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Las dificultades para hacer carrera

03 de Mayo de 2007 | 17:23 |
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Casada con un sociólogo, tiene tres hijos grandes, profesionales, que ya viven fuera de la casa. Las dos mayores la hicieron abuela de Martín, Tomás y Mariano –uno, para su chochera, hasta se disfraza de médico-, mientras que su hijo menor, de 25 años, está en París.

Ninguno de sus ‘retoños’ siguió la carrera de medicina; hay una diseñadora, una publicista y un sociólogo que también derivó a las comunicaciones y está haciendo estudios de post grado en cine. “Ninguno tuvo esta veta más científica, aunque yo digo que la medicina es ciencia y humanidad al mismo tiempo”.

-¿Heredó la pasión de la medicina de alguien?
“Mi abuelo materno era practicante; mi familia es del norte del Chile, y él tenía un diploma como practicante de la medicina porque en ese tiempo habían muy pocos médicos. Creo que tal vez de ahí me viene el interés, además, tengo un hermano que es médico y mi hermana es terapeuta ocupacional, o sea, los tres somos del área de la salud”.

A los 58 años, sabe que su cargo de decana marcará la historia de la Universidad de Chile, casa de estudios de la cual fue 4 años vicerrectora de Asuntos Académicos.

-¿Que la llevó a tomar el camino de la administración universitaria?
“Primero fui directora académica de esta facultad y lo asumí porque vi la oportunidad de aportar a ella mi visión de lo que debía ser la academia. Luego, el 2002, el rector Luis Riveros me invitó a ser vicerrectora, lo que también fue una oportunidad. Me ha interesado poder colaborar con la universidad en temas que son de tremenda importancia; cómo se aborda la gestión académica, cómo se impulsan las innovaciones y cambios curriculares, cómo se evalúa la función docente y qué hacemos para que sea cada vez mejor. Esas cosas creo que son tremendamente importantes para la universidad”.

-¿Tuvo que castigar la práctica de la medicina?
“Sí, sí, inevitablemente, lo cual es un costo que he tenido que asumir. Desde el momento en que ocupe estos cargos, muchos de mis colegas pensaron que yo no atendía nunca más y dejaron de pensar en mí como posible médico interconsultor (se ríe). No, si ella está muy ocupada así que no vaya a verla a ella, vaya a otro médico dicen y eso se notó.
“Por otro lado, la dedicación que le daba en términos de horarios a la práctica de la medicina ya no pudo ser la misma. Tuve que disminuirla drásticamente, lo cual lamento, particularmente en el hospital clínico, donde trate de mantenerla, pero se me hizo incompatible. A veces tenía citado a pacientes, que incluso venían de lugares apartados, y justo ese día me colocaban una reunión importante; me di cuenta de que no era posible, de que a los pacientes no podía decirles no voy a poder ir y entonces tuve que suspender esas actividades”.

-¿Qué se siente ser la primera decana de medicina de la Universidad de Chile?
“Un gran honor y responsabilidad. Cuando yo veo en el salón de sesiones a los demás decanos, me siento muy impactada. En esta universidad decanas han habido muy pocas, recuerdo una mujer en la Facultad de Filosofía...”

-Bastante sexista la universidad.
“Yo diría que lo que ocurre con la mujer en la universidad tiene un poco que ver con lo que ocurre con la mujer en la sociedad chilena; ésta ha frenado a la mujer hasta ahora y todavía, a pesar de que hemos avanzado y tenemos una mujer Presidenta, no conquistamos todos los espacios que nos son posibles.
“Es difícil si no se cuenta con el apoyo de alguien; si tienes familia, hijos, si no cuentas con el respaldo de ellos es muy difícil poder dedicarse y avanzar en la carrera académica. Llegar a ser profesor titular en la Universidad de Chile es muy exigente y eso dificulta que las mujeres, teniendo las capacidades y talentos, puedan dedicarse a ello y tenemos que optar; mantener todos los roles, esposa, madre, dueña de casa, profesional y la dedicación que cada uno de ellos exige, es difícil”.

-¿Cómo hizo para compatibilizar la academia con los hijos pequeños?
“Bueno, primero hay que tener una vocación; a mí me encanta hacer clases, estar con los estudiantes. Segundo, hay que tener el apoyo, tuve la fortuna de tenerlo incondicional en mi marido que en muchas oportunidades me reemplazó cuando había que estar con un hijo enfermo o ir al supermercado; también lo tuve de mi madre.
“Las cosas han cambiado, hoy hay más hombres apoyando a sus parejas, pero hay menos madres viables para hacerlo porque ellas también están en el mundo laboral. Cuando converso con estudiantes que tienen hijos, me cuentan que no tienen la posibilidad de que sus mamás las ayuden.
“Se tienen que dar un conjunto de circunstancias y condiciones para que uno pueda dedicarse, sin culpa (se ríe tímida), a esto”.

Los cambios que la decana observa, respecto de la incorporación de la mujer al mundo laboral, se expresan en algunos datos, aunque otros siguen demostrando que hacer carrera es difícil para el sexo, comúnmente llamado débil.

En la facultad un 52% de los estudiantes son mujeres, pero porque hay profesiones que han sido tradicionalmente femeninas como enfermería y obstetricia. En éstas se da el fenómeno de que, cada vez más, los hombres se interesan por ellas y en medicina, las mujeres ya son la mayoría. Las cosas cambian a nivel de profesores, donde los de jornada completa son más varones, por eso, hay menos mujeres que han avanzado a ser profesor titular, investigador independiente o director de departamento. Ahora, contrariamente, 7 de 8 directores de carrera son féminas, incluida la de la escuela de medicina.


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