Las promotoras que ofrecen tarjetas de crédito de grandes tiendas en las universidades pueden ser la pesadilla de muchos jóvenes.
"Es terrible porque es súper fácil sacar la tarjeta, pero el problema es que como uno no ve que gasta la plata, compras discos, regalos para la polola, hasta los almuerzos en el McDonald's los pagas con tarjeta. Y cuando empiezan a llegar las cuentas, yo por lo menos me doy cuenta de que gasté más de lo que debía", reconoce Patricio López (25), mientras mira las tres tarjetas que lleva en su billetera, aunque todavía no cuenta con un sueldo estable.
Su caso no es raro. Según un reciente estudio del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) y Sernac, uno de cada tres jóvenes entre 15 y 29 años tienen deudas impagas. La peor parte la llevan las mujeres, que están cinco puntos porcentuales arriba de los hombres, y los jóvenes que tienen entre 25 y 29. Sólo ese último rango etario suma más del 50% del total de endeudados.
Se trata de un fenómeno nuevo, según el sociólogo y director del Injuv, Juan Eduardo Faúndez: "Hay un cambio, porque se trata de grupos etarios que años atrás no tenían acceso a créditos, pero que ahora no tienen problemas para obtenerlos, aunque no generen ingresos". Y agrega que el mayor consumo de la sociedad actual facilita la tentación por comprar.
Frustración segura
Carmen Gloria Cabello, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Central, coincide con Faúndez con respecto al alto consumismo imperante y hace un llamado a no dejarse llevar por la presión social que lleva a tener más bienes. "Los jóvenes tienen que aprender a determinar lo que significa endeudarse, las consecuencias que puede tener en ellos, y a discriminar entre las cosas necesarias y las accesorias. Es un aprendizaje clave".
El problema, dice, es que a veces, más allá de los problemas financieros, las deudas también tienen consecuencias sicológicas: "Algunos jóvenes sufren estrés, ansiedad y preocupación al verse imposibilitados de pagar sus deudas, lo que puede repercutir en su desempeño estudiantil".
Y la frustración puede seguir una vez que se ingresa al mundo laboral, cuando los primeros sueldos terminan yéndose casi por completo a saldar deudas anteriores.
| Realidad |
1.237.191 jóvenes chilenos están endeudados.
69% de los que tienen deudas usan tarjetas de grandes tiendas y el 57,7% posee tarjeta de crédito bancaria. |
Patricia González tiene 22 años y está a punto de egresar de Educación Diferencial en una universidad privada donde estudia gracias a un crédito. "Me complica el futuro porque voy a tener que pagar la 'U' y, por lo mismo, no creo que pueda viajar o especializarme, aunque gane mi propia plata".
Para evitar tener otras deudas, Patricia prefirió cerrar sus tarjetas de crédito. "Eran una tentación demasiado grande. Al principio, gastaba todo mi cupo en ropa y después me arrepentía porque me faltaba plata para las fotocopias, por ejemplo".
Sin embargo, Sebastián Mathews, profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la U. Andrés Bello, está convencido de que los jóvenes pueden lograr un buen uso de sus chequeras y tarjetas de crédito si siguen ciertos consejos: "Antes de abrir una cuenta corriente o adquirir tarjetas de crédito, deben informarse respecto de cuánto será el cobro mensual por mantención, el valor del seguro de desgravamen y cuánto es el cobro por transacciones, como el giro en cajeros automáticos y cheques".
Organizar la mesada
Agrega que lograr un mayor orden en las cuentas es clave y para ello se necesita tener conciencia de la fecha en que se entrega la mesada o el sueldo, y de si este ingreso alcanzará a cubrir los gastos. Además, es esencial identificar las salidas de dinero; es decir, lo que se gasta en estudios, alimentación, vestuario, locomoción. Y no hay que olvidarse de destinar un monto fijo para carretear y no sobrepasarlo.
"Por otro lado, no hay que caer en el 'pago mínimo mensual' de las tarjetas de crédito, porque se transforma en una bola de nieve que es difícil de parar", aclara Mathews.
Lo mejor, asegura, es dejar las tarjetas de crédito sólo para pagar las compras grandes, como un computador.
Finalmente, reconoce que hay que estar consciente de que la prioridad en los gastos debe ser los relacionados con el estudio y que lo demás debe postergarse en períodos de vacas flacas. "No hay que olvidar que en el estudio radica la verdadera inversión del estudiante, porque es lo que le puede generar ingresos futuros".