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“Nunca sentí el síndrome del nido vacío”

30 de Enero de 2008 | 10:54 |
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Sus hijos nacieron en Estados Unidos, Colombia y Costa Rica, los países en los que estuvo por motivos de estudio y trabajo de su marido. Ellos tienen hoy 39, 37 y 29 años y, ciertamente, la demandan poco.

A los 59 años, Jacqueline Rodríguez recuerda con alegría los años que vivió en el extranjero, porque en aquellos lugares donde no trabajó, ocupó su tiempo en toda suerte de cursos y diplomados, además de bridge, golf y otros pasatiempos.

-Habiendo estudiado periodismo, ¿fue complicado tener que seguir al marido?
“Fíjate que no, me casé muy joven, a los 19 años, entonces siempre me plantee terminar la carrera cuando volviera, cosa que hice”.

-O sea, ¿te lanzaste a la aventura?
“Ah… sí, siempre. Tenía claro que me quería recibir, pero no tenía claro cuándo iba a volver al país. No quería dejar la carrera inconclusa, así que antes de partir a Colombia, terminé en diciembre, di mi examen de grado en enero, porque partía en marzo”.
Recordando una pregunta anterior acota: “nunca dejo un libro en la mitad. Sigo hasta que lo termino, voy hasta las finales y en un proyecto me entrego entera”.

-Pero, no eres de planes a largo plazo, porque aceptas lo que el futuro te depara.
“Sí, creo que uno vive hoy y cuando digo eso no lo hago de forma irresponsable. Qué saco yo con planificar, uno no sabe lo que le puede pasar. Lo que pasó, pasado está, y para delante, es un misterio.
“Tomo las cosas como día a día y soy muy positiva, creo que las cosas van a ir bien porque he hecho el esfuerzo y confío en Dios”.

-¿Gozaste la maternidad?
“Sí, aunque nunca me desconecté de ellos, también tenía mis negocios. Tuve la suerte de que hubo gente que me ayudó, de hecho, partí con mi nana, la que me crió a mí, para afuera, excepto en EE.UU., donde estuve sola”.

-¿Conflictuada no te sentiste nunca?
“Para nada, y a pesar de todas mis actividades, era delegada en el colegio y estaba presente cada vez que me lo pedían”.

-Entonces, ¿lo más complicado fue tener que viajar tanto desde que estás en Achiga?
“Sí, pero los primeros años no viajaba, o sea, con suerte iba a Viña. Además, me encanta viajar”.

-¿Cómo has aprovechado este tiempo en que tus hijos ya no te necesitan? ¿Te volcaste ciento por ciento a la pega?
“Si hablaras con mis hijas mayores te dirían que la madre siempre se volcó a la pega, porque he sido siempre muy inquieta. He compatibilizado mis tiempos, he estado siempre pendiente de todas las cosas de mis hijos, pero no fue como que ellos se casaron y comenzó un mundo nuevo para mí, no. Mis hijas se criaron independientes, nunca sentí el síndrome del nido vacío. Eso no me pasó y estoy muy orgullosa de que ambas sean profesionales”.

-¿Abuela?
“Sí y gozo serlo. No soy la abuela típica; no es que me puedan llamar y decir mami te voy a dejar los niños porque puedo estar con pega o viaje, pero cuando lo necesitan, nos ponemos de acuerdo. Los disfruto el fin de semana”.

-Okey, pero insisto ¿qué hiciste con los tiempos que ganaste?
“Yo siempre me he regaloneado (se ríe). He tenido la suerte de nunca tener horario, entonces no tengo que estar sentada cumpliendo jornada. Puedo llegar a las 8 de la mañana o a las 11 porque estaba en una reunión; nunca me he sentido presionada y si tengo que ir al show de mi nieta en el colegio y me avisan con tiempo, lo planifico y me escapo porque sé que para ella es importante.
“Si tengo que ir a la peluquería, arreglo el horario, porque nunca me he dejado de lado; siempre tuve tiempo para ir a gimnasia”.

-¿Qué dice el marido, hoy, de tanto viaje? ¿Te acompaña?
(Se larga a reír) “No, sabes, sería una lata para él y para mí porque tengo una agenda pesada de negocios, entre reuniones, desayunos, almuerzos, cócteles y cenas. Ahora, hay algunos en los que me acompaña como el que tengo que hacer a Dubai”.

-¡¿Cómo lo haces para no estar pesando 300 kilos y mantener la figura?!
“Ayyyyy, cuidándome mucho (lo dice con un dejo de sufrimiento). Me gusta, tengo que estar probando platos nuevos, entonces lo que hago es seleccionar mucho. Si voy a un evento, no me verás comer en el cóctel, a estas alturas me lo salto y voy a estar todo ese rato con un copa de agua mineral. Y cuando tengo una comida, almuerzo sano”.

-Comes como un canario.
“No, yo disfruto la comida y como (lo remarca). Me gusta el buen vino, disfruto a concho”.



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