A los 35 años, separada, sin hijos, Michèle Labbé tiene, claramente, miles de proyectos por delante y está dedicada ciento por ciento a disfrutarlos.
Sin las preocupaciones de la maternidad, tiene en mente empezar a correr para participar en una maratón, pasión que se ha expandido entre los santiaguinos y que tiene a miles de ejecutivos, empresarios, políticos y dirigentes trotando por esta contaminada ciudad.
Aunque el tema de la conciliación entre trabajo y familia le es ajeno por el momento, Michèle tiene una opinión formada al respecto: “Creo que es un tema, que finalmente se trata de opciones, de que tienes que decidir. Depende también mucho de quién es tu patner; cuando tienes uno menos oficioso –por decirlo de alguna manera- es mucho más importante la decisión que cuando tienes a alguien al lado que va codo a codo contigo donde probablemente no tengas nada que decir”.
-¿Crees que las generaciones jóvenes están más preparadas para eso?
“Absolutamente. Las generaciones jóvenes tienen la gracia de haber nacido en un mundo donde sus madres ya trabajaban y por lo tanto, saben coser, cocinar, saben arreglárselas solos, saben cuidar niños y por eso, consideran que eso es normal. Entienden que el cuidar a los hijos no es una tarea de las mujeres, sino comunitaria, por lo que ambos tienen que ceder y dar para que la cosas funcionen.
“En ese sentido, todo es mucho menos difícil para la mujer, no tiene que elegir. Son ambos los que van cediendo sus tiempos”.
-Pero tienen otra mirada frente a la familia. Son padres más tardíos, de pocos hijos…
“Sí, eso tiene que ver con que a medida que pasan los años, la sociedad va madurando más tarde; se termina más tarde de estudiar, de tomar las decisiones, se dan un tiempo todavía para poder pasarlo bien y eso hace que los tiempos se vayan alargando. En ese sentido los encuentro bastante más serios y maduros que antes, creen más en la sinceridad de las relaciones”.
-¿Crees que en esta sociedad, la chilena, la mujer no va a tener que seguir postergándose?
“Creo que la mujer siempre se va a postergar por su rol de madre. Ahora, el punto es si tiene qué u opta qué. Yo espero que muy pronto sólo sea una opción, que no sea una obligación.
“Los padres debieran poder optar también por lo mismo, es súper injusto que los hombres no tengan la opción de poder quedarse en la casa porque socialmente se ve espantoso, tienen que cumplir el rol de proveedores. Siempre he dicho, falta el Día del Hombre; no los dejan llorar porque tienen que ser macho, no tienen más de cinco días para estar con su guagua y el que cocina se le quema el arroz. El hombre finalmente no tiene derecho a pedir tiempo para estar con sus hijos porque es hombre”.
-Pero para eso, las empresas tienen que cambiar.
“Para eso tiene que cambiar la sociedad completa y los cambios son lentos, se demoran, y en ese sentido creo que las sociedades más chicas son más irreverentes, más abiertas a los cambios lo que es bueno. Los cambios no son de un día para otro, en general, son complicados”.
Esta economista reconoce que le falta tiempo para hacer todas las cosas que quisiera. “Me falta tiempo para todo”, remarca.
-¿Eres trabajólica?
“Sí, me encanta mi trabajo, pero, aparte, hago muchas cosas. Me gusta bailar, hacer deporte, por lo que juego tenis… Ahora estoy pensando empezar a correr, tengo siempre proyectos pendientes de hacer diversas cosas como las artes manuales; me gusta pintar, leer, o sea, me entretengo en muchas cosas por lo que me cuesta tener tiempo para todas ellas y tener un descanso”.
-¿El ocio no está dentro de tu disco duro?
“No he logrado entender todavía qué es; si el ocio es hacer las cosas que me gustan, entonces sí tengo tiempos de ocio, pero según me han dicho no es eso. Tengo un serio problema con este concepto y para conseguir entenderlo he tratado de empezar a ver teleseries” (se ríe).
-¿Por qué tan intensa?
“No… normal. Con ganas”(y sigue riendo).