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Un sesentavo de segundo para capturar ése detalle

Aunque no desmerece la era digital en la fotografía, es un romántico empedernido y sigue prefiriendo su cámara manual, el blanco y negro y la magia de entrar al cuarto negro para revelar y ampliar. Su estada como "hombre del tiempo" en TVN la atribuye casi a la casualidad, pero es un trabajo que le ha dado vitrina.

06 de Febrero de 2007 | 09:36 |
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Todo en él huele a creación. Ya al llegar a su casa en Providencia llama la atención la decoración del lugar. Es una de esas casas de fachada contigua, pero está pintada de un anaranjado bien fuerte que completa un gran ventanal formado por pequeños bloques de vidrio cuadrados.

Sobre el estacionamiento, una gran terraza de acero, con reposeras y parrilla para asados; es que el espacio no es mucho, pero está increíblemente aprovechado. A la izquierda un pequeño jardín que ahora parece más bien patio de juegos, porque está lleno de los juguetes de sus hijos pequeños. La casa, sólo tiene ventanales que dan al patio y dentro una decoración cuidada en cada detalle, desde las cerámicas de la cocina integrada, las texturas de los pisos y muebles hechos con cortezas y mucho vidrio. Es un hogar acogedor y moderno, con algo de hippie en el ambiente.

Él está en el departamento del fondo que ocupa como taller de fotografía y que siguen la línea general de la casa. Tarda un poco en bajar, pero apenas entra, saluda cariñosamente, como si nos conociera de siempre y pide café para todos; al fondo se escucha llorar a la más pequeña de sus hijas, que tiene pocos meses.

Luis Weinstein Cayuela nació el 24 de noviembre de 1957 en Santiago. Es el mayor de tres hermanos, dos hombres y una mujer. Estudió durante unos años en "La Girouette", pero al poco tiempo los cambiaron a la "Alianza Francesa", donde terminó la educación media.

En ese tiempo ya empezó a hacer sus primeras fotos, pero decidió dedicarse profesionalmente a eso alrededor del año '77. Es que, recién salido del colegio, debió salir al exilio con sus padres y entró a estudiar Licenciatura en Matemática en Buenos Aires. Ellos se fueron a España, pero él y sus hermanos volvieron al país.

De vuelta en Chile, se matriculó en Ingeniería Eléctrica en la Universidad Técnica del Estado (actual Universidad de Santiago). En tercer año de carrera se dio cuenta que eso no era lo que quería y se retiró.

-¿Qué te dijeron tus padres?
Se ríe y los ojos se le achican, como pillado en falta: "Nada... que terminara ingeniería primero, pero no lo hice".

-¿Y?
"Bueno, mi mamá era cardióloga y mi papá psiquiatra, ambos profesionales sumamente destacados; entonces, les llamó mucho la atención esta decisión mía de dedicarme a la fotografía, pero fuimos educados para hacer lo que era nuestra vocación".

-Viniendo de una familia tan "tradicional" en lo académico, ¿te costó tomar la decisión?
"Difícil es, claro. Pero me pasó que, estudiando ingeniería, de repente tuve la sensación de que no era capaz de pasarme la vida en una oficina... eso fue clave. Por falta de información, pensé que el desempeño laboral de lo que estudiaba sería una lata y no estaba dispuesto. Además estaba en la Universidad Técnica y el tema era complicado".

-¿Por la represión que sufrió esa universidad?
"O sea, teníamos un profesor de matemáticas que era un verdadero delator, que decía las barbaridades más increíbles en clases; todo era como bastante amenazante... todo me parecía bien siniestro, ésa es la verdad.
"Me costó dejar la parte del estudio formal, pero la perspectiva laboral me parecía nefasta".

-¿Uno se puede mantener económicamente siendo fotógrafo?
"Sí, estoy vivo, pero es difícil, es súper difícil, bien complicado. Todos los fotógrafos que yo conozco les ha costado mucho.
"Cuando yo empezaba a hacer fotos, Pedro Sánchez me dijo un diez por ciento es el talento y el resto ponerle el hombro y creo que no se equivocaba".

Nunca tomó estudios formales y se declara, orgulloso, autodidacta. "A mí me parece que lo que tiene que ver con la composición y eso, cada uno lo lleva adentro; la parte técnica, cuando uno va en tercero de ingeniería, es cosa de agarrar el manual de la cámara y listo. No hay mucho misterio. Yo sabía química y física de sobra para lo que se necesita para fotografía y la matemática necesaria para entender la óptica y todo eso. De hecho, después hice clase mucho tiempo de esos temas".

-Bueno, hay gente que te considera su maestro, según leí por ahí.
"Jajaja... ¡no tanto como eso! ¡no! Pero yo sabía harto de esas cosas y me gusta harto, además. Cuando me metí a fotografía me di cuenta que era sólo un trocito de algo mucho más amplio que yo ya sabía".

-Eso te ayudó, entonces.
"Claro, me ayudó harto para poder hacerlo bien, pero lo que más ayuda –lejos- son las ganas de hacerlo. Hay gente con mucho menos formación científica o tecnológica que la mía y que son súper buenos fotógrafos, porque suplen esa parte con la voluntad de hacerlo, con la cantidad de trabajo que le dedican; hay todo un tema de dedicación que me parece clave, que es lo más importante, al final".

-¿Cómo te mantienes económicamente, entonces?
"Primero, siendo muy humilde; segundo, austero... es bien complicado. Ahora, con lo digital, peor todavía, porque te hacen sentir que lo tuyo es absolutamente gratuito. En rigor, un fotógrafo profesional es un lujo, aparece casi como un exceso... si ahora hasta con el teléfono puedes hacer una foto".

-Además, con el Fotoshop se puede arreglar casi todo.
"Claro, aparece como la panacea, lo que es realmente falaz, porque –aunque efectivamente con el Fotoshop se puede arreglar mucho- te puedes tardar seis horas; en cambio, una foto está lista en un sesentavo de segundo. Entonces, a la hora de los quiubos, en términos de lucas y de producción, sigue siendo mejor tener un fotógrafo bueno, que pueda resolver bien y que después haga falta diez minutos de Fotoshop y no seis horas".

-¿No sientes que los fotógrafos son mirados un poco en menos?
"No porque no guste lo que uno hace, pero es como que la utilidad social es menos obvia, como que lo que hacemos es prescindible".

Un capítulo aparte en su vida es su trabajo como "hombre del tiempo" en TVN, un campo que por hoy ocupan casi puras mujeres, pero en el que se destaca por su relajo.

-¿Cómo llegaste a la televisión?
"Por un casting. Como he hecho muchas cosas para sobrevivir como fotógrafo, he trabajado mucho con productoras de cine y de comerciales. De allí me llamaron y quedé en la selección entre ciento y tantas personas. De hecho, en la mitad del casting me fui, porque supuse que tenía que saber todo lo que decía; aún así me llamaron y ahí estoy, pero igual estudié metereología".

-Y también periodismo.
"Sí, soy periodista, de hecho. Porque tengo críos chicos y tengo hartos años de trabajo por delante y, en ese sentido, el periodismo te permite manejarte en muchos campos".

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