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“Mis hijas son el centro de mi vida, más que todo, más que mis películas”

08 de Enero de 2008 | 18:06 |
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Ricardo Larraín Pinedo, hijo único, nació un día de abril de 1957. Confiesa que le es “raro” hablar de su vida privada ya que “creo ser un tipo más, que hace una pega como cualquier otra que no tiene mucha diferencia con una persona que trabaja en algo normal, como en un banco”.

Hoy separado, tiene cuatro hijas. Más bien, cuatro “joyitas”. Se le ve absolutamente chocho de ellas.

-¿No es algo agotador vivir rodeado de tantas mujeres?
“Nooo, me encanta, ¡lo paso chancho! Las adoro y son el centro de mi vida, más que las películas. Somos bien aclanados. Me encanta ver cómo resuelven sus problemas y toman sus decisiones, las respeto mucho. Son súper piola y choras, las admiro mucho. Son muy distintas entre ellas: la mayor es médico, la segunda cantante y actriz, la que viene estudia cine y la menor aún va al colegio y le tira el lado científico”.

-Te repites el plato con la que estudia cine.
“Sí y eso que, curiosamente, es la más distinta a mí y tiene su mirada propia. Tengo plena confianza en su autonomía. Probablemente su historia será muy distinta a la mía porque es otra época, hay nuevas tecnologías. Pero siempre comentamos las películas y hacemos intercambios de opiniones técnicas”.

Y eso que casi se pierde la experiencia de ser padre. Cuando estudiaba en el colegio Notre Dam pasó por su mente convertirse en cura. “Encontraba chora la vida de los curas porque tenía algo de aventurera, fuera de los formalismos. Cuando chico conocí unos curas bacanes, que viajaban mucho y estaban siempre conectados con una cosa idealista. En “La frontera” quise reflejar eso”.

Porque además de sus hijas, lo espiritual mueve su vida. De hecho, por estos días lee un libro de Patricia May, que muestra como ejemplo de ello.

“Me interesa mucho conectarme con la vida espiritual y en estos tiempos es ineludible. Vivimos tantos problemas y tenemos que resolver cuál es el sentido de todo esto, qué rol jugamos en el total. Y es una visión que va cambiando. Imagínate que la física cuántica está demostrando que la realidad es una proyección de la mente, el deseo de algo. Por eso lo espiritual debe conectar con el río profundo de las cosas: Dios, el cosmos, da igual cómo se llame, pero ahí está. Y es un trabajo constante conectarse con eso. Pero uno no tiene por qué andar hablando de los idearios, en las películas a veces se traslucen pero no tienen que parecer un panfleto”, dice inspirado.

Sin duda esta visión lo alivió cuando, hace un tiempo, le diagnosticaron cáncer linfático. “Me pasaron dos cosas con eso: una, es que siempre supe que no me iba a morir, que era un episodio molesto, pero sólo un episodio. Y lo otro, es que comprendí que era un llamado al cambio. No es que me haya convertido en una especie de talibán pero empecé a llevar la teoría a la práctica. Como, por ejemplo, darme tiempos para hacer las cosas que más me gustan, como leer. Hay que darse tiempos para procesar las cosas y profundizar en los sentimientos. Así uno se siente mejor y anda más contento, lo que contagia a los otros. O por lo menos se es un factor menos de neurosis y un problema menos para los otros”.

-De ahí que se te vea tan sereno.
“El tema de la serenidad es estar en consonancia con lo que rodea. Estar acá, no andar haciendo las cosas apuradas, darse tiempos, porque si no genera una cadena de eventos que te hacen infeliz. Parte de la solución a nuestros problemas es concebir otro mundo, imaginar que todo puede ser de otro modo, eso es un trabajo espiritual y mental, hay que imaginarlo. Me encanta la frase que dice “si no lo soñamos, no lo logramos”, no se puede hacer nada que no parta de una concepción abstracta”.

-¿Algún vicio privado?
“Eh, ¡no! (ríe maliciosamente). Bueno, sí, comer”.

-¿Con o sin culpa?
“Con, pero no siempre, son oscilaciones neuróticas, ja, ja, ja”.

-¿Y qué tanto comes? ¿Cocinas tú?
“Me gustan mucho los sándwiches, de todo tipo. En realidad puedo comer desde lo más gourmet hasta lo más chancho. Y sí, cocino harto. Voy variando en el tiempo; paso por los risottos, platos orientales, ahora estoy en la onda de los pasteles de jaiva, en el mundo del chupe. Me encanta el mundo de los ingredientes y las esencias… (y no se aguanta las ganas de compartir una sarta de recetas y mezclas).