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Mientras todos pensaban que habían quebrado, exportaban

16 de Enero de 2008 | 11:13 |
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Gabriela Etchepare asegura que la marca Charlin tiene un sello distintivo que es ser prendas infantiles coloridas pensadas en niños, vestidos de niños y no de grandes. “No los vestimos de viejo chico, el concepto Charlin es ‘la esencia del niño’ y no lo vas a encontrar en ninguna parte”, asegura.

Explica que desde los primeros tejidos de su madre, en 1977, a ahora, la línea se ha mantenido en su idea original, pero se ha puesto a tono con los tiempos; se usa tecnología de punta, al igual que los materiales, y se hacen diseños de vanguardia pero siempre apostando a hacer “un arte”.

“Hacer un suéter con muchos colores es súper complejo, de verdad, hay que tener dedos para el piano”, dice.

Y ella los tiene, porque todas las prendas son su creación de principio a fin; en ello se ha apoyado en los pocos años de diseño que alcanzó a estudiar en la Universidad Católica, antes de abandonar para tener que hacerse cargo de la empresa, aunque su idea era inclinarse por el diseño industrial. “Quería hacer sillas, lámparas, muebles”, se ríe.

-¿Qué te mantiene hoy en el negocio?
“Ahhhh…, la sensación que me transmite la gente, cuando me dicen que les gustó la colección de la temporada. Más allá que sea comercial, me encanta escuchar ¡qué lindo el suéter!. Es que el concepto detrás de todo esto es que sea una prenda única, que se identifique”.

Cuenta que cuando falleció su madre, se apoyó en dos personas fundamentales: el jefe de producción y la secretaria personal de Ana María; ambos la acompañaron, develándole todos los secretos. Hoy, sin embargo, sólo la acompaña Toña, porque Enrique murió de cáncer el año pasado (cuestión que, además, le hizo recordar todo el proceso vivido con su progenitora).

La empresa tiene hoy menos operarios que antes porque se han comprado maquinarias con tecnología de punta, pero además, han seguido el camino de la externalización y trabajan con talleres externos en temporada alta.

Además, se mejoró la gestión y se está en plena reestructuración –en el proceso, Gabriela estudió un año de administración de empresas en la Adolfo Ibáñez- con el fin de disminuir costos y mejorar la rentabilidad.

“Como llegó la invasión de los chinos, han bajado fuertemente las ventas y la gente no valora lo que es tener un producto de buena calidad y opta por cosas más baratas y desechables”, explica.

El año 2001 viajó a México y en forma absolutamente amateur presentó los productos que ya tenía colocados en Bolivia, y dos grandes tiendas de departamento se la pelearon, queriendo que Charlin fuera su marca exclusiva. “En el 2007 duplicamos las ventas, pero más que nada porque somos perseverantes”, asegura.

-Está claro que nunca te imaginaste de exportadora chilena.
(Se larga a reír) “Es que eso se llama tener patas, hay que ser muy patuda como para viajar con las muestras en la maleta, pararse en el pasillo de una tienda y mostrárselas al encargado en medio de la gente. Mucha gente me pregunta cómo lo hacís, bueno, creo que hay que atreverse como recientemente en la feria de Guadalajara donde me ofrecieron participar de un desfile y bueno, dije que sí”.

Si a fines de los ’90 hacía 20 mil prendas, hoy ya superó la meta de los 80 mil tejidos para recién nacidos, preescolar, niños y juniors, pero casi todo sale del país.

-¿Por qué está tan deprimido el mercado chileno?
“Es que la gente se inclina por lo barato y la ropa masiva. Por más que he tratado de bajar los costos, no puedo alcanzar valores como un suéter a $3.990 que se compró en China en 1.700 pesos”.

-¿Aún así tienes un nicho?
“Sí, cuando tomé la empresa estábamos en el Apumanque y en el Panorámico, pero mi mamá cerró la primera y yo, hace algunos años, la segunda porque me concentré más en salir afuera. Recién en noviembre inauguramos nuevamente en el Apumanque y nos hemos encontrado que la gente se sorprende de encontrar a Charlin. Todos pensaban que había quebrado, pero nosotros hemos estados todos estos años vendiendo en la fábrica… quizás nos ha faltado un poco de publicidad”.

-¿Por qué no estás en una gran tienda?
“Es que ellas apuestan a las marcas propias o los productos chinos y sino a marcas de ropa infantil que engloban todo el concepto, es decir, pantalones, poleras, zapatillas y yo en cambio me dedico al tejido, aunque hago poleras, pero mi sello son los chalecos.
“Bueno, no dependo de la venta en Chile”.

-¿Cuánto más esperas crecer?
“Creo que un 10 o 15% sin asumir grandes riesgos, que es fundamental”.

-¿Y si llegara un gran socio?
“Podría ser… también tengo en carpeta entrar en Estados Unidos, pero quiero ver cómo me va primero en Canadá, porque en EE.UU. los volúmenes son súper importantes.
“Tengo expectativas, quiero más para Charlin”.

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