EMOLTV

Inseguro incluso a los 39

Joven y buenmozo, se ve bastante menor que sus años; pero no es sólo una cosa física, porque, como el mismo reconoce rendo, todavía no tiene muy claro para dónde va ni lo que quiere para su futuro. Mientras tanto, vive el día, tanto en trabajo como en amores.

02 de Enero de 2007 | 10:42 |
imagen
Llega un poco atrasado a la entrevista y pidiendo disculpas. Es que hace muy poco se cambió a una parcela en Curacaví y todavía no maneja bien los tiempos. Son seis mil metros en los que se recluye cuando no está actuando en televisión, teatro o cine y una casa todavía en construcción a la que se trasladó antes terminar para “ir apurando a los maestros”.

No obstante, decide conversar con PuntoMujer en lugar muy concurrido – ‘Las Lanzas’ de la Plaza Ñuñoa-, uno de los epicentros del “Ñuñork” capitalino, donde se reúnen artistas e intelectuales a todas horas del día. De hecho, varias personas se detienen a saludarlo y con un amigo suyo concreta, incluso, un proyecto para una película que tenían hace tiempo en mente.

Así es Pablo Macaya, un hombre de 39 años y fuertes contrastes; un hombre que todavía no está completamente seguro que lo suyo es la actuación, porque siente que en los períodos sin trabajo es como que dejara de ser actor; un hombre que habla bastante, pero dice poco; un hombre que parece extrovertido, pero, al ir conociéndolo un poco más, se nota tremendamente tímido.

-¿Por qué dices que recién le estás encontrando el sentido a la actuación?
“Es que a mí, por lo menos, me cuesta encontrarle el sentido; me ha costado convencerme de que soy actor; no ha sido fácil desde que salí de la escuela; siempre me he sentido como tratando de hacer algo que, en realidad, estoy intentando hacer”.

-¡Todavía!
“No... ya no, hace dos años ha cambiado un poco la cosa. Lo que pasa es que, por una parte, creo que es muy fácil actuar, encuentro que cualquiera lo puede hacer y eso lo hallo buenísimo; no me parece que haya ninguna ciencia, ningún misterio en eso. Pero, es como pasar a otra etapa, en que uno más que practicarlo se sienta parte del oficio, eso toma un tiempo; no sólo haber hecho dos o tres cosas”.

-No es el caso, has hecho harto más que dos o tres cosas.
“Sí, sí, pero es increíble, hasta hace poco tenía la sensación de que recién había salido de la escuela y ¡no poh!, salí hace harto rato, pero siempre siento como que recién estoy empezando”.

-¿Te has preguntado a qué se debe?
“Creo que tiene que ver con sentirse pleno con lo que estoy haciendo y, eso, a mí me ha costado, me ha costado muchísimo, a pesar de que he tenido mucho trabajo y buenos; cosas que me ha gustado hacer...”

-Y compañía de teatro propia, “La batería”.
“Sí, tengo, pero es que ahora estamos parados, porque no hemos recibido plata, no nos hemos ganado ninguna cosa para poder montar obras. Eso es lo que pasa: mientras no se ejerce el oficio, uno no es nada; no es que sea un actor cesante, no, uno es nada”.

- O sea, son los períodos muertos, los que te complican.
“Claro... y el hacer también; me cuesta encontrar un trabajo que me apasione harto”.

-¿Me estás queriendo decir que trabajas sólo por plata?
“Jejeje... ¡por la experiencia, también!, jejeje” (Lo dice muy irónico). Buscando, buscando...”
“Ahora acabo de hacer una película que fue una experiencia muy enriquecedora, con Andrés Waissbluth”.

-¿La que hicieron en Barcelona? ¿“199 recetas para ser feliz”?
“Sí, ésa, fue una experiencia total. Es una buena película, confío en que va a estar buena y, actoralmente, fue un trabajo de total exigencia y concentración. Fue un desafío lo que tenía que hacer; ahí fui muy feliz. Pero se acaba la película y pasan dos, tres meses en que no tenís nada que hacer, de nuevo...”

-¿Por qué estudiaste teatro, entonces?
“Porque sí no más. Salí del colegio y no tenía idea de lo que quería hacer. Había hecho talleres de teatro en el colegio y era como lo único que me gustaba, pero no estaba muy convencido.
“Estudié un tiempo publicidad y después fui a ver ‘La muerte de un vendedor’, el montaje que hizo Willy Semler con Tomás Vidiella; vi esa obra y dije ¡Yo quiero estudiar ésto y ahí entré a la Católica”.

-Todavía no entiendo.
“Lo que pasa es que ser actor es como un ejercicio; si no lo ejerces, estás como en nada: no eres taxista, no eres micrero... ¡no sirves para nada!

-¿Son muchos los períodos en que te sientes así?
“No, no. Ahora estoy en uno como de un mes sin hacer nada”.

-Pero estuviste haciendo hartas cosas al mismo tiempo, ¿eso no vale?
“Sí, estuve bien ocupadito... es que me baja la ansiedad con la pega, entonces, cuando no hago nada...”

-Vuelta al tema, ¿eres como un poco hiperkinértico, no?
“Sí, súper”.

-Es raro, estuviste grabando teleserie, película, serie nocturna, todo al mismo tiempo y te quedas un mes sin hacer nada y no te lo tomas como vacaciones nada más.
“Sí, es que... ¡Bueno ahí estoy! Tengo hartas cosas pa’ hacer de aquí para adelante, pero cuesta taaaanto. Estoy metido en no sé cuántas películas, pero se demoran, son lentas; entonces, es un ritmo muy lento y a mí me baja la ansiedad.
“Siento que pasa el tiempo y uno no hace tantas cosas, que no tengo tantas oportunidades de trabajo”.

-Pero no te ha ido mal desde que saliste de la escuela de teatro.
“No, no, para nada; no me estoy quejando. Es como querer más en todos los trabajos”.

Continúe leyendo:
La trivialidad de cada día

Desde chiquitito, amurrado y díscolo