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“(Me fui) porque quería ser anónima”

31 de Julio de 2007 | 13:37 |
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María Teresa, Maitén, tiene como verdadero apellido Vásquez, pero su padre Raúl, actor conocido, lo cambió a Montenegro por ser más artístico. Acostumbrada desde pequeña a los avatares del espectáculo, lo acompañó en sus giras por varios países de Latinoamerica, hasta que ella regresó a Chile con su madre y él se radicó en Venezuela.

Así las cosas, antes de cumplir los 13 años, se tuvo que poner a trabajar y abandonar el colegio. Aunque ya había hecho algunas apariciones en teleseries, empezó a cantar más por necesidad que por vocación y a fines de los ’60 ya estaba en la televisión en el programa “Maijope show”.

Al tiempo se casó con uno de los ídolos del twist, Fernando Allende, y con él montó un show que incluía mambo. Nuevamente de gira, el golpe militar la pilló en Venezuela y aunque el apellido de su marido no era bien querido en Chile, retornó igual y se incorporó a “Sábados Gigantes”.

El ‘78 salió al aire el idolatrado “Jappening con Ja” y pasó a integrar el grupo de comediantes más recordados de la historia con personajes como Valkiria, Pindy, Susana Cecilia y Mansa Woman.

-¿Tu padre influyó en que tomaras el camino del espectáculo?
“No en que lo tomara, pero me vi de a poco andándolo...”

-En algún momento te lo cuestionaste.
“Sí, ya grande, cuando al regresar a Chile al tiempo me separé y me vino una gran crisis. Me lo cuestioné cuando ya estaba trabajando en esto, era una profesional de esto. Ahí me pregunté si lo habría hecho porque entré circunstancialmente; soy una autodidacta y a través del camino vi que me tenía que preparar, aprender y perfeccionarme si quería permanecer y era lo que me gustaba. Mi papá influye en que por osmosis yo creo que me entró el interés, las ganas, el cariño que tenía por esto, la mística que tenía, cómo construía sus personajes. Creo que me lo heredó, pero no influyó en decirme dedícate a esto, para nada”.

-No, de hecho él hubiera preferido que fueras actriz de carácter y así te lo hizo saber.
“Sí, él quería que estuviera en el teatro, pero de todas maneras en el medio artístico, me imagino. Supongo que no en la farándula ni en el mundo comercial, el show que era una palabra liviana”.

-¿Por qué optaste por la showoman?
“Creo que, primero que nada, la showoman fue una consecuencia de 10 años trabajando. Mi padre era famoso en Chile, yo era la hija de Raúl Montenegro, era una persona importante en el medio teatral, entonces yo sentí que me iba a pesar mucho actuar y ser comparada con él. De hecho, tengo plena conciencia de que jamás habría podido tener la calidad de actuación que él tenía; era un actor extraordinario. Entonces, huyendo un poco de la comparación y creo que porque tenía la inteligencia para buscarme un lugar donde no ser comparada, es que opté por lo otro. Además, la música, el canto, redituaba; la televisión era interesante y me gustó entrar en ella.
“Fuera de lo mágico que era mi padre como actor de teatro, era tan sacrificado todo (lo dice con voz cansada). Se ensayaba tres meses una obra, se estrenaba y a veces iban 10 personas; todo era difícil, hasta que tuvo su gran éxito con “El prestamista”. Todo fue tan sacrificado que creo que le tenía pánico”.

-¿Y lo tuyo no ha sido sacrificado?
“Es que era un medio donde tenías muy poco público, la gente tenía que pagar y yo, en cambio, me encontré con un medio en que la gente sólo prendía un artefacto y ya veía lo que estaba haciendo, ni siquiera tenía que salir de su casa. Era tan fácil llegar; por eso, te digo, uno es tan responsable de lo que está haciendo”.

-¿Nunca estuvo la Maitén en un rol dramático?
“Sí, estuve en algunas obras, en mi teatro concert. Con mi padre hice “Panoramas desde el puente”, que fue la única obra que hicimos juntos en Puerto Rico; era un rol dramático. Ahora, en “Fama” hice algunas cosas serias, sólo que mi mayor fuente de conexión con la gente ha sido el humor, entonces lógicamente a eso me dedique”.

-Con los años, ¿cómo ves tu paso por el “Jappening” que fue lo que marcó tu carrera?
“Mi tiempo en el “Jappening” fue fantástico. Fue una época que, fuera del gran impacto que produjimos en los demás, tuvo un gran impacto en nosotros mismos; lo más rico de eso es que nunca buscamos ese impacto, hicimos algo en lo que creíamos y resultó ser un impacto y eso lo hace distinto como placer. Eso me llenó de muchas satisfacciones, creo que no sabía, hasta ese momento, ser una estrella –entre comillas-. Hasta entonces yo había grabado, hecho discos y espectáculos, pero era sólo una conocida; el “Jappening” nos convierte en protagonistas del hogar todos los domingos, primero por dos horas y después por 5; nos convierte en términos populares que hasta hoy existen como el Pindy, no se cruce por la cámara o es un Espinita. Fue ser algo muy grande que yo no había incorporado, yo llevaba mi carrera con mucha humildad y eso fue fuerte, nos complicó en la convivencia; todos teníamos un ego desarrollado. Me marcó mucho porque marcó al país y fue rico”.

-¿Fue fuerte salir de la pantalla?
“No salí al tiro de la pantalla, terminó “Jappening” y cada uno tomó caminos distintos; yo me fui a “Sábados Gigantes” a producir y trabajar y ahí empecé a generar a la showoman para hacer cafés concert en vivo. Acuérdate que era época de la dictadura y el humor era mucho más blanco, menos incisivo o duro y había que hacerlo en teatro, en lugares más cerrados. Entendí que quería también ser recordada como la Maitén Montenegro y no sólo como Susana Cecilia. Quería ser una persona”.

-¿Eso decidió tu paso tras las bambalinas, a la producción?
“No, mi decisión de ser Maitén Montenegro lo hice a través del café concert; el paso a ser productora fue un ofrecimiento de Gonzalo Bertrán que me dijo que siempre traía ideas y si quería ayudaba a otros. Canal 13 me ofreció “el clan infantil” y además tomé el “Martes 13”.
“La productora se consolida definitivamente el año ’90 cuando me voy a Estados Unidos y se debe en gran parte porque quería desarrollar mi rol de madre y esposa. Yo no sé ser part time, soy sólo full time toda mi vida. Quería ser full time en eso y la mejor manera de hacerlo era no estar en el escenario que, por lo menos, significa no tener que ir a conferencias de prensa, no estar obligada a ir a un estreno y a hacer vida social que te absorbe fácilmente; es peluquería, ropa, es poner atención a otras cosas. Eso desaparece, me centro en la productora y me puedo dedicar a la mujer y a la persona. Fue un precio que me pareció válido pagar porque me quería preocupar de mi hija; mi hijo mayor lo críe en la vorágine del “Jappening” y el tiempo nunca era todo el que yo quería”.

-¿Por qué dar el paso de salir a Miami?
“Porque quería ser anónima, tomar una vida nueva y aquí no lo podía hacer, era una mentira; salía a la calle y la gente me reconocía, me decía por qué no la hemos visto, firmaba autógrafos... Cuando Mario me ofrece este desafío de ir a producir para él me pareció interesante; yo estaba de jefa de área de TVN y me llevó con mi familia para ver si nos acostumbrábamos. Allá, me bajé del avión y nadie me reconoció y dije caray, era verdad, no era nadie.
“Se planteó un desafío de partir de nuevo, realmente, porque mi nombre allá no tenía peso, era un productor –que se sustenta en base a contactos y yo nos los tenía-, era todo nuevo. Fue rico, empezar de nuevo, hacer casa, insertarnos crear, aprender un idioma. ¡Fantástico!”

-Eres bien de ciclos, porque hoy nuevamente te estás reinventando.
“Creo que hice en EE.UU. un trabajo que me encantó; mi renuncia fue en el mejor momento, hice un trabajo bonito de formación, sigo con mi estudio, pero la Cata (su hija) ya está grande, viaja, tiene sus cosas y nosotros nos acomodamos a que ella estuviera parada sobre sus pies y ya lo está.
“Hoy, con Jorge (Rendic, su segundo marido) queremos hacer otras cosas; a Jorge no le gustó mucho estar en EE.UU., yo diría que eso fue un sacrificio de amor en orden a acostumbrarse y dejar que yo y la Cata viviéramos como locas. Ahora es u turno y estoy como pareja al lado de él, como mujer responsable”.

-¿Él quería volver?
“Sí, hace muchos años, muchos años, entonces siento que también hay cosas que puedo hacer aquí; me siento útil, siento que estoy en un lugar donde puedo hacer cosas y transmitir otras. Voy a intentarlo, a lo mejor no se da, pero, no es acaso la vida estar enamorado de lo que se hace, estar motivado. Nunca he tenido rutina en mi vida, no sé lo que eso, debe ser terrible, le tengo mucho miedo. Estrés si que he tenido (se larga a reír)”.

-¿Tienes nostalgia del “Jappening” o de alguna parte de tu vida?
“Es que fue hace tantos años. No es nostalgia, tengo orgullo por todo lo que fuimos y lo que he llegado a ser a través del tiempo. Adoro mi tiempo en el “Maijope”, el de la showoman... Es que no he hecho nada que no me haya gustado hacer, todas mis etapas las quiero y las recuerdo con pasión y agrado. Cuando ya no me está gustando algo o tengo un ruido, yo me salgo.
“Fui muy libre estos 16 años en Miami, había una nueva vida que hacer, gente nueva que conocer y gente vieja que olvidar. Todo eso lo deja muy libre a uno, sin el lastre de taras y cosas obligada”.

-¿Vamos a volver a ver a la Maitén Montenegro actuando?
(Titubea un poco)”No... me costó dos años decidir –antes de irme de Chile- bajarme del escenario, fue bien difícil. Lo estuve masticando, rumiando y pensando para dejarle paso a la mujer, a la madre, a la pareja y hoy no está siendo fácil insertarme en la vida pública de nuevo; no estoy acostumbrada a que me vean en la calle y sea nuevamente alguien; durante 16 años me miraban y no era nadie. No digo no, yo me imagino actuando y cuando doy clases lo hago constantemente; no me imagino cantando, bailando, ya no estoy en edad, creo que hay gente mucho más en onda... no es algo que me obsesione ni me preocupe, es algo que si llega se da, y si surge, voy a hacerlo o puede que no”.

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