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"Absolutamente abiertos a la vida"

29 de Mayo de 2007 | 10:08 |
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También los animales unieron a Paula Ferrer con Ignacio. Él siempre había querido tener un San Bernardo y sus padres decidieron regalárselo el año '80 para la Navidad. "Y como el mundo es muy chico y nada pasa por casualidad, yo me paseaba con mi perro por todos lados como si fuera mi hijo. Siempre pertenecí al movimiento Scout y, en esa época, pertenecía al grupo de la Parroquia San Bruno, en Ñuñoa. El cura párroco me dijo un día oye, yo conozco una familia que cría San Bernardos y, además, tiene seis chiquillas súper buenamozas... ¡Doble incentivo! Tuvimos el nexo con el cura Pedro Morán que también había sido el celestino en el matrimonio de mis suegros".

-¿Se enamoraron altiro?
"Bueno, llegué a conocer el criadero y... ¡las chiquillas eran chicas! O sea, la primera ya estaba casada, la segunda no me gustó y la tercera –la Paula- estaba en el colegio; no sé, en segundo medio, y yo saliendo de la universidad... ¡No había muchas posibilidades!
"La tuve que dejar en barbecho un par de años y, por casualidad también, a mi suegro lo trasladaron de La Pintana, donde ellos vivían, a administrar el Molino Maipo. Entonces pasaban por aquí todos los días y los encuentros se hicieron más premeditados".

-¡Se casaron súper rápido, entonces!
"Sí, nos pusimos a pololear el 10 de diciembre mientras estaba en tercero medio y nos casamos el 18 de diciembre del año siguiente, dos días después de graduarse... fue muy casual, por eso siempre digo que está la mano de Dios detrás de todos estos movimientos que han guiado nuestra vida. Si empiezas a analizar y a unir cabos, te das cuenta que fueron demasiadas casualidades. Dios ayudó muchísimo, porque –claro- yo era grande pa' la Paula, pero con el cura de por medio, fue un catalizador interesante en esta relación".

-Casarse tan chica...
"Sí, claro... si lo ves hoy día... yo jamás hubiera dejado casarse a mi hija mayor a los 18 años... no sé si eran más maduras antes o era otra vida no más".

A los pocos años, la familia se involucró en una experiencia nueva. Estando monseñor Orozimbo Fuenzalida como obispo de San Bernardo, le plantearon la inquietud de que varias familias querían vivir juntas, apartándose un poco del entorno y viviendo una experiencia de vida distinta.

-¡¿Cómo la comunidad ecológica de Pirque?!
"Jaja... no, un poco distinto... pero más o menos eso".

-¿Sólo las hermanas de la Paula y sus maridos como en la actualidad?
"Sí, pero también harta gente de afuera. De hecho se hicieron parte de nuestra comunidad varios laicos que vivían en una casa preparada para ellos.
"Bueno, esa experiencia no resultó".

-¿Por qué?
"No fue fácil, fueron varios años de una experiencia muy rica, pero después nos dimos cuenta que los caminos de todos eran muy distintos, en trabajo, en todo. Nosotros mismos tuvimos que dedicarnos cien por ciento a esta empresa y la vida comunitaria también requería tiempo, almorzábamos todos juntos, teníamos muchas horas de oración en conjunto y eso se nos hizo más fácil reduciéndolo sólo a la familia".

Ignacio y Paula tienen 10 hijos, el último de apenas dos semanas de vida y la mayor recién egresada de veterinaria. Son seis hombres y 4 mujeres: María José (24), Pablo (21), Francisco (20), Esteban (18), Estíbaliz (16), Montserrat (14), Lorenzo (11), Diego (4), Magdalena (2) y Joaquín.

-¿Por qué tantos?
"Es una opción de vida, estar absolutamente abiertos a la vida, aunque suene redundante. Te diría que de los 10 ha habido algunos goles, claramente, por el hecho de usar Billings como una única alternativa de control de natalidad, pero han sido los menos... de los 10, tres han llegado en forma imprevista. Si lo hacemos un poco en paralelo es como cuando me dicen ¡tantos animales en el zoológico!... Sí, pero es que no llegaron todos juntos, llegaron de a uno y tuvimos el tiempo de regalonearlos, de hacer de cada uno de ellos un ser muy especial".

Ignacio cuenta que los niños han ido vislumbrando su espacio en la empresa familiar: "la mayor es ya veterinaria; el segundo está metido en la parte del diseño; el tercero estudia medicina, pero siempre ha sido nuestro enfermero; el cuarto es el que ha criado a todos los animales con mamadera, es otro proyecto de veterinario; la Estíbaliz es la social del grupo, la que pasea abuelitos; la Monse también es veterinaria, pero de perros; con la mayor se encargan del canil ahora, porque nosotros tuvimos que dejarlo de lado".

-¿Para los más chicos ha sido distinto?
"Claro, ellos nacieron con el zoológico en el patio de la casa, pero la verdad es que los momentos que más disfrutamos como familia es cuando el parque está cerrado sólo para nosotros... salimos al patio de la casa, paseamos, los niños juegan... ¡es muy rico tener un jardín tan especial!"

-¿La Paula siempre te ha acompañado sin problemas en esta aventura?
"Siempre he pensado que con otra mujer no hubiéramos llegado a donde estamos. Potenciamos nuestras locuras... en un momento, cuando había que definir si cambiábamos la cama de un niño o mejorar las instalaciones del puma, ella no dudaba... ¡el puma!, con otra mujer hubiera sido distinto, sin duda".

-¿Tienes tiempo libre? Sin animales, digo.
"Poco, muy poco; es bastante esclavizante esto. Como norma, hace cuatro años tomamos vacaciones y tratamos de desconectarnos, aunque sabemos que la salida siempre tiene un costo. Aprovechamos estos encuentros internacionales, también, para arrancarnos con la Paula, pero este año no va a poder ir por la guagua".

-¿Vicio privado?
"Me gusta disfrutar los minutos de soledad. De hecho, hace poco tenemos una casita en Iloca y me gusta dormir más rato, pasear por la playa, recoger cachureos... ¡lo disfruto mucho! También caminar en un bosque o bajo la lluvia; a veces, incluso, caminando en la noche solo por el zoológico".
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