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Las 4 actitudes que matan el amor

No sólo las peleas agreden una relación amorosa. La defensividad, la crítica extrema, la indiferencia y el desprecio mutuo, "los cuatro jinetes del Apocalipsis", como los llamó el sicólogo norteamericano John Gottman, son las conductas que predicen el fracaso de una pareja. ¿Cómo evitar este desenlace? Un grupo de especialistas entrega claves para salir fortalecidos de la crisis.

16 de Enero de 2007 | 17:24 |
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Cuatro son las dinámicas que diferencian a una pareja satisfecha de otra que termina separándose. En las que van mal, abundan el criticismo y la defensividad - que suelen darse juntos- , y a ellos se une el desprecio y la indiferencia.

A esta conclusión llegó el connotado sicólogo norteamericano John Gottman, profesor de Sicología de la Universidad de Washington, después de haber estudiado la forma de convivencia de más de 130 parejas occidentales. Y a estas actitudes las denominó "Los cuatro jinetes del Apocalipsis", ya que cuando están presentes en una relación - en niveles elevados y durante mucho tiempo- , son predictores altamente probables del fracaso de esa relación, si es que la pareja no hace algo por reparar el daño.

Esta teoría, formulada hace ya varios años, está siendo cada vez más asimilada por los terapeutas de pareja chilenos. Y es que día a día ven más pacientes en los que el criticismo, la defensividad, la indiferencia y el desprecio son formas de reaccionar que se van gestando desde el comienzo de una relación amorosa, y se agudizan en momentos vulnerables para la pareja, como los preparativos del matrimonio, el comienzo de la convivencia y la llegada del primer hijo. "También hay circunstancias como la cesantía, los problemas económicos, las enfermedades, la muerte de gente cercana, la adolescencia de los hijos... acontecimientos que hacen a las parejas preguntarse, ¿y cómo lo vamos a hacer ahora? En esos momentos, las diferencias son algo difícil de administrar, las parejas comienzan a pelearse la verdad y en ocasiones el modo de reaccionar es con algunas de estas actitudes", argumenta Soledad Torres, terapeuta de parejas del grupo Reencantar.

¿De qué depende que una pareja haga de esta dinámica de criticarse, defenderse, ignorarse y despreciarse una manera crónica de relacionarse? Diana Rivera, profesora de la Escuela de Sicología de la Universidad Diego Portales y terapeuta del Instituto Chileno de Terapia Familiar, explica que inciden varios factores, entre ellos la interacción que cada miembro de la pareja haya vivido en su niñez y con su familia. "Si vienes de una familia donde estaban instaladas la crítica, la defensividad y el desprecio, tienes una mayor posibilidad de desarrollar esas estrategias a la hora de afrontar las dificultades".

Otra dificultad que enfrentan las parejas es su incapacidad para bajar el tono emocional de las peleas. "Si ninguno de los dos tiene la capacidad de apaciguar, de buscar una salida provechosa, las cosas se hacen más difíciles. Todos tenemos ciertas habilidades, pero las vamos utilizando según el contexto emocional que tengamos. Así, si un miembro de la pareja es muy crítico y el otro es muy sensible, la dinámica que por supuesto se va a dar es la de crítica/defensividad", explica la especialista.

Estas trabas en la relación, argumenta, se acrecientan cuando uno o ambos no son capaces de desarrollar un espacio de intimidad con el otro, que le permita compartir a plenitud todo lo que le sucede. "Hay personas a las que les es mucho más difícil tener contacto íntimo con un otro, que es una habilidad que se desarrolla desde muy temprano, en la infancia, y que se expresa finalmente en la constitución de una relación de pareja, en una capacidad de apertura y acogida hacia el otro, de preocupación. Esto trae como consecuencia la evitación por parte del que es incapaz de desarrollar este espacio. Y la gente evitadora probablemente ocupa más la indiferencia y la falta de valoración hacia el otro".

Una situación similar viven quienes sufren lo que la terapeuta llama daño al apego: "El apego es la necesidad de contar con otro capaz de proporcionar calma cuando se está en un estado de estrés, de necesidad, de dolor, de ansiedad. Si una persona está con con una pareja estable y siente que tiene un problema y que no puede contar con su ella, entonces está en un problema. Su soledad es doble".

"No existen parejas que no hayan vivido algunas de estas dinámicas en un momento de sus vidas", sentencia la sicóloga Marcela Stekel, terapeuta de parejas del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile (INC) y del Instituto Chileno de Terapia Familiar. Para ella, como para los otros especialistas entrevistados, la idea de estas cuatro actitudes que van erosiando el amor tiene sentido en las parejas nacionales. Aprecia que lo que más se da es la dinámica criticismo/defensividad, donde son las mujeres más propensas a criticar, y los hombres a defenderse. La indiferencia también se da más en los hombres. "Ellos pueden usar más habitualmente que las mujeres el bloqueamiento afectivo, porque han sido educados para suprimir sus emociones de vulnerabilidad", describe Diana Rivera.

De los cuatro jinetes, la indiferencia y el desprecio son los que tienen peor pronóstico, afirma la terapeuta Gianella Poulsen, coordinadora del equipo de investigación de Terapia de Parejas de la Universidad del Desarrollo y miembro de la Unidad de Sicoterapia de Adultos de la Universidad Católica. "Las parejas que tienen una mayor probabilidad de separación son aquellas en que se manifiesta desprecio por el otro, ya sea a través de burlas, gestos irónicos, sarcasmos, remedos e indiferencia. Lo que uno ve en sesiones es que, mientras uno está fuertemente conmovido, incluso llorando, el otro ni lo mira, se mantiene insensible".

Así, estas cuatro interacciones van atentando contra una necesidad básica al interior de cada miembro de la pareja, que es la necesidad de sentirnos aprobados, aceptados y valorados por el otro. "Los cuatro jinetes transmiten básicamente rechazo. Si bien no es posible evitar todo rechazo a la pareja, cuando este se hace sistemático y total, y no hay reparación, se convierte en motivo de preocupación", acota Soledad Torres.

Pautas para llevarse mejor

Si bien todas las parejas conocen de cerca a los cuatro jinetes en algún momento de su vida, las herramientas que usen para enfrentarlos determinarán qué tanto daño pueden llegar a causar en la relación. "Las parejas que se llevan bien también pueden vivir dinámicas de criticismo e indiferencia, pero no llegan a vivir el desprecio; no así las parejas más fracturadas, que no son capaces de salir de su dinámica de agresiones", argumenta la sicóloga Marcela Stekel.

Las parejas bien avenidas, explica la terapeuta, enfrentan a los cuatro jinetes con las llamadas "conductas reparatorias": un mecanismo para bajar la intensidad de las discusiones, sacando un aprendizaje conjunto, y utilizando instancias como el humor, los cuidados y los afectos. Cualquier gesto puede ser un intento de reparación, dice la sicóloga. Lo importante es que, en el código de cada pareja, signifique una suavización de los afectos, un interés por el cuidado del otro y de la relación. Y, lo más importante, que el afectado se sienta reparado, independiente del tiempo que se tome.

Soledad Torres explica que ajustarse a una dinámica de pareja equilibrada, donde ambos respeten sus espacios personales y a la vez trabajen por el espacio en común, requiere trabajo y aprendizaje. "Las relaciones de pareja son como un sillón que ambos deben compartir. Hay parejas que se sientan en los bordes, tratando de dejar espacio. Otras se pelean cada centímetro, y en otras uno se reduce para dar espacio al otro. A unos les cuesta aprender a sentarse; a otros, poner límites, y a otros comprender esto como un proceso dinámico, que sufre ajustes durante la vida".

Todas las parejas, independientemente de la posición con la que se identifiquen, pueden aprender a llevarse bien. La clave está en aprender a relacionarse con el otro de una manera, "en la que se pueda transmitir al otro: me importas; eso no necesariamente significa tener que resolver todos los conflictos", ejemplifica Soledad Torres.

Lo primordial es aprender a discutir sólo por conflictos razonables. "Un porcentaje muy alto de las discusiones presentes en una relación son problemas perpetuos que nunca se resuelven, porque la gente no puede cambiar cosas intrínsecas a su existencia. Si yo estoy en un segundo matrimonio y al otro le duele que yo tenga hijos de mi primera unión, eso no tiene solución. Pero muchas parejas malgastan su tiempo en todas estas cosas que no tienen solución. Las parejas saludables, en cambio, gastan tiempo en solucionar sólo lo que tiene remedio, y aprenden a sobrellevar el resto", ilustra la sicóloga Marcela Stekel.

La terapeuta Gianella Poulsen, quien está desarrollando una investigación sobre los factores protectores del vínculo en pareja, acota otras dos habilidades a desarrollar: saber enfrentar y resolver los conflictos y exponer lo que se siente en cada discusión. "Ambas tienen que ver con el aprendizaje de la pareja para interrumpir las discusiones a través de diversas formas - como tomar distancia y pedir hablar después, o usar el humor para distender el clima tenso- , y que los dos entienden como un intento por suavizar la relación. Otra herramienta útil es hacer hacer concesiones y admitir cargos, decir: sí, reconozco que fue mi error''.

Para su investigación de doctorado, la sicóloga Diana Rivera entrevistó a cien parejas chilenas. En ella, los consultados identificaron la positividad como la habilidad pro-relacional que les reportaba mayor satisfacción conyugal. ¿Qué es la positividad? "Es colocar afectos gratos que generen ambientes de apertura, de afecto, de confianza en la relación. Cuando una pareja ha estado llena de conflictos y no ha incurrido en nada positivo en su relación - entrega, cariño, afecto, generosidad- , al enfrentar una época difícil no tiene a qué recurrir. Por eso, llega un momento en que siente que han tenido más problemas que momentos gratos".


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