Como nunca hay que salir con lápiz y papel a cotizar precios antes de comprar. Los limones, las papas y el pan parecen oro en los estantes de los supermercados. La bencina no sube, por ahora, pero todos están a la espera de la nueva alza.
Los ahorros en las AFP no han tenido incrementos bullantes y quienes tienen los nervios y fondos para apostar en la Bolsa no deben estar pasándolo muy bien. Qué decir de los que reciben dólares por su trabajo.
Los únicos que deben estar contentos son los que ahorraron en UF, porque éstas son las únicas que se disparan con la inflación desatada.
Como diría alguien en el campo, golpeada no sólo por la sequía, ‘el horno no está para bollos’, o sea no está ni para grandes viajes, ni para cambiar el auto (aunque el dólar esté bajo), ni para cambiar el televisor por un plasma digital y la economista Michèle Labbé Cid, economista jefa de
Econsult lo sabe muy bien.
-Estamos en tiempos de ajuste, ¿deberíamos preocuparnos?
“Definitivamente. Estamos en tiempos de ajuste y de un ajuste incierto; o sea, de alguna manera es posible que todo termine bien y no haya ningún ajuste económico importante, pero eso es lo menos probable. Lo más probable es que sí tengamos un ajuste que venga del ámbito internacional, de Estados Unidos, y como no somos inmunes –no lo fuimos con la crisis asiática- no lo vamos a ser ahora tampoco. Uno debiera preocuparse y eso implica que no son tiempos para gastar en forma desenfrenada, son tiempos, más bien, de ser bastantes austeros, de cuidar las cuentas y tratar de ahorrar”.
-Pero, ¿esta preocupación la deben tener los grandes inversionistas o el consumidor medio también?
“Más que el gran inversionista, el que se tiene que preocupar es el consumidor. El gran inversionista tiene expertos que le dicen cómo sortear estos tiempos; en cambio, la persona común y corriente, la dueña de casa, es la que se tiene que preocupar porque nadie le va contar lo que pasa, al revés, le van a decir que
no hay problemas. Pero ellos se afectan a través del desempleo, en la medida en que los tiempos están más difíciles, las probabilidades de encontrar trabajo son más bajas y las probabilidades de ser despedidos son más altas, por lo tanto, este momento es importante –insisto- en ser austeros, no contraer grandes deudas”.
-¿Estas turbulencias pueden afectar más o menos a la mujer como género?
“No, es por igual, afectan a todos. Ahora, obviamente, hay ciertas variables que dependiendo de cómo se muevan afectan más o menos a un grupo etario o socioeconómico. En general, los grupos de menos ingresos se ven más afectados con estas crisis porque no tienen ahorros.
“En algún momento se pensó que las mujeres salían más de la fuerza laboral cuando golpeaba el desempleo, pero con los años se ha comprobado que la mujer entra más fácil y sale más fácilmente del mercado del trabajo pero no necesariamente porque sea despedida, sino que por una opción”.
-Profundicemos, ¿hay alguna manera de protegerse de esta crisis?
“Sí, hay varias. La principal es el ahorro, el ahorro por precaución. Creo que son pocos los que tienen imbuidos ahorrar pensando en una emergencia; eso se nota cuando hay una enfermedad en una casa y suben los gastos; ésta ve alterada su presupuesto porque nunca una enfermedad está considerada.
“La forma de actuar es ser precavido y eso significa –aunque suene medio nerd- ahorrar por precaución, especialmente cuando hay tanta incertidumbre en el futuro. Si no pasa nada, después lo podemos gastar, pero hoy lo importante es no incurrir en deudas que son innecesarias y tratar de ordenar las cuentas. Hoy, en que la crisis todavía no llega a las personas tiene que ver más con ordenarse, con controlar los gastos en las multitiendas y no sobre endeudarse por sobre lo que se tiene. Esto es como el aseo de la casa, hay que tenerla súper limpia porque en cualquier momento puede llegar una visita y debe estar impecable”.
-¿Qué tipo de deuda habría que aplazar? ¿La hipotecaria?
“No, la deuda hipotecaria tiene que ver con tener una vivienda y si no tienes tu casa, pagando un dividendo, entonces tienes que arrendar y ahí no hay mucha opción. Lo único que queda es renegociar para más años si es que se pudiera, es una buena opción.
“De las deudas que estamos hablando son las de consumo, hoy son una parte importante del presupuesto de la familia y es donde uno puede recortar si tiene que apretarse el cinturón”.
-La inflación pareciera que no va a ceder, ¿qué hacer?
“En Chile, la economía está bastante protegida de la inflación en términos de que los que ahorran pueden hacerlo en instrumentos que se protegen de ella como los depósitos a plazo en UF. En ese sentido, no tiene un gran efecto.
“Donde sí te pega es que se produce un desfase en el tiempo en que se ajustan los salarios respecto del IPC; los precios se ajustan día a día y los salarios una vez al año, lo que implica que en algún momento cae tu poder adquisitivo y eso hay que asumirlo. O sea, no hay otra opción”.
-Es decir, el consumidor tiene que corregir su canasta.
“Exacto, no tiene otra opción lamentablemente”.
-¿Y qué hace con la bencina?
“La bencina tiene la gracia o la desgracia que muestra fácilmente su variación de precio y por eso la gente lo percibe tanto. Los limones y las paltas varían bastante más que el precio de la bencina, de hecho, los limones hoy son oro, la diferencia es que ellos se pueden reemplazar, en cambio, la bencina no, a no ser que tengamos un auto híbrido que vale un ojo de la cara y no es un sustituto real.
“La bencina tiene un impacto en la canasta, pero el impacto real tiene que ver con la acumulación de alzas de precios, más que un precio en particular”.
-Estas crisis tienen un impacto en los sectores más vulnerables, pero pareciera que el golpe que reciben los sectores medios algunos no lo ven.
“A ver, se ven, pero lo que pasa es que hay prioridades y las prioridades no están puestas en el sector que sufre, pero se las puede arreglar, sino que en el que no lo puede hacer. Es cierto cuando algunos dicen que no se hace nada por la clase media, pero, ojo, nadie está diciendo que ella no sufra; lo que pasa es que la gente de clase media tiene dónde dormir, cómo abrigarse, tiene qué comer. Comerá distinto, tendrá que ser más austera, no encender la calefacción o dejar de pintar la casa, pero los pobres no dejan para más adelante los gastos; ellos sufren hambre, frío directamente.
“Es cierto que todas las políticas van a los más desprotegidos, pero tiene una razón de ser lógica que tiene que ver con que sufren, tal como la clase media, pero sufren mucho más. Aquí se trata de cubrir las necesidades básicas, a ellos no se les están entregando cosas a las que la clase media no tiene acceso”.
-Pero, ¿no se deriva en una clase media más empobrecida?
“No, al revés, la clase media ha crecido no sólo en tamaño, sino que cada día tiene más poder adquisitivo. Ese es un proceso natural que tiene que ver con el acceso a la educación. Además, este es un país que crece, cuestión que es fundamental para generar oportunidades, para que la gente emprenda sus propios negocios; la clase media no está cada día más empobrecida, muy por el contrario, cada día tiene acceso a más bienes. Es muy fácil creer que está más empobrecida, pero la realidad dice no”.
-Veamos el lado positivo. ¿Hay alguna receta para sacar ventaja en estos tiempos?
“Sí, pero son duras. Estos son los tiempos de los grandes inversionistas, donde se decide entrar a comprar. Es el momento en el que el que tiene el estomago firme entra a la Bolsa, en el que el que tiene una idea de negocio puede empezar a desarrollarla porque cuesta barato.
“Ahora, también es cierto que son tiempos inciertos y por lo tanto, las probabilidades de equivocarse son altas, si no habrían muchos millonarios”.
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