Primera parte.
5.- Las mujeres son auditivas; los hombres, visuales
"Las mujeres tendemos a magnificar y a exagerar muchas cosas que son absolutamente cotidianas. Si yo llamo a mi marido a la pega y le digo:
- Hola, mi amor, ¿cómo está?
- Bien, ocupado... - contestará él.
- Ay, ¿por qué me contestas tan pesado?
- Bueno, es que estoy trabajando...
- Ah, yo sólo te llamaba para saber cómo estabas...".
Probablemente voy a cortar el teléfono sintiendo que mi matrimonio está en crisis. No tengo cómo explicarme esa supuesta frialdad, porque me cuesta entender que el hombre separa las cosas, y que cuando trabaja, trabaja, y que cuando yo me meto en ese espacio entro a competir con otro objetivo que él tenía, que era su trabajo. Además, el hombre chileno es malísimo para conversar las cosas que siente, le cuesta decir lo que le pasa. Las mujeres pasamos por ser hinchadoras y preguntonas, y mientras más lo hacemos, ellos menos nos pescan, paradójicamente. Y eso influye en el no enfrentamiento de los conflictos.
En la investigación para mi libro "Viva la diferencia" probaba que las mujeres hablamos cinco mil palabras diarias, y los hombres, dos mil 500. El problema es que los hombres se gastan las dos mil 500 palabras fuera de la casa, entonces, cuando llegan, tienen saldo cero, mientras que a nosotras nos quedan dos mil todavía. Esa sensación como de tratar de perseguir e insistir para la conversación tiene que ver con la estructura masculina y la estructura femenina, donde las mujeres somos buenas para recalcar y para recordar. Por eso, un amigo me decía que nosotras no recordábamos las peleas; las revivíamos.
El primer gran hito que una pareja debe entender es que somos absolutamente diferentes, y que reaccionamos a cosas absolutamente distintas. Cuando las mujeres decimos tengo pena y el marido pregunta por qué, y uno dice es que me peleé con mi mamá en la mañana, él contesta: ay, gordita, pero es que tú sabes cómo es tu mamá. A uno no le queda otra más que empezar a defender a la mamá... Finalmente mi pena, que era lo que generó la conversación, pasó a pérdida, se desapareció en el escenario de la discusión. Uno queda enrabiada y el otro siente que lo hizo regio. Pero los hombres no pueden entregarnos soluciones a las mujeres. Cuando nosotros tengamos pena, señores, ustedes sólo digan: "¿le traigo un juguito?", "acuéstate, mi amor, que yo te traigo la comida a la cama". ¡Santo remedio! Igual les vamos a contar después por qué tenemos pena.
Los hombres, por su parte, necesitan ver a la mujer contenta. A un hombre le puede cambiar el día si ve a su señora con cara larga, aunque ella no haya emitido comentario. Me llamó mucho la atención, en una investigación que terminé en diciembre sobre la sobreerotización de la sociedad, las razones por las que los hombres financiaban las cirugías plásticas de las mujeres. Uno podría pensar que lo hacen porque nos quieren ver con las pechugas paradas, estiradas, pero eso no es cierto. El marido financia sólo porque supone que a través de eso la mujer será más feliz".
6.- El amor de pareja requiere de reciprocidad
"Las mujeres somos un estupendo barómetro emocional de la pareja en general, expertas en decir: sabes, mi amor, estamos estancados, algo nos está pasando. Pero a los hombres les cuesta codificar esos mensajes, porque ellos funcionan en base a objetivos, y cuando se casan o forman pareja, sienten que cumplieron un objetivo. Está listo, y ponen el ticket en su lista. Claramente, esto es un error garrafal, porque significa que no entienden que el amor necesita ser cuidado cotidianamente, a través del cómo dialogamos y cuánto tiempo nos damos. A muchos papás les cuesta mucho dejar a sus hijos solos un fin de semana para poder arrancarse como pareja. Los niños necesitan papás felices, por lo tanto, todo lo que inviertan en tiempo, en autodedicárselos como pareja, es un tiempo que a la larga los hijos lo van a agradecer, porque es una inversión, no es un gasto. Implica la comunicación, implica el diálogo, implica el tiempo que se den para estar juntos dejando los niños a un lado, entendiendo que lo que formó el cimiento de la familia son ustedes, y si eso falla, todo lo que está generado alrededor - desde los bienes materiales hasta los hijos- se rompe, y se rompe siempre dolorosamente.
Cuando me entrego al otro, tengo que ser capaz de decirle lo que me está pasando, y el otro tiene la obligación de escucharme. Hoy existe la sensación de que el amor de pareja tiene que ser tan incondicional como lo es el de la maternidad, y yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que si yo trato bien, tengo que esperar que me traten bien. Si entrego ternura, tengo que esperar que me entreguen ternura, no importa el estilo, porque no puedo pedir el mismo estilo mío, pero tengo que esperar que me entreguen cariño. El amor de pareja tiene que ser recíproco para que de verdad se sienta que el otro se preocupa - con su estilo, con su forma, con sus fallas- de las cosas que a mí me hacen bien y me hacen feliz".
7.- Las parejas exitosas se "casan" varias veces en la vida
"Hablar hoy día de la relación de pareja es hablar de una tremenda aventura, no muy distinta a la que se vivió antes, pero los enemigos que actualmente tensionan a la pareja cada vez son mayores. Hoy nada ayuda, al revés: todas las fuerzas juegan en contra, entonces, las fortalezas que una pareja debe tener para mantenerse firme frente a los temporales es mucho mayor que la que había hace treinta años atrás, y esa fuerza tiene que ver con el amor que se tienen, con la decisión que tuvieron para poder elegirse.
Las parejas que han construido una relación fuerte son capaces de ir generando vínculos una y otra vez. Dicen: quedó la embarrada otra vez. ¿Vamos a seguir? Sí, vamos a seguir. En este minuto estamos como mal, no te soporto, pero te voy a llegar a soportar otra vez y te voy a volver a querer mañana. Se vuelven a casar y vuelven a replantearse varias veces el compromiso. Entienden que el proceso tiene salidas y que no se corta, pero que en una pelea no puedo evaluar ¿me habré equivocado? ¿será este el hombre? Capaz que no era. No se abre esa puerta. Se dice OK, en este momento lo estoy pasando pésimo, pero lo más probable es que lo enfrente de nuevo. Y eso implica la adaptación al cambio, la flexibilidad, la tolerancia y el buen humor.
Las parejas que son capaces de reírse de sí mismas y de sus tonteras de verdad, son parejas que tienen la mitad del tema saldado, porque podrán generar situaciones y reinventarse muchas veces más. Es importante tener la capacidad de darse tiempo, el poder jugar como pareja, el volver a hacer las cosas que hacían cuando se conquistaban...".