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La difícil prevención del abuso sexual

La directora ejecutiva de la Fundación Amparo y Justicia hace ver las trabas que se enfrentan hoy para comprobar el delito. Remarca la necesidad de entrevistar a los niños una sola vez, grabar dicha entrevista y considerarla evidencia, en vez de llevarlos al estrado hasta cinco veces.

08 de Noviembre de 2007 | 09:50 |
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La condena de Jorge Tocornal Babra, quien deberá cumplir 13 años de presidio por la violación de su hijo mayor de 11 años y por actos de connotación sexual en su hijo menor de 6 años, marcó un hito.

Para muchos, los tribunales por primera vez demostraron en los hechos que el testimonio de las víctimas tiene validez y credibilidad, uno de los problemas mayores que enfrentan quienes persiguen a un abusador.

En Chile, sólo el 25% de los condenados por abuso sexual de menores está preso, lo que ejemplifica la difícil realidad que enfrentan los pequeños y sus familias después de descubrir el acto y vivir todas sus repercusiones.

La Fundación Amparo y Justicia es la única organización sin fines de lucro que en el país trabaja prestando asesoría legal a las víctimas de agresión sexual con resultado de muerte con el propósito de perseguir y sancionar a los culpables. Su directora ejecutiva, la norteamericana Elisabeth Farrelly, asegura que la labor que ellos realizan es ardua y no menos dificultosa.

Las cifras señalan que en el 2006 se denunciaron 9 mil 770 casos de abuso sexual de niños que van de 1 mes a los 18 años, considerando en este rango no sólo la violación y los abusos con o sin penetración, sino que también las tocaciones impropias, la muestra de pornografía y la ejecución de masturbación, entre otras.

“Por las estadísticas que maneja la Fiscalía, el número de denuncias ha aumentado, pero ello se relaciona con el hecho de que es más fácil hacerlas en el nuevo sistema procesal penal. Entonces, aunque hay más denuncias, es poco probable que la cifra de abuso haya crecido. Es importante considerar, además, que -según cifras entregadas por Unicef en agosto de 2006- se calcula que en Chile sólo se denuncia un 10% de las agresiones sexuales que se cometen. Es decir, hay una cifra negra de un 90% de casos que no llegan a la Justicia.”, explica.

-O sea, ¿el panorama, por lo menos, ha mejorado en el sentido de que las víctimas y sus familias se están atreviendo a develar los hechos?
“Sí, y esa es una etapa muy importante”.

-¿Se puede afirmar que los casos se dan con más frecuencia en un determinado grupo socioeconómico?
“Es difícil decirlo. Según un estudio de Unicef hay menos violencia física grave pero más violencia psicológica y violencia física leve en el nivel socioeconómico alto, comparado con otros niveles”.

-¿Sigue siendo la persona más cercana, de más confianza, el abusador más común?
“Las estadísticas de la Universidad de Harvard y la Organización Mundial de la Salud nos dicen que entre el 16 y el 25% de los casos se trata de un padre o un padrastro; del 34 al 50%, es alguien relacionado a la víctima; de un 35 a un 45% es un amigo o conocido de la familia; y sólo de un 5 hasta un 15% es un desconocido”.

-¿El patrón se mantiene en Chile?
“Suponemos que sí.

-¿Eso no hace muy difícil la prevención? ¿Cómo se le dice a un niño que no confíe en su padre?
“Es sumamente complicado el control y la prevención del abuso sexual. De hecho, creo que el próximo año nos gustaría hacer un seminario sobre prevención para pensar en conjunto, todos los actores, cómo hacerlo. Sin embargo, consideramos que lo mejor es enfocar a la Fundación, en el corto plazo, en cómo aumentar el número de denuncias, que es una suerte de prevención porque cada abusador no agrede sólo a un niño, generalmente, tiene múltiples víctimas. Por ejemplo, si hay alguien en una escuela que está tocando a un niño, lo más probable es que también esté tocando otros, por eso, si se le denuncia, se puede prevenir que sean más niños los afectados”.

-¿No es difícil prevenir además, porque el abusador tiene cierto tipo de trastorno?
“No es fácil. Al final pareciera que la mejor receta es no dejar a un niño solo con alguien, porque nunca se sabe quién puede atacarlo. Pero este es un mensaje muy extremo, poco factible y poco saludable”.

-Y poco practicable si el abusador es el padre.
“Claro, entonces la pregunta es qué podemos hacer, cuando se sabe que en el 80% de los casos el abusador es alguien cercano a la familia. Sólo podemos generar conciencia en la comunidad sobre el delito, podemos enseñar a detectar el abuso y podemos apoyar a los profesionales que van a recibir al niño en el sistema judicial”.

Elisabeth Farrelly reiteró que es clave concentrarse en aumentar el número de denuncias: “El primer paso es fundamental y consiste en denunciar la situación de abuso, porque si se pone a esa persona en la cárcel aunque sea por 5 años, son 5 años menos de posibilidades de que siga abusando y puede significar 5 víctimas menos. Por eso, es importante detectar la situación de abuso y hacer la denuncia. Hay que crear conciencia entre los profesores y parientes sobre la necesidad de que descubran el abuso para poder prevenirlo”, afirma.

-¿Pero qué más se puede hacer?
“Se puede enseñar a los niños cuándo una tocación es buena y cuándo es mala. Sin embargo, la prevención presenta muchos desafíos porque, por ejemplo, aunque un niño sabe que es malo que un tío lo toque y que no debería hacerlo, es súper difícil para él superar la manipulación del abusador y contárselo a alguien. Es muy importante pensar como comunidad cómo prevenir esta situación y no poner todo el enfoque en la actuación del niño”.

-¿Qué problemas se están enfrentando en la prosecución de estos casos? Porque, finalmente, es difícil probarlo a no ser que el abuso haya dejado señas físicas.
“Sí, es poco frecuente que haya evidencia física en el abuso sexual, el pediatra norteamericano David Bernard señaló hace poco que en el 95% de los casos ella no se encuentra, entre otras cosas, porque los niños se reparan muy rápidamente. O sea, hay que llevar al niño al doctor, ideal, dentro de 24 o 72 horas, es decir, hay una ventana muy chica de tiempo para sacar evidencias”.
“Pero si es posible obtener una muy buena entrevista forense del niño, que signifique que él pueda dar muchos detalles, lo importante es que esa entrevista sea hecha por alguien que tenga mucha capacitación en el tema, que conozca del desarrollo infantil y no haga preguntas inapropiadas a la edad del niño. Con esos detalles, incluso los más obvios, pero importantes, la policía puede hacer su trabajo para corroborar los hechos”.

-¿Hay una tendencia a darle baja credibilidad al testimonio de un niño?
“Desafortunadamente en este país es así. En mi opinión, se debe creer a un niño per se, como ocurre en Estados Unidos; si un niño está declarando en una situación de abuso, es porque algo ha pasado y esa es una manera de comenzar”.

-¿Es un problema de la cultura judicial chilena el no creerles?
“Si, pero no debería ser así. La investigación que compartió John Myers, académico y fiscal norteamericano, durante el seminario recién pasado que organizó nuestra Fundación, muestra que los niños pueden decir la verdad sobre un evento significativo (como lo es, obviamente, una situación de abuso sexual) cuando es entrevistado por una persona capacitada y bajo las condiciones correctas.”

En Chile se tiende a pensar que los niños son más fantasiosos.
“Sí, pero lo que pasa es que al comenzar una entrevista uno debe asegurarse de que el niño puede distinguir entre lo que es verdad y mentira y para eso hay técnicas. Generalmente, los niños pueden distinguir entre fantasía y no; ellos saben que su amigo imaginario es imaginario”.

-Esto es medular. Ha ocurrido ya que los niños terminen declarando hasta 5 veces en un juicio por abusos.
“Sí y esto se debe a que no se graban las primeras entrevistas. Debe ser una sola, donde el menor converse con un psicólogo forense y tras un vidrio observen el fiscal, un defensor, el juez. A lo más pueden ser dos entrevistas, si es que el niño no quiere decir nada, pero deben ser grabadas y consideradas como evidencias”.
“Esto no ocurre en Chile y debiera ser, porque es súper dañino para los niños el repetir la historia varias veces; eso no permite que el niño se recupere, que se rehabilite. Hay un proyecto de ley en este sentido que está en el Congreso que fue presentado por el senador Alberto Espina y ojalá que sea tomado en serio; muchos países están dando este paso”.


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