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"Al que le moleste, que cambie de canal"

18 de Mayo de 2007 | 19:38 |
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Una vez tomada la decisión de estudiar teatro, comenzó primero con unos talleres en el Club de Teatro que dirige Fernando González –a quien considera su maestro- y luego entró de lleno a estudiar la profesión.

"Conocer su método y su amor y pasión por esta carrera, me tranquilizó mucho", cuenta Pérez-Bannen. No tiene problema en reconocer que él también tenía sus aprensiones, que su idea al estudiar teatro no tenía nada que ver con una vida relajada ni bucólica estilo hippie. Asegura que al conocer a Fernando González se dio cuenta que la actuación también debía ser rigurosa, seria, tremendamente disciplinada y perseverante en el arte.

También le gustó mucho que les inculcara que cualquier acción individual repercutía en el colectivo, porque cree profundamente en el trabajo en equipo. "Ahí empecé a desarrollar muy fuerte el sentido de pertenencia a un curso, a una compañía a un grupo. El diálogo es de varios, el teatro no se hace solo".

La primera vez que se subió a las tablas fue en una comparsa del montaje "Lucrecia Borgia" en el Teatro Municipal. "Fue un papelito de relleno, pero la experiencia de subirse al escenario del Municipal fue muy entretenida", recuerda.

Ya en segundo año de escuela, participó en "La catedral de la luz", dirigida por Alfredo Castro en el Teatro Antonio Varas. Su egreso fue con "Despertar de primavera", que dirigió el propio Fernando González y que tuvo mucho éxito.

El Club de Teatro forma actores fuertes en las tablas, aunque varios han derivado a la televisión, así que Pérez-Bannen pensó que ese sería su camino para siempre. Junto a un grupo de compañeros creó la compañía Impasse, que permaneció unida durante siete años y que montó cinco obras: "La música", "Calígula", "Cada vez que ladran los perros", "Hamlet" y ""El misántropo".

-Obras más bien profundas.
"Sí, era una compañía que hacía obras clásicas, grandes textos, un poco con la idea de que sólo se podía crecer al alero de grandes desafíos; no esperar a tener 35 años para hacer "Hamlet"; queríamos correr riesgos".

-¿En qué minuto decides probar en televisión?
"En ese tiempo no había tantas escuelas de teatro, entonces iban a los egresos a buscar actores nuevos. Al mío, fueron la Quena Rencoret y la Verónica Saquel y nos llamaron a Néstor Cantillana y a mí a hacer prueba de cámara. Quedé yo e hice mi primera teleserie, 'Loca piel', en 1996".

Con diez teleseries en el cuerpo, contando las nocturnas, reconoce que el personaje que más lo marcó fue el "Toro Mardones", de "Aquelarre". "Ese personaje fue totalmente pop, muy querido... hasta el día de hoy hay gente que me grita ¡güeeena, Torito!. Es impresionante. En un primer momento como que uno no lo dimensiona, pero es un regalo dentro de la propia carrera, hacer un personaje tan emblemático", dice.

Pero más que la notoriedad que alcanzó, fue con ese personaje que el equipo del canal se dio cuenta que estaba preparado para cualquier papel y que podía caracterizar muchos más roles que el de galán. "Primero, me segurizó mucho como actor y, dos, durante mi período de escuela fui una persona muy pragmática, y no tenía muy claro mi nivel actoral, con el 'Toro' fui mucho más intuitivo y me abracé a la carrera de actor con mayor pasión. Dije ¡Guau, puedo, es entretenido!, y por ahí me empecé a engolosinar con la construcción de personajes y de ir atreviéndome".

-¿Por qué te decidiste a participar en las teleseries nocturnas?
"La Quena me invitó y el personaje que me ofreció en 'Disparejas' no se podía rechazar, porque era un desafío enorme. Era una tragedia, un drama que uno no puede llegar ni a imaginar como ser humano... perder a la ex mujer y los hijos en un accidente... ¡no puede haber dolor más grande!
"Primero me dio mucho susto, porque pensé que no había cómo dar con ese dolor, pero, luego, me pareció muy importante tocar el tema para tantas y tantas familias que viven estas situaciones tan remecedoras".

-¿No te parece que con las nocturnas queda más la sensación de destape que de profundidad?
"Sí, sí y ese personaje también lo tenía, cuando venía a Santiago y tenía la relación con la amante, pero para mí era un poco secundario y me fui encontrando ahí con la dificultad de enfrentar estas escenas. Sin embargo, creo que el tema de la sexualidad es absolutamente pertinente en la temática adulta, con todo lo que ello implica -buena o mala relación en la pareja, amantes, pololos- y no veo ninguna razón para que esas historias no estén absolutamente cruzadas por eso. Me parece atractivo, de hecho. Creo que uno de los elementos que seduce de estas series es mostrar esas realidades.
"Por otro lado, creo que esa dosis de erotismo es ¡fantástica!, me costaría creer que a alguien no le gusten, porque están bien hechas, cuidadas; cuando están dentro de un contexto, me parecen bien. Las teleseries nocturnas deben seguir teniendo la sensualidad y el erotismo como eje de sus historias; siempre y cuando se traten de personas entre treinta y cuarenta y tantos años que están en su plena vida sexual y con todos los conflictos de esa etapa de la vida. Al que le moleste, que cambie de canal".

-También has hecho harto cine, te has movido en todos los campos.
"En el último tiempo sí. Pude hacer cine, que no había hecho y fue una súper buena experiencia. Sólo con la práctica uno se da cuenta lo distintos que son cada uno de los formatos y lo distinto del método para trabajar una cosa y otra".
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