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Una ayuda no paternalista para salir de la pobreza

La gerenta general de Finam explica que las mujeres que emprender un negocio deben enfrentar el problema de no poseer patrimonio que poder hipotecar. De ahí que la familia o instituciones como la que dirige son fundamentales.

08 de Agosto de 2007 | 13:39 |
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Así como existe el banco de los pobres, también existe el de las mujeres. En versión menos vistosa, pero igual de efectiva, en Chile, funciona desde hace más de 15 años el Finam, una institución destinada a apoyar los proyectos productivos de las micro y pequeñas empresarias.

Su trabajo no es menor cuando es sabido que la actividad remunerativa de la mujer se ha convertido en un factor fundamental para elevar los estándares de vida de las familias pobres y de clases media pues ese segundo ingreso suplementa ítems tan importantes como la educación. Y qué decir cuando estamos frente a una mujer jefa de hogar; ahí estamos hablando del único ingreso que asegura la subsistencia.

Isabel Infante, gerenta general de Finam- Chile, tiene lo anterior muy claro. “El micro crédito es una actividad especial; todos los que se incorporan a esto lo hacen para poder solucionar problemas de pobreza, de falta de igualdad. El micro crédito llevado de una manera paternalista no tiene ningún sentido porque no ayuda, pero en la medida que se le enseña a la gente a salir adelante por sus propios medios, se obtienen resultados, logrando dar ellos, grandes pasos”, señala.

-¿Qué condiciones necesita una mujer para emprender un negocio?
“Lo primero, tener la idea, y después tener las ganas de seguir adelante a todo evento, porque si se aminala antes las dificultades ahí se va a quedar. Lo que le oyes a todas las mujeres que han emprendido y que están vigentes, es que ante todas las adversidades supieron salir adelante, supieron seguir y no echarse a morir”.

-Hablas de no aminalarse ante la adversidad, ¿son muchas?
“Sí, son dificultades para concretar la idea, dificultades para formalizar su negocio y no desmayar ahí ante la cantidad de trámites que se necesitan hacer. Tampoco aminalarse por la falta de capital y ver por todos los medios como suplir eso, porque, generalmente, la necesidad de emprender va acompañada a la necesidad de generarse los recursos”.

-¿Ésa es la principal traba de las mujeres, poder acceder al crédito?
“Sí, porque no tienen historia crediticia. Esto, generalmente, parte con una mujer profesional, si es que lo es, que tiene una cuenta corriente en un banco. Sólo cuando empieza a generar ingresos y compra cosas los va a poder utilizar para pedir luego un crédito, ése va a ser su respaldo. Pero si tiene un sueldo modesto y va gastando lo que gana y no se preocupa de formar un patrimonio, cuando quiera independizarse no va a tener con qué demostrar que fue capaz de generar y acumular”.

-Entonces, ¿con qué parten? ¿endeudándose con el marido, con un pariente?
“Generalmente. Te diría que la familia es la gran proveedora de capital para los nuevos negocios. Tú le oyes a todos los jóvenes que han partido con un negocio, que la familia fue su tabla de salvación, la que creyó en ellos, en que iban a ser capaces de salir adelante. Y eso se repite a todo nivel, entre gente más educada y menos”.

-¿Qué pasa con esa emprendedora de bajos estratos que no tiene ese soporte familiar?
“De alguna manera lo tiene. Las redes de solidaridad en los estratos bajos son mucho más grandes. Si no, va a tener que estar comprando y vendiendo, partir con un negocio tan precario como que pueda comprar los panes y sus rellenos, venderlos, y usar esa plata para volver a comprar productos a diario”.

-Y así ir marginando.
“Sí, cuestión que es difícil porque tienen que sacar de ahí para vivir. Hacer la separación entre lo que pueden gastar en la casa y lo que necesitan para el negocio es súper difícil. Una mujer ordenada es la que va a salir adelante siempre y en el emprendimiento se nota inmediatamente cuando hay administración, gestión del negocio mal hecha, cuestión que te trae problemas de resultados”.

-Así como la familia puede ser soporte, ¿es también la gran barrera de entrada de la mujer al mundo laboral?
“Hoy, la mujer desde que egresa de la educación media o superior se incorpora al mundo del trabajo y, claro, las dificultades vienen cuando empieza a tener niños que tiene que cuidar”.

Aún así, Isabel Infante dice que algo pasa en Chile que hace que la mujer que tiene que trabajar se las arregla, porque recientemente se dio a conocer un dato muy curioso que habla de lo contradictoria que es esta sociedad. Según antecedentes de la Junji, el 90% de los niños que va al sistema de salas cunas estatal son hijos de madres que no trabajan y que luego de dejarlos en la sala cuan, se quedan ociosas en la casa. “Para algunos éste es un síndrome de niños abandonados, o sea, de niños que los mandan a la sala cuna y se desentienden de ellos”, explica.

-¿Qué pasa con la mujer que se ve obligada a emprender un negocio y tiene que cuidar a sus hijos?
“Los hijos son el mayor incentivo que tienen las mujeres para emprender por su cuenta un negocio desde la casa, es la forma que tienen para cuidar a sus hijos. Las alternativas de cuidadoras, que están vigentes en diversas partes, han demostrado no tener falencia y ser uno de los negocios más rentables para las mujeres.
“Ahora, todo esto es en la etapa en que los niños necesitan estar al cuidado de alguien responsable; después, cuando son más grandes, la mujer se siente mucho más libre, los empieza a incorporar en los negocios o los niños tienen actividades propias. Es la etapa de crianza la que retiene a la mujer más tiempo en su casa y la obliga a producir desde ahí”.

-¿Cómo se explica que todas las estadísticas digan que la mujer es la mejor pagadora, la que menos se endeuda y que aún así tenga dificultades para acceder al crédito?
“Lo que pasa es que las mujeres, en este nivel, en el que nosotros trabajamos, no tienen capacidad de ahorro y acumular capital o patrimonio para hipotecar. Tienen la vivienda propia que han obtenido por el Serviu, pero que está hipotecada a favor del Estado o el banco; ese no es patrimonio que un banco vaya a poder embargar en caso de un crédito. Y los electrodomésticos que haya logrado juntar valen cero al momento de liquidarlos si es que el banco quiere hacer valer una garantía.
“Por eso, aquí lo que hacemos es evaluar la capacidad para generar ingresos y su responsabilidad para cumplir su compromiso de pago. Son esas dos variables”.

-Más allá de no tener patrimonio que hipotecar, ¿puede haber un sesgo machista del sistema financiero?
“No. Nosotros originalmente trabajamos exclusivamente con puras mujeres y cuando accedimos a una segunda línea de crédito del BID, le pedimos permiso para prestarles a los hombres, porque aparecían mujeres que trabajan en un negocio, pero los activos o permisos estaban a nombre del marido. En esos casos era más conveniente, en caso de no pago, que el hombre quedara de titular y la mujer de aval, que era la gestadora al final.
“Cada vez que nos aumenta mucho la morosidad de nuestra cartera, suspendemos los créditos a los hombres porque esos negocios son de mayor volumen y los montos que nos quedan impagos son más grandes. Los negocios de las mujeres, ya que emprenden para educar a sus hijos, son más precarios porque son servicios en alimentación, confección, peluquería”.

-¿La mujer, entonces, emprende negocios poco rentables para el sistema financiero?
“No, hay negocios, como en el comercio, que tienen alta rentabilidad. La visión machista ha ido desapareciendo a partir de que los mismos hombres han sido compañeros de estudios de las mujeres cuando se trata de profesionales y en el campo del micro crédito, la cartera es en su mayoría mujeres porque han demostrado ser buenas pagadoras y más estables porque tienen mucho susto de que les vayan a quitar lo poco que han logrado juntar.
“Hay que cambiar la idea de que hay discriminación hacia la mujer”.

-¿En qué se están arriesgando más las mujeres?
“Originalmente era el rubro de la manufactura, confección y alimentación, pero ha ido cambiando hacia el comercio debido al gran surgimiento de ferias en las comunas donde todo se vende. Si caminas por avenida Salvador te encuentras con cientos de mujeres que venden en la calle”.

-Esos son negocios informales.
“Sí, y precarios, precarios”.

El Finam no exige como requisito que los negocios que se emprendan sean formales (cumplan con el pago de IVA), pero si se solicita que tenga a lo menos 6 meses de antigüedad, cuestión que en los bancos es de un año.

-¿Esto no los conflictúa frente a la autoridad que busca formalizar los negocios?
“Sí, de hecho, cuando tenemos clientes que llevan varios créditos con nosotros, empezamos a conversar la posibilidad de formalizarse. Pero la gente no ve muchos incentivos en ello; en cuanto a descontar el IVA, prefieren ahorrarselo. Creo que el IVA en un 19% es un desincentivo para formalizar negocios porque es un monto muy alto”.

-¿Se encuentran con la disyuntiva entre no apoyar la informalidad o tenderle una mano a alguien que necesita sobrevivir?
“No, lo que nosotros tratamos –como misión- es tender una mano a la mujer que cree que no tiene ninguna alternativa. El día que veamos que los bancos ya cubrieron ese espacio, vamos a sentir que tenemos la misión cumplida, pero todavía hay mujeres que no tienen acceso al sistema financiero formal.
“Nadie les presta a los que se instalan en las ferias, aún cuando han crecido los permisos y los inspectores municipales ya no son ni tan estrictos en corretear a quienes no lo han hecho y se ponen a la cola. Estarían llenos de multas y las municipalidades con muchos problemas”.

-¿No fomenta, un poco, el comercio ambulante?
“Sí, y eso nos ha preocupado. Nosotros tratamos de no fomentarlo y a los que nos dicen que tienen venta de CD y cassettes –que en general, es pirateo- no los financiamos; ellos trabajan con capitales que me imagino propios. En negocios que nos parezcan dudosos o peligrosos como la alimentación, donde se pueden dar intoxicaciones masivas, siempre somos cuidadosos”.

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