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Una cineasta que goza con las dificultades de su profesión

La directora y montajista, radicada en París, reconoce que el cine es más difícil para las mujeres. Feliz con su primer estreno comercial en Chile se manifiesta sorprendida con algunos de los cambios que ha experimentado la sociedad chilena.

15 de Febrero de 2007 | 10:29 |
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Su historia podría servir de guión para una de sus películas. El camino recorrido no ha sido fácil, pero está marcado por obras que exploran al ser humano y que dejan un mensaje que vale la pena atender.

Es una de las pocas directoras de cine chileno y como muchas, no ha recibido reconocimiento alguno en su país natal, aunque afuera sus logros se reconocen. Pero Valeria Sarmiento no se inmuta; sigue haciendo lo que le gusta sin desfallecer y por eso, no hace ningún reparo amargo frente al hecho de que por primera vez en Chile, una de sus películas, se estrena en forma comercial pese a que estuvo presente en los más importantes festivales de cine del mundo como Montreal, Berlín, San Sebastián y Venecia, los denominados clase A.

“Rosa la china” narra la historia de un mafioso y una cabaretera en los tiempos de la Cuba pre Castro; en ella, la pasión se entrecruza con la decadencia y como toda la obra de esta directora, no dejó indiferente a nadie y menos al gobierno actual de la isla.

Pensó rodarla 10 años antes de 2001, cuando la materializó, con Raúl Juliá de protagonista. Finalmente, lo hizo con el actor español Juan Luis Galiardo y un equipo de renombre: Paquito D´Rivera en la música y José Triana en el guión. El gobierno de Fidel le dio todas las facilidades del caso durante cuatro meses, pero al momento de la exhibición puso el grito en el cielo ante la presencia, en los créditos, de cubanos anticastristas.

Una polémica similar se levantó en Costa Rica cuando, en 1982, filmó el documental “El hombre cuando es hombre”, una historia que hoy se utiliza para analizar, en las aulas universitarias, el fenómeno del machismo.

Así es Valeria Sarmiento, la única directora de cine que se ha aventurado a filmar una novela de Corín Tellado (le compró los derechos de toda su obra), “Mi boda contigo” de 1984 y que le valió un premio en el Festival de Cine de San Sebastián. O la que ha lucido a Valparaíso en las imágenes de “Amelia Lopes O´Neill”, la película que grabó en 1990 con Franco Nero.

-“Rosa la china” estuvo el 2002 en un Festival Ibermedia, en Santiago, pero recién ahora se estrena comercialmente. ¿Por qué?
“Porque siempre se necesita un distribuidor lo suficientemente valiente para que se arriesgue. Se dio la ocasión en que conocí a Alex Doll (propietario del Normadie) quien me pidió una copia para verla, y yo dije, bueno, probemos. Él afirmó que podía tener una posibilidad acá y compró 6 copias lo que es bastante para Chile. Eso es muy arriesgado”.

-¿Qué explica el retraso? ¿Es considerada cine arte?
“Bueno, mis películas están todas en francés, menos “Amelia” y ésta. Hacer los subtítulos al español hace que sea más caro todo. Doll pensó que por la música de D´Rivera podía ser más accesible para los chilenos”.

Narra con humor la serie de aventuras que corrió para filmar la película, desde convencer a Pepe Triana de escribir el guión hasta lograr el permiso en Cuba para que aceptaran que Paquito hiciera la música. “Los cubanos se anduvieron enojando conmigo así creo que no puedo ir a Cuba”, dice entre risas.

-¿Así de azarosa es tu producción?
“Siempre he tenido problemas. Cuando hice “El hombre cuando es hombre” en Costa Rica el embajador de ese país escribía artículos en L´Monde diciendo está no es la imagen que queremos de nuestro país, no somos tan machistas. ¡Mentira!”

Valeria Sarmiento entró a estudiar filosofía en la Universidad de Chile de Valparaíso a fines de los ´60 y cuando en el 1968 se abrió, en la misma casa de estudios, la carrera de cine no lo dudó un minuto. Ahí tuvo de profesor a Aldo Francia, autor de “Valparaíso mi amor”.

-¿Qué te llevó a ese mundo?
“El cine me fascinaba desde que tenía 4 años. Empecé a ir al cine y veía de dos a tres películas por semana a partir de los 5 años en adelante. Partí por filosofía porque no había ninguna posibilidad de estudiar cine en la época y la primera escuela que se abre fue la de Viña, gracias Aldo Francia. Alcancé a estudiar dos años y después ya empecé a trabajar.
“Fue un milagro que se abriera esa escuela ahí, en ese momento, porque si no me habría quedado siempre con las ganas de hacer cine”.

-¿Cómo explicas tu persistencia en esto? Da la impresión de que para las mujeres es más difícil hacer cine.
“Es más difícil, lo reconozco, pero en Europa es más fácil que acá; hay más posibilidades, muchas veces se presentan proyectos a comisiones y no se preocupan de si es mujer u hombre. Si vale la pena te lo dan, hay menos prejuicios”.

-¿Y eso por qué? ¿No se confía de la mirada femenina en el cine?
“Se piensa que las mujeres no son capaces de dirigir un equipo donde la mayoría son hombres. Todavía los técnicos son en gran medida hombres y cuando se hace una película tienes que dirigir 50 personas y piensan que las mujeres son muy frágiles para eso, lo cual no es cierto”.

-¿Eso explica que tu currículum tenga más créditos como montajista (editora) de películas que de directora?
“No, lo que pasa que es difícil dirigir películas todo el tiempo, entonces para no abandonar el cine –que me fascina- hago entremedio montajes. Así estoy siempre en contacto con el cine y eso es esencial para alguien que quiere hacer cine”.

-Sí, pero ¿eso no lo hacen los hombres?
“Lo hacen en cierta medida, pero en cierto punto yo sigo que lo que decía Godard: la persona que hace cine, tiene que estar siempre cine, sino no es cineasta y yo creo en eso, es absolutamente cierto. Creo que hay que siempre estar preparando proyectos o montajes o filmando”.

La obra de Valeria comprende un material variopinto. Su debut se dio en 1972, en plena UP, con un documental sobre las chicas que hacían strip-tease en esa época. “Un sueño como de colores” causó polémica porque no era de temática política en un mundo extremadamente ideologizado.

Le siguió, ya en el exilio, el cortometraje “La dueña de casa” que mostraba a las mujeres que permanecían aisladas de la realidad en pleno gobierno de Allende. Después vinieron “El hombre...”, “Mi boda contigo” y el policial “El desconocido de Estrasburgo” con Ornella Muti, y los documentales “El planeta de los niños”, “Mujer latina” y “El derecho de soñar”.

-¿Qué refleja más tu alma? ¿Hacer documentales o películas?
“Yo soy como Jekyll y Hyde; por un lado, los documentales son mi contacto con la realidad y la ficción es mi contacto con el sueño.
“Son dos mundos que se alimentan; cuando he hecho una ficción me dan muchas ganas de volver a la realidad y hacer un documental y a su vez, cuando, he hecho un montaje o documental me dan ganas de volver al otro mundo para encerrarme y hacerla”.

-¿Y esto por qué?
“Necesito moverme en los dos planos, supongo que será un poco mi carácter”.

-¿Qué explica tu alta presencia en festivales de cine?
“No sé, mis películas son como extrañas, son un poquitito atípicas; quizás porque están hechas por una mujer, quizás porque son historias que mezclan dos mundos. Siempre he tenido la suerte de que los críticos las consideren bien”.

Esta autora vive hace más de 30 años fuera de Chile, pero va y viene de tanto en tanto. Eso le ha permitido observar algunos cambios en el mundo de la producción nacional, pero no la animan a aventurarse con juicios críticos.

-¿Cómo te explicas que en Chile hayan tan pocas mujeres directoras de largometrajes?
“Están apareciendo más. Creo que se considera a las mujeres más frágiles para montar proyectos económicos grandes e insisto, trabajar con equipos masculinos. También, todavía hay pocas cameran mujeres; sonidistas están apareciendo un poco más, pero los técnicos siguen siendo masculinos.
“Donde la industria es más grande es Estados Unidos y ¿cuántas mujeres hay haciendo cine? Muy poquitas; en el cine europeos hay más y entre los jóvenes cineastas franceses hay más mujeres que hombres. Eso es una maravilla y las escuelas de cine han sido un gran factor para que las mujeres entren en este mundo”.

-¿Lamentas que en Chile tu obra sea poco conocida? Es poco difundida.
“Es normal (con tono de resignación). No tengo una obra taaaaan enorme como para que se vea acá. Ahora existe la posibilidad de que vayan llegando poco a poco las cosas; en la medida que se interesen, con Alex Doll, habíamos hablado de la posibilidad de traer algunos documentales”.

-¿Cómo ves el cine chileno hoy día?
(Se encoge de hombros) “Todos me hacen la misma pregunta... pero es que he visto tan poco. Me da no sé que opinar.
“Algunas películas han llegado allá, al Festival de Biarritz, me han hablado de algunos y voy a tratar de verlas”.

-¿Cuáles son tus próximos proyectos?
“Quiero filmar en septiembre en Chile una ficción. Sería la primera película contemporánea, se trata de una comedia que se llama “Secretos” por el momento”.

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