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“Necesitamos tener más alas para emprender”

30 de Mayo de 2007 | 09:44 |
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Su historia es conocida. Estudiaba publicidad cuando su padre enfermó, a fines de los ’80, y debió asumir mayores responsabilidades. Sin estudios de canto, pero una voz privilegiada, ingresó al coro del Teatro Municipal desde donde derivó a solista. En 1986, durante la ópera “La Bohéme”, la soprano italiana Renata Scotto, en el rol femenino principal, quedó fascinada con su interpretación de Musetta (el secundario) e hizo todas las gestiones para que ingresara a estudiar en el Juilliard School, una de las academias más prestigiadas.

Sin saber inglés partió a Nueva York y se abrió camino. En Chile quedaron sus padres, cuatro hermanas y el hermano regalón que hoy es su manager en el país. Con esfuerzo logró instalarse en los mejores escenarios de la ópera mundial, interpretar las piezas más importantes y ganarse el cariño del tenor Plácido Domingo, su otro padrino artístico.

Debieron pasar varios años antes de que pudiera retornar y cuando lo hizo ya contaba con reconocimiento. Hoy, cada vez que viene para una puesta en escena se queda (los días de la obra) en un hotel, pero terminada ésta, parte rauda a instalarse en la casa de sus padres donde la regalonean y le preparan la comida que ella quiere.

Estar radicada fuera no ha impedido que siga algunos procesos que se viven acá, como fue la caótica crisis que vivió el Teatro Municipal el año pasado y que derivó en la suspensión de “Otello” y luego, a una profunda reestructuración de la Orquesta Filarmónica. Considera a este escenario como su casa y cuna y por lo mismo vino gustosa a la celebración de sus 150 años con un concierto masivo en la Plaza de Armas.

-Llevas 20 años en la lírica, con el tiempo, ¿cómo ves esta disciplina en Chile?
“Hay mucho talento y yo no sé si es porque he estado fuera, pero cada vez que vuelvo, encuentro nueva gente que participa más en la ópera. Yo sé, porque a mí se me dio la oportunidad, que siempre se le da la oportunidad a los jóvenes cantantes para que se desarrollen en el escenario con un primario o rol importante, cosa que no veo en muchos otros teatros. Tenemos un solo teatro, que es el que funciona y es el que nos enorgullece como imagen en el exterior, porque lo respetan mucho, y me siento orgullosa de que la dirección del Teatro Municipal piense siempre en apoyar a los jóvenes talentos, que han podido salir de Chile y expandirse.
“No conozco mucho el trabajo de la docencia en Chile, conozco el trabajo de la gente con quien interactúo, pero me parece que hay muy buena formación”.

-¿Alcanzamos ya un nivel internacional o nos falta?
“Creo que falta, falta que venga más gente a pulir más cosas. El Teatro Municipal es la plaza más importante de Latinoamérica, desplazó al Colón. Es un teatro estable, serio, donde se cumplen los compromisos. Plácido Domingo no va a cualquier parte y vino acá por el cariño que la gente le profesa y la seriedad de la organización del teatro.
“Luciana D'Intino, con la que acabo de cantar “Don Carlo”, la misma Renata Scotto, ha venido mucha gente importante que no tiene por qué venir a Chile, porque está muy lejos y no es una plaza donde te vas a hacer millonario tampoco; entonces vienen por otras razones y es justamente porque es una plaza muy interesante, porque es un teatro donde se trabaja con corazón, donde hay un espíritu de superación”.

-¿Qué falta?
“Eso, que vengan más elementos y que haya más dinero para hacer un programa de ópera donde vengan maestros especialistas en los estilos francés o italiano; diferentes maestros de canto y otros. Yo sé que las universidades tienen, pero no los conozco y me imagino que serán muy buenos, pero yo veo esto desde el punto de vista del teatro. Es un gasto extra tener un programa de ópera para formar en el teatro a cantantes que puedan hacer eventualmente roles primarios o cubrir a un principal si se enferma”.

Verónica Villarroel en esto no ceja: “Necesitamos tener más alas para emprender, para tener más confianza. Creo que de la interacción de elementos extranjeros con nacionales se puede hacer una cosa maravillosa”.

-¿Cuál puede ser tu aporte?
“A mí me gustaría enseñar; en algún momento, yo quisiera volver a Chile y empezar a hacer ‘coaches’ y transmitir mi conocimiento, lo que he aprendido. Me encanta, me emociona, nunca he tenido el tiempo, pero lo voy a tener”.

-En otros viajes has hecho ‘master class’.
“Sí, hice en la Universidad Católica y en el Instituto Cultural de Providencia; es bien emocionante, porque el trabajo de uno a uno es rico. A veces, la persona necesita que no la esté mirando mucha gente porque eso inhibe; el trabajo es muy personal, es casi como de un psicólogo, de un terapeuta con un paciente, así se pueden exprimir muchas cosas de la persona, incluso emocionales”.

No puede evitar hacer un recuerdo de su paso por Juilliard y la enseñanza que le dejó Frank Corsaro, uno de los fundadores del Actor´s Studios para explicar lo importante de un master class. Primero, Corsaro le pidió que cantara una zarzuela, después “Liu” de Turandot y luego, la hizo acordarse del momento más doloroso de su vida como su partida de Chile y con esos sentimientos, en medio del llanto, tuvo que entonar nuevamente la misma aria. “Me costó, pero entendí lo que él quería, que yo sintiera la verdad, que fuera veraz en cada línea y coma de lo que estaba diciendo”.

-¿Por todo eso cuesta tanto hacer carrera en Chile y necesariamente hay que migrar?
“No sé las razones, pero creo que faltan más oportunidades. Las oportunidades se dan, pero lamentablemente son pocas. Muchos van afuera con sus propios medios; yo tuve la fortuna de que a mí me dieron una beca y una diva me llevó a Juilliard, pero cosas así no suelen suceder. Al resto, que es la mayoría, tendrían que tener más apoyo, pero para eso se necesita más dinero, más docencia, una conciencia de la sociedad de que tenemos grandes necesidades para tener grandes artistas. Por qué tener que salir al extranjero en el futuro, ojalá podamos tener todas las herramientas para adquirir todos los conocimientos”.

-La cultura es el hermano menor dentro de todo plan de inversión. ¿La ópera debe ser aún más perjudicada al ser considerada elitista?
“Creo que el arte en general, está perjudicado porque hay mucha gente que no lo reconoce como algo importante; piensan que las primeras necesidades son otras cosas. Yo entiendo eso, pero siempre digo no sólo de pan vive el hombre, necesitamos incentivos, son cosas espirituales, necesitamos apoyo, una palabra de aliento.
“Anoche una niña me dijo yo me salvé gracias a la música y otros lo hicieron gracias a un poema, a una obra de teatro, una pintura; los artistas son capaces de hacernos sentir y todos los países necesitan sensibilizarse para ser más grandes, para ser más cultos y más humanos”.

-Tuviste una gran madrina y tú lo has sido de otras; recientemente de María Isabel Vera. Sin padrinos, pareciera que, en Chile, es difícil arribar. ¿Qué va a pasar cuando no haya una Verónica Villarroel que tienda la mano?
“Por eso es importante que exista conciencia de la trascendencia del arte, que necesitamos de la música, de un escritor y un actor de teatro o telenovela. Son seres que nos despiertan y abren, nos tocan el corazón, el alma; somos comunicadores, somos instrumentos para expresar la problemática del ser humano. Estamos viviendo una vida donde el poder y el dinero es todo lo que cuenta o cómo luces, pero nos estamos olvidando de los valores internos, el qué es importante como la cultura, cuestión que nos hace personas con una capacidad de comprensión mucho más grande.
“Es importante que haya personas que ayudan a quienes tienen talento, pero no los medios económicos, como me pasó a mí y como le pasó a María Isabel. Ella tiene un talento extraordinario y es una bella persona, humilde; además es una persona rápida, cuando le doy un ‘coach’ capta inmediatamente lo que debe hacer. Pero así como se le debe exigir que debe rendir, se le debe dar apoyo emocional; hay que ayudar sin esperar nada a cambio”.