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Desconectados de si mismos

29 de Octubre de 2007 | 09:59 |
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Es frecuente que los jóvenes acudan a la consulta y planteen lo siguiente: “estoy desorientado, revuelto, no sé que estudiar, estoy perdido, no se me ocurre qué voy a hacer, estoy desmotivado.”

La desorientación vocacional, muchas veces, es un síntoma que plantea que lo más probable es que en ese paciente no se ha consolidado, aún, el trabajo de elaboración de la propia identidad; tarea que se desarrolla en forma intensa, durante la etapa nuclear de la adolescencia.

En el último tiempo, los padres han flexibilizado los roles dentro de la familias y se ha avanzado en cercanía e inclusión en el vínculo con los hijos, pero este modelo de crianza ha producido como consecuencia indeseada una falta de diferenciación entre padres e hijos que afecta profundamente el proceso madurativo y la salida al mundo exterior de los hijos, trayendo graves consecuencias en la organización y maduración de sus intereses vocacionales y de su posibilidad de entrega y compromiso con la situación de aprendizaje.

Cuando los padres tratan a sus hijos como iguales o responden a su natural enfrentamiento adolescente en forma simétrica, producen en los hijos un efecto de desubicación que los coloca en un lugar de partida del cual no logran estar verdaderamente motivados para aprender. “Si yo soy tan grande como mis padres, ya sé, por lo tanto no tengo mucho para aprender”. Estudiar en este caso, pasa a ser más una obligación o necesidad impuesta por las dificultades del medio que una verdadera motivación hacia el estudio; los intereses vocacionales que aparecen a partir de allí son frágiles e inconsistentes.
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Una de las consecuencias más graves y desconocidas de la simetría en el vínculo entre padres e hijos es la distancia emocional a la que recurren los jóvenes ante la falta de límites, para buscar una protección frente a los impulsos de la adolescencia, que luego los deja distantes y desconectados de sí mismos como para percibir los propios intereses vocacionales.

A partir de allí no pueden percibir con claridad sus propios intereses vocacionales, ni tener un registro claro de sí mismos, ni entusiasmarse, ni apasionarse justamente porque han quedado desconectados.

Si el adolescente no se conoce, le resulta muy difícil tomar una decisión creativa desde adentro, como algo original de si mismo. Se requiere realizar un trabajo psicoterapéutico, para que el joven se vaya entendiendo y reconozca sus distintos aspectos pudiendo diferenciarse de los padres y los compañeros de grupo.

También es necesario ayudar a los padres en asumirse como figuras protectoras y cercanas que permita al joven la salida de las situaciones fóbicas que provoca el aprendizaje. La recuperación del contacto comunicativo con los padres asumiendo las jerarquías y los limites permite la salida de la desconexión emocional y la fantasía de fusión, posibilita la reconexión emocional consigo mismo y la distensión necesaria para poder percibir los propios intereses vocacionales.


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