Transformar el incierto camino a la universidad en un trámite fácil y exento de inquietud puede ser el sueño dorado de cualquier joven... y de sus padres.
Orientadores escolares y preuniversitarios tratan de ser alguna ayuda en Chile. Sin embargo ya está naciendo una industria, a nivel internacional y muy primariamente en Chile, de consultoras que intentan profesionalizar la búsqueda de la vocación y el llegar a la institución de educación superior soñada.
El ejemplo más contundente es Estados Unidos, donde la especialista Michelle Hernández cobra hasta US$ 40 mil por asesorar a un estudiante. Su trabajo, que ha merecido tanto elogios como detractores, le valió ser catalogada por la revista "Time" como "súper consultor", dado que cada año entre el 95 y 100% de sus pupilos son aceptados en los establecimientos que ellos tenían como primeras opciones.
Su método es una mezcla de descubrir para qué es bueno el joven en cuestión, enseñarle a trabajar esa supuesta vocación -o descubrir si no lo es- y entrenarlo para "marquetearse" bien en las postulaciones a las universidades.
El tema llega a ser tan importante para algunos padres norteamericanos, que matriculan a sus hijos en el Hernandez College incluso cuando está a dos o tres años de salir del colegio. ¿Y en Chile?
Descubrir la vocación: evita probar y perder plata
Hasta ahora, el mercado nacional ha estado saturado de tests para medir conocimientos y habilidades. Lo mismo que entregan los departamentos de orientación de los colegios y preuniversitarios. Con resultados no demasiado brillantes.
Uno de cada tres alumnos que ingresa a la universidad deserta antes de pasar a tercer año, y hay carreras donde lo hace casi el 40%.
La mayor parte de las deserciones universitarias son temporales y tienen como fin cambiarse de carrera o de institución. Se mezcla la indefinición vocacional, no saber realmente en qué consiste la carrera y no estar preparado para el ritmo necesario en la educación superior.
En este contexto, hace poco están apareciendo las primeras consultoras que ofrecen específicamente la evaluación de las competencias individuales para la selección de una carrera profesional. Con ello, satisfacen a los jóvenes, pero sobre todo a sus padres, quienes dejan de perder ese dinero que sus hijos destinan en "probar" con una y otra carrera.
La psicóloga Estrella López dirige Psicolaboral Consultores, la cual pretende ayudar a los estudiantes a "no equivocarse" en el proceso de elección de la carrera más adecuada según su vocación. "El problema pasa por esa característica de nuestro país de dejar todo para última hora. Parece chiste, pero es verdad, los colegios se preocupan de sus alumnos que van a egresar, sólo cuando van a egresar. Más allá del entrenamiento académico, en Chile no existe una cultura de preparación para la educación superior. Al final, con la presión, los estudiantes no internalizan lo que les dicen y se desorientan", señala López.
Para Virginia Seyler, psicóloga y jefa del departamento de orientación del Preuniversitario Pedro de Valdivia, el problema pasa porque los orientadores de los colegios no pueden dedicarse exclusivamente a sus labores, sino que muchas veces deben hacer las veces de asistente social y "hasta de curas".
"Además, señala Seyler, algunos orientadores se dedican más bien a la mecánica, se basan mucho más en los tests, pero la definición de la vocación implica un cuestionamiento profundo. Los tests no deben ser definitivos, ni definitorios, sólo la base para empezar a conversar".
Por ejemplo, aunque el sistema de admisión a las universidades norteamericanas se aleja de los procesos que se realizan en Chile -porque implica presentar cartas de aceptación, ensayos, etc.-, la clave del éxito de la ya mencionada consultora Hernández pasa porque se preocupa de maximizar los talentos del estudiante, sus fortalezas académicas y su personalidad.
Esto último, señalan los expertos, es fundamental al momento de decidir qué estudiar.
Lo que quieren los papás versus lo que quieren los hijos
También lo creen en la consultora de Estrella López, donde utilizan varios sistemas de evaluación, los que involucran intereses, habilidades y competencias. Pero, finalmente, todo se relaciona con los rasgos de personalidad de cada persona. "Eso es lo básico, porque serán justamente esos rasgos los que posteriormente van a potenciar mi conducta como profesional", explica la sicóloga.
Este trabajo especializado contempla como mínimo cinco sesiones de una hora con los estudiantes, otros tres días donde se realizan reuniones con los padres y también hay sesiones en conjunto con padres y alumnos.
Para López, más allá de los tests, son las entrevistas en profundidad las que en definitiva permitirán dilucidar con una mayor agudeza los intereses de cada uno.
Virginia Seyler, del Pedro de Valdivia, considera fundamental el trabajo con los padres, porque aunque no lo digan explícitamente, las aspiraciones y expectativas de la familia afectan las decisiones de los jóvenes.
"Los estudiantes saben lo que sus padres esperan, tienen una idea de las carreras que son mejor vistas por ellos. El tema de las expectativas y presiones familiares se va transmitiendo, eso necesariamente es un peso más y es una variable que hay que desarticular para que finalmente los jóvenes puedan tomar una decisión", señala.
Por este motivo, López recomienda, sobre todo a los colegios, que los procesos para ayudar a definir las orientaciones vocacionales se realicen con bastante tiempo antes de rendir la PSU, para evitar la presión, el estrés y nerviosismo que se produce antes del trascendental exámen.
Buscando soluciones adentro de la universidad
El tema de las vocaciones y deserciones preocupa a las instituciones de educación superior, que han buscado diversas alternativas para ayudar a sus alumnos.
La Universidad de los Andes cuenta con un innovador sistema, consistente en tutorías, a través de las cuales se asigna un profesor al alumno que lo requiera, para que lo acompañe en el transcurso de su vida universitaria.
Jaime Arancibia, director académico de la institución, explica que el sentido del asesoramiento va cambiando con el tiempo, pero que, sin duda, durante los primeros años se hace hincapié en la vocación. "Con reuniones periódicas, los profesores los ayudan a insertarse en el contexto universitario. Además, mediante tests de razonamiento verbal y matemático, los profesores (o asesores) saben cuáles son las dificultades de los alumnos", explica.
Y aclara: "Este tipo de problema (desorientación al momento de elegir una carrera) siempre ha existido, pero lo que sí ha cambiado es que ahora existen mayores elementos de ayuda, que permiten elegir bien y prevenir equivocarse".