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Un "foul" que le duele a la pareja

Cuando el fútbol se toma la pantalla, más vale una adecuada planificación familiar para así evitar "caras largas".

13 de Marzo de 2007 | 16:07 |
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No cabe duda, los fanáticos del fútbol gozan con la programación televisiva. Mientras ellas, las señoras de los fanáticos, observan y ejecutan sus tácticas: algunas aprovechan de hacer su vida; otras, tratan de distraerlos; varias, lo pasan pésimo.

El marido de Lilian Denham (27) es todo un hincha, aunque ella afirma que no le molesta tanto que vea los partidos por televisión, "porque así al menos está físicamente presente. Lo que me liquida es cuando tiene liga los domingos".
Por lo mismo, el problema se les viene encima, confiesa su esposo, Ricardo Yáñez. "Es que pronto retomaré la liga, entonces tendré que jugar a las 12:00, después almorzaremos y a las 16:00 habrá un partido bueno en TV que voy a querer ver".

Aunque él ha ido cediendo un poco, siguen siendo "días complicados". "Reconozco que no hago mi propio panorama, que vivo la pataleta sola y después de que vio todos los partidos, viene mi descarga. Antes, relleno el tiempo arreglándome el pelo o durmiendo, pero sin disfrutar mucho".
Que el fútbol llegue a alterar la convivencia en el hogar depende mucho de la dinámica familiar, de los roles que cada uno ejerza en las actividades de fin de semana y de las expectativas asociadas.

"Hay señoras que a diario cuentan tan poco con su marido, que no les influye un partido más o menos. Pero si la mujer tiene la expectativa de que el fin de semana es para la familia, para hacer cosas pendientes, de que todo el tiempo que sobra es para estar en pareja y es poco flexible al respecto, probablemente se frustrará al no tener al otro 100% disponible", explica la sicóloga Bárbara Placencia. Peor si hay niños y se siente que debe entretenerlos, mientras el papá se divierte.


En defensa propia

Por su parte, muchos futboleros se defienden, asegurando ser capaces de transar y dejar de lado un partido si es que hay otro compromiso. Siempre que no juegue "La Roja". Así y todo, cuentan que a veces igual les ponen "mala cara" si sintonizan otros encuentros.

"Según mi señora, paso viendo fútbol. Pero si estoy flojeando en casa y hay un partido bueno, obvio que lo veo, no es que deje de hacer algo que tengamos planeado", dice Álex Carvajal (34).

"Es verdad -asiente su esposa, Karem Ruz (34)-, por eso trato de sacarlo y tenerle otro panorama".

"La Ale a mí me entiende mejor cuando juega Chile, y casi siempre me acompaña con algo para picar. Diferente es con los otros partidos y, definitivamente, no me deja verlos en la pieza. Voy al living", añade Mauricio Benítez (30).
"Es que el solo sonsonete de los comentaristas me revienta", responde Alessandra Kahn (26), su señora.

Y ambas concuerdan: "Ven los mismos goles mil veces, y a una la dejan sin poder entender ni una noticia entera".

La sicóloga y terapeuta familiar del centro sicológico Espiral, Andrea Pomés, estima que estos "impasses" se resuelven siendo generosos unos con otros. Para ello, hay que aprender a expresar en términos claros lo que cada uno siente y necesita, sin descalificar. Sólo así se ordena la conversación y despejan los temas.

"Es cierto que a veces estamos muy sobrepasados y nos cuesta dar y ser generosos. También pasa que resulta difícil oír que el otro desee estar solo o con amigos, pues nos sentimos abandonados. Pero si hablamos reconociendo esas dificultades y no poniéndolas en el otro, es más posible sentirse acompañados", aconseja la sicóloga.

Gonzalo Taboada (37), por ejemplo, declara abiertamente lo importante que es el fútbol en su vida y, aunque persisten algunos roces con su mujer, ya lo conoce: "Lo llevo dentro de niño. Verlo y practicarlo es un escape al estrés. Me ahorro doctores. Además, cada uno debiera tener cierta independencia en el matrimonio".

Los conflictos muchas veces se agudizan porque la mujer -a diferencia del hombre- "no es tan cultivadora de sus espacios propios una vez que tiene pareja, pues entrega sus hobbies en aras de la cosa familiar. Entonces, suele pasar que terminan aburriéndose o sentándose al lado del marido, aunque no les guste el fútbol", dice Bárbara Placencia.

Por eso, una forma de evitar tensiones es preparar el terreno y no esperar a ver qué pasa en el momento. Por ejemplo, se pueden acordar cuáles son los partidos "imperdibles", para entonces evaluar alguna solución creativa (un asado con amigos en casa) o permitiéndole a la mujer que organice su tiempo. Este diálogo es esencial cuando hay niños, pues se hacen testigos de un modo respetuoso de resolver diferencias y aceptar las individualidades de cada uno.

María Elena Valenzuela (30) es más dependiente de su marido en términos de entretenimiento, pero trata de no complicarse. "No soy de amigas, pero me voy a la casa de mi mamá o invento cualquier cosa para hacer en la mía. Lo echo de menos, pero no le negaría un partido, porque lo conocí así. Y en ocasiones, él lo ha cortado por mí, aunque le duela el alma".


Sin "fair play"

A Patricia Fernández (35) le carga "brujear" a su marido por el fútbol. Además, entiende que los "intensivos" de copas internacionales suceden cada 2 o 4 años y que, por ende, no hay que ser tan rígida. "Parto con mi hija de compras, organizamos reuniones de amigos o, si tenemos un compromiso, me voy no más y él llega después".

Distinto es si el fanatismo dura todo el año y no hay punto de acuerdo. En ese caso, cabría preguntarse si se están dando los espacios y tiempos reales para la relación de pareja, recalca la sicóloga Bárbara Placencia.

Y si la dificultad se hace crónica, agrega la terapeuta familiar Andrea Pomés, tal vez habría que pedir ayuda para "aprender a construir un modo de diálogo que les permita abordar y resolver ésta y otras desavenencias".
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