí (reflexiona un rato), sí, en todo”.

-¿También en las relaciones personales?
“Sí, soy quisquilloso con el uso del vocabulario y del lenguaje”.

-¿A qué te refieres?
“Porque escucho lo que me dicen. Encuentro que la gente llega y habla; yo no, no llego y hablo. Soy fregado, soy fregado” (lo repite varias veces).

-¿Siempre, desde chico?
“Sí, parece. Tengo unas fotos por ahí, bien chico y con cara de amurrado. Tengo unas fotos de un verano en la playa... hacía mucho calor y yo estaba con bluejeans, zapatillas, camisa y polerón. Nooo, de chiquitito, amurrado y díscolo”.

-Eso para una pega como la tuya en la que hay que interactuar con mucha gente, debe ser complicado.
“Cuesta un poco, pero también uno aprende a ser humilde, a darse cuenta que no te las sabís todas, que hay gente mucho mejor que uno y que sabe más. Uno aprende a calmar la soberbia y a ser más sencillo”.

-¿Cuáles son tus proyecciones?
“Ninguna, nada. Cero, no. Tengo algunas cosas vistas, conversadas, pero están en el aire. Pero siempre he sido así. Sólo tengo planes para la próxima semana. Es como hacer malabarismo, es parte del oficio esta sensación de estar empezando siempre. Es bueno, porque uno está prendío, está vivo”.

-¿Eres tímido?
“Súper”.

-Tímido y taimado, pobres parejas, no debe ser fácil vivir contigo.
“No, yo creo que no debe ser nada de fácil, porque, además, soy muy enojón”.

-Si te evalúas, ¿estás contento contigo o también te sale lo inconformista?
“Yo siempre quiero más; tengo la sensación de que falta algo, soy muy ansioso”.

-¿Te has terapiado?
“No, no... no. Muy caro, jajaja”.

Aparte del “hobbie del que vivo”, le gusta mucho leer novela; Paul Aster es uno de sus favoritos, también Javier Marías y Bolaño. Además, le encanta la historia, especialmente acerca de la II Guerra Mundial.

Otra de sus aficiones es comprar muebles antiguos y restaurarlos. “No tengo ningún mueble nuevo, nada; todas son cosas que encuentro por ahí y las mando a arreglar o las arreglo yo. Puedo pasarme un día entero en eso y no me doy ni cuenta. Cacho que a eso me voy a dedicar harto ahora”, cuenta.

Se declara absolutamente flojo -no conoce el gimnasio-, pero muy bueno para comer; especialmente choclo, en todas sus variedades. Para controlar el peso, camina.

Aunque tiene pareja, tampoco se proyecta mucho en sus relaciones. “Soy una especie de ermitaño bien sociable, jajaja”.

-¿Esperas tener hijos?
“Algún día, supongo. Bueno, puedo ser papá viejo, como Menem. Ojalá un poco antes, pero tienen que tener mamá y ahí está el problema”.

-¿Por qué? ¿Eres muy exigente?
“No, pa’ na’. No sé, siempre termino peleando. Es que las relaciones hombre –mujer son heavy. A mí me sorprende un poco la gente que se casa y dura mucho tiempo.
“Y a mí me gustan las mujeres y me enamoro a concho, pongo el corazón, la guata, todo. Pero nada es pa’ siempre; tarde o temprano todo termina, se va a las pailas, jajaja”.

Si bien se fue a una parcela, vive solo y sus únicas compañeras estables son sus dos perras, la Pepa y la Mona que, ahora, duermen en el patio, porque hasta hace un tiempo compartían pieza con él. Igual no sabe si en el invierno tendrá corazón para dejarlas afuera.

-¿Vicio privado?
“¿Qué me gusta realmente? (silencio largo) ¡Comer! Ahhhh, ir al estadio a ver a la ‘U’. Es una de las pocas cosas masivas a las que me sumo y participo ¡Encuentro total ir al estadio!
“Pero me encanta comer... ir al estadio y comerme un jamón palta, mientras la ‘U’ va ganado... ¡Total!”
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