Muchas veces se confunde con la independencia o el ser autosuficiente, pero la autonomía tiene más implicancias que la de poder hacer lo que uno quiere, cuando quiere o la de vivir sin necesitar ayuda del resto. "Ser autónomo significa poder responder por sus actos. A diferencia de la independencia, que supone funcionar solo, sin conectarse, sin tener que responderle a los demás", explica el sicólogo del Instituto Chileno de Terapia Familiar Eduardo Nicholls.
Por eso educar a los hijos para que sean autónomos es una tarea difícil, que se extiende hasta la adultez y en la que los padres juegan un rol crucial. "La autonomía es una habilidad que se desarrolla a lo largo de la vida, y es el resultado de un proceso complejo de regulaciones mutuas y de interacciones entre el niño y sus padres. En el desarrollo humano lo saludable es poder ir calibrando la necesidad de dependencia y de independencia. Entonces, en todas las etapas hay que lograr el equilibrio entre esos dos lados", afirma la sicóloga infantojuvenil y terapeuta familiar Loreto Céspedes.
Los padres, explican que los expertos, deben entregarles a sus hijos cariño, confianza y seguridad, al tiempo que les ponen límites para que logren ser autónomos sin sobreexigirse, ni sentirse angustiados. En ese sentido, deben ser primero padres-colchón (que dan un piso afectivo), luego padres-pivotes (que establecen las reglas del juego) y finalmente padres-negociadores.
"Esas funciones son sumativas, no alternativas, salvo que en algunas etapas prevalece más una que las otras", precisa Loreto Céspedes, también del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Preescolares: "Padres-colchón"
Es una etapa crucial en el desarrollo del niño, porque es cuando se sientan las bases que le permitirán convertirse en una persona autónoma. Por eso es importante que en estos años los padres sean un "colchón", un piso de seguridad emocional para ellos. "Distintas investigaciones muestran cómo el hecho de que los padres en esta etapa provean de experiencias gratificantes a sus hijos les permitirá después tener muchos más recursos internos en términos de satisfacción. Eso da también mayores niveles de autonomía, en la medida en que podrán estar más contentos consigo mismos y depender menos de los refuerzos y la valoración externa", explica Eduardo Nicholls.
Gratificante, en este caso, significa seguro y acogedor. Por eso, dice Loreto Céspedes, en toda la edad preescolar es importante cuidar lo predecible del ambiente. "Si el niño se siente seguro de que hay alguien a cargo, de que ahora pasa una cosa y más rato pasará otra, tendrá la tranquilidad para poder explorar, invitar, crear y salir al mundo, pero a un mundo que tiene estructura".
En los primeros años de vida (de 0 a 3 aproximadamente), mucho se define a través del apego. El niño aún no tiene claro que él y su madre están separados. "Al comienzo, la guagua y la mamá son prácticamente una unidad.
Es muy importante que ese apego muy cercano se dé para que desde ese nidito protegido, seguro, el niño empiece a mirar para afuera y se atreva a explorar", asegura María Soledad Díaz, siquiatra infantil, experta en vínculo temprano.
Ese colchón afectivo, explican los expertos, es imprescindible porque en estos primeros años de vida, además de aprender ciertos hábitos básicos de funcionamiento, como el caminar y el hablar, los pequeños también aprenden a quererse y a autorregularse.
"Un niño aprende a quererse en la medida en que se siente querido. Si en cambio es rechazado y castigado, lo que incorpora como mensaje es: la gente es así porque algo malo debe haber en mí". Del mismo modo, un niño tampoco sabe autorregularse y hay que enseñarle a hacerlo poniéndole límites para que vaya probando paulatinamente sus potencialidades. Va a descubrir: esto se puede, esto no, si hago esto habrá estas consecuencias para mí o para los demás. La regulación conductual y emocional es un proceso interactivo que se hace en relación con los papás", dice Nicholls.
Es bueno saber:
Para los niños de 0 a 3 años:
-En las guaguas no se espera autonomía. Si un niño no llora o protesta porque se separa de sus padres, es signo de que hay un problema.
-Si el niño expresa el deseo de elegir algunas cosas, por ejemplo, la ropa que quiere ponerse, es bueno favorecer esa iniciativa, pero con estructura. Es decir, si llueve no se le puede dar a elegir entre una falda y un pantalón, pero sí entre dos pantalones.
- No es bueno obligar a un niño pequeño, ya sea a caminar antes de que esté listo para hacerlo o a pedir cosas cuando no se siente seguro aún. Sin embargo, si ya mostró interés en algo, es importante incentivarlo a seguir con ese interés.
Para los niños de 3 a 5 años:
- Es bueno que aprendan a pedir ayuda, porque parte de ser autónomo es conocer sus límites. Para eso tiene que saber que si fracasa en su intento de hacer algo nuevo, sus padres están para respaldarlo y acompañarlo cuando vuelva a intentarlo.
- Si lo invitan a casas de amigos, es importante no obligarlo, que vaya por períodos cortos (no más de una hora y media) y estar disponible si se arrepiente.
- En el caso de los niños más temerosos o tímidos, hay que respetar sus ritmos, tratar de fortalecer el concepto que tienen de ellos mismos e invitarlos a probar a hacer cosas distintas para que constaten que no pasa nada malo. Es bueno invitarlos a ir un poquito más allá de lo que ellos se atreven.
- Si es un niño que se somete mucho a los demás, es importante ayudarle a descubrir lo que le gusta realmente (qué juego, qué lugar, qué color), para que se conecte con sus propias necesidades y les dé un espacio válido.
Escolares: "Padres-pivotes"
De primero básico para arriba, el mundo de los niños se amplía. Ya no se limita exclusivamente o casi al ambiente familiar. Es la edad en que aparecen nuevos desafíos, como el tema del rendimiento escolar y el desarrollo de habilidades sociales. "Para su autonomía, es importante que vayan adquiriendo ciertas responsabilidades con respecto a sí mismos y su autocuidado en términos de hábitos. Hay que hacerles sentir que uno les va dando espacios para ejercer la libertad y la responsabilidad en la medida en que ellos pueden", dice Loreto Céspedes.
Da el ejemplo del momento de las tareas. Al principio es bueno que los padres preparen el escritorio y los útiles necesarios, pero de a poco deben jugar un rol cada vez menos central. "Los padres trabajamos para que al cabo de un tiempo no muy largo, el niño pueda pensar él mismo qué necesita para estudiar y que estemos sólo de compañía, de consulta", dice.
Eduardo Nicholls usa una imagen deportiva para referirse a la función de los padres en esta etapa y habla de padres-pivotes. "El pivote en básquetbol es el que se para en el centro y distribuye todo el juego. Ésa es la idea. Los padres tienen que controlar e ir regulando, pero también tienen que dar ciertas libertades y favorecer la toma de responsabilidades. Hay que rayar la cancha. Decir: fuera de estas líneas no puedes jugar, pero dentro tienes que moverte y tomar iniciativas. Es una autonomía con regulación".
Es bueno saber:
-Hay niños que necesitan más compañía y ayuda que otros.
- No hay que mostrarse dubitativo con los hijos, porque así se transmite un mensaje equívoco que los angustia. Ésta es la etapa en que el niño, para desarrollar potencialidades, necesita probarse. Pero también requiere de alguien que le diga: "hasta aquí no más".
- Los padres deben ser comprometidos, porque los niños necesitan saber que les importan para desarrollar autonomía. Si los padres no responden frente a las acciones de sus hijos, éstos no van a recibir la información que les permita saber si lo que hacen está bien o mal.
- Cuando, en torno a los 10 años, empiezan a querer salir solos al quiosco o a la plaza, es importante ayudarles a explorar, pero mostrándoles que uno como padre decide hasta dónde, en términos de espacio, de vigilancia, etc...
- Hay que permitirles que cuestionen las instrucciones parentales, para que estas tengan sentido para ellos. Pero eso no significa que esas reglas puedan ser transgredidas.
- Hay que estar atento a no transmitirles las propias aprensiones a los hijos.
Adolescentes: "Padres-negociadores"
Es sin duda una de las etapas de mayor desafío para los padres. Entre los 10 y 14 años, los niños pasan por un período de mucho riesgo. "Los padres hemos pensado que los niños a esa edad son más grandes de lo que son y les hemos dado márgenes de libertad en que los dejamos solos. Por eso, es importante no confundirse. Hay que entregarles márgenes de libertad más cuidados que en otras etapas. Los adolescentes en general necesitan a padres firmes para el desarrollo de su autonomía", dice Loreto Céspedes.
Es una etapa de negociación, pero que se enmarca dentro de ciertos límites. "La negociación implica que tu sí sea sí y tu no sea no; que no digas que sí a todo ni digas que no a todo. Es una manera de demostrar que eres firme y claro cuando dices sí o no", advierte Eduardo Nicholls.
Pasado los 14 años, el margen de negociación se puede ampliar un poco, pero los expertos insisten en que los adolescentes deben tener claro que sus actos tienen consecuencias. "No hablo de castigos prehistóricos, pero si en vez de llegar a las 3 de la mañana llega a las 5, le quito la llave aunque eso signifique que voy a tener que seguir levantándome a buscarlo. De esa manera los adolescentes se sienten confiados y seguros. Es muy importante porque ellos están aprendiendo a administrar su liberdad y tienen mucha presión de sus pares", dice Loreto Céspedes.
Es bueno saber:
-Es una edad en que los niños necesitan una presencia fuerte de los papás.
-Los padres tienen que mantenerse muy firmes en sus posturas y fundamentarlas.
-Los padres deben ser capaces de soportar la oposición de sus hijos y no temer entrar en conflicto con ellos. "Hay muchos que no quieren que sus hijos se enojen con ellos y se olvidan que una expresión importante de cariño es poner límites y tolerar que hagan una pataleta, sabiendo que se les va a pasar y que después todos estarán bien. Eso permite darles libertad para experimentar el odio sin que éste sea destructivo", explica la siquiatra María Soledad Díaz.
- Parte de la autonomía de los adolescentes tiene que ver con la iniciación sexual. En ese sentido es importante educar la intimidad más que la sexualidad, para que ésta se dé en un espacio afectivo y protegido.
-Después de los 18 también es importante transmitirles lo que se espera de ellos como adultos.