Este director de cine no sólo cambió su apellido, sino que también su look. Se reinventó completamente. Reemplazó sus típicos anteojos de marco grueso negro por lentes de contacto, por lo que se puede apreciar sin interferencias su tímida y verde mirada. Así, posa suelto para la sesión de fotos en los pasillos del restorán (Dominga).
Además, adelgazó los casi 20 kilos que subió con la “Sagrada Familia” (2006, protagonizada por Néstor Cantillana y Patricia López, entre otros), la renombrada y a la vez polémica película que lo llevó hasta Cannes.
Pero lo más sorpresivo es su cambio de identidad: de llamarse Sebastián Campos (el apellido de su padrastro), luego de 17 años se reencontró con su padre biológico, volvió a su nombre real.
Así, con esta metamorfosis y bajo el nombre de Sebastián Lelio, estrenará su nueva película “Navidad”, la que acaba de terminar de filmar, repitiendo la misma inusual técnica que utilizó en su primera cinta, casi sin guiones y con mucha improvisación. ¿El resultado de ese experimento? La cinta fue elogiada por la crítica y se llevó premios internacionales, además de ganar una beca en Cannes.
- ¿Tras el éxito de “La Sagrada…”, sientes que se han generado altas expectativas por tu nueva película?
“Puede ser… siempre se habla del terror de la segunda película, sea como sea que le haya ido a la primera, siempre está ese miedo”.
- Pero más aún si la vara quedó tan alta.
“Sí y es paradójico pero me lo tomo como si estuviera haciendo mi primera película de nuevo, no con la actitud del que viene de vuelta sino como que cada película –me imagino- será un problema distinto, porque cada una encierra desafíos inherentes a ese proyecto en particular, ya sea por la historia, por la tecnología, los medios, pero subyacentemente existe una base presión. Sobre todo porque a “La Sagrada…” le fue bien, fue reconocida, mucho más de lo que esperábamos. Pero prefiero estar en esa posición demandante a que a la película hubiera tenido menos vida. Es súper bueno el hecho de estar en peligro, que te mantenga alerta y humilde…”
- ¿Te autoexige más también, no?
“Cuando hice “La Sagrada”, mi única preocupación era que quedara bien y ahora también. De lo único que me puedo preocupar es de hacer la mejor película posible y esperar lo que pase. Es como cuando uno es niño y hace una travesura y se escondes a mirar qué pasa”.
- ¿Por qué tocas nuevamente el tema religioso? (La historia de “La Sagrada…” se desarrolla en Semana Santa y la de la nueva película, en Navidad)
“’La Sagrada…’ tenía una vocación más virulenta (sexo y religión) en torno a ese tema. En cambio “Navidad” tiene más que ver con el hecho de que ocurra en una festividad; es un melodrama adolescente. La vida está llena de melodramas y me encanta, tiene algo bonito, que me interesa, que siempre juega con el lugar común. La característica de los melodramas es que casi siempre ocurren en festividades, ya sea en matrimonios, cumpleaños, entierros. Y lo que me interesa es que quienes viven esta festividad, la vivan conectados con lo espiritual y en paz”.
- Pero en “La Sagrada…” lo que menos se ve es eso.
“Es que paradójicamente son estas fechas las que traen más conflictos, por esa exigencia de ser felices y eso me parece muy atractivo. También me gusta mucho eso del imaginario católico, además del interés estético, no sólo por el pensamiento y todas sus manifestaciones que cruzan la cultura occidental es porque está en el ADN de nuestra cultura chilena, entonces es ahondar en esa parte de nuestra identidad. Y “Navidad” es como lo contrario a una Navidad, porque los personajes están a la deriva, sin su familia”.
- ¿“Navidad” es tan improvisada como tu primera película?
“Sí, pero es otro tipo de improvisación, más dirigida. En “La Sagrada…” era mucho más abierta. Además, era una historia que ocurría en tres días y que fue filmada en tres días, en forma continúa. Ahora la filmación duró un mes entero”.
Según el director, lo anterior responde a que en este nuevo film los actores son más jóvenes e inexperimentados (Manuela Martelli, tiene 24 años; Diego Ruiz tiene 20 y Alicia Rodríguez, apenas 15). “La improvisación tuvo que ser más acotada ahora. Fue necesario acotar las zonas para movernos. Pero igualmente tuvo harta improvisación porque me interesa poder rescatar la forma de hablar de los jóvenes, que haya espontaneidad del lenguaje y que sea más real”.
- ¿Piensas seguir con el tema de la improvisación como tu fuerte?
“Depende de qué pase con esta película. Uno va aprendiendo mientras las hace, es un proceso mágico cuando va apareciendo el resultado. La improvisación me parece fascinante y me interesa mucho y no creo que lo deje de lado. Pero ahora estoy tan metido en esta película que no sé dónde se irá la moto después. Lo único que sé es que ya no me quedan muchas fechas religiosas para elegir (ríe)”.
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