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"Lo que le pasa a la agricultura tiene un efecto social muy fuerte"

La directora de la SNA afirma que, pese a las ventajas comparativas que tiene Chile, no hay políticas correctas para la agricultura, hoy en crisis. Añade que el agro de subsistencia, el campo chileno, no puede ser objeto de sólo medidas asistencialistas.

26 de Junio de 2008 | 10:16 |
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Quienes conocen la actividad agrícola saben del estrés que genera el clima, ya sea porque esté muy seco o muy lluvioso durante el año; saben que las vacaciones no se pueden tomar en el verano, como todos los cristianos, porque es la época de cosecha. Y saben que las fluctuaciones del dólar producen tanto dolor de guata como alguna plaga sorpresiva.

El campo chileno no sólo es interés de los grandes terratenientes y productores; miles de campesinos, parceleros, se la juegan cada temporada por los frutos que les darán el sustento anual.

Por eso, los embates que el 2007-08 se dejaron caer sobre la actividad tiene a los agricultores con el agua hasta el cuello, o mejor dicho, sin agua. Los más fatalistas arrancan lo plantado para probar suerte con otro producto; los más optimistas, persisten y de eso habla la única directora mujer que tiene la Sociedad Nacional de Agricultura, María Gracia Cariola.

-Nadie niega que hay una crisis en el sector, pero ¿cuánto es culpa de la naturaleza y cuánto del hombre?
“En el agro siempre tiene mucho que ver la naturaleza, como ninguna otra cosa, pero lo que uno esperaría es que, dada la evolución, el desarrollo de la economía, las tecnologías y el oficio, haya cada vez mayor conocimiento disponible para poder profesionalizar el agro y llevarlo a un estado de desarrollo acorde con el resto de las actividades económicas.
“Cuándo preguntas cuánto es responsabilidad de la naturaleza digo lo mismo de siempre. Siempre han habido sequías, heladas, inundaciones de vez en cuando, independientemente de cuánto pueda ser producto del calentamiento global, que según Al Gore es responsabilidad del hombre. Pero, a pesar de la naturaleza uno debiera tener una serie de políticas y acciones destinadas a paliar esas crisis para hacerlas menos dramáticas y con menos efectos”.

-Algunos piensan que lo que está pasando no es ajeno a la vida del agricultor, que su historia está marcada por los años de las vacas gordas y flacas.
“Es verdad que la agricultura, como todo sector productivo, tiene riesgos en particular y uno de esos es la naturaleza, pero –insisto- uno puede introducirle una serie de medidas para que no siga repitiendo, por siempre, la historia de las vacas gordas y flacas de manera tan radical. O sea, se puede aplanar un poco la curva de los riesgos, se pueden tener seguros agrícolas y otras políticas que debieran moderar este eterno peregrinar”.

-Ya, ¿pero cuánto hay del hecho de que los agricultores son, por idiosincracia, quejumbrosos, llorones?
(Se ríe) “Creo que eso es mentira; eso es una caricaturización del agricultor. Creo que eran, en el pasado, más llorones de lo que son ahora; lloran, pero lo hacen como todo el mundo cuando se tiene un problema. Cualquier cosa que afecte a un sector hace que los involucrados salgan reclamando como locos, lo que pasa es que a los agricultores les ha tocado un poco más, quizás. Se ha generalizado la idea de que son llorones, pero en lo que ha dependido de ellos, me impresiona, han tenido una capacidad de reacción notable frente a los incentivos que les dan y que pocos sectores tienen.
“Con los tratados de libre comercio, lo que más reacciona, en términos de balanza comercial, es el sector agrícola; o sea, Chile exporta muchísimos más productos agrícolas que otros sectores a propósito de los TLC y eso tiene que ver con tener los incentivos correctos. Y eso no es ser llorón”.

-Más allá de sequía, dólar bajo, conflictos laborales, alza de insumos, ¿cuál es el estado real del campo chileno? Algunos acusan que es un campo abandonado.
“Creo que la pregunta es un poco amplía, pero creo que el Censo agrícola del año pasado da una idea. Básicamente, señala que es un campo más profesional y tecnológico, donde se ha invertido, que ha sido trabajado, entonces si se le dan los incentivos correctos responde; ahora todo esto dice relación con la agricultura que no es de subsistencia, la familiar”.

-Okey, hablas del campo de grandes y medianos inversionistas. ¿Qué pasa con la de subsistencia?
“Creo que ella ha sido manejada mal porque ha sido abordada sólo con un criterio asistencialista. El Indap –esta es una opinión personal- ha perdido recursos por no tener mejores políticas que hagan más productiva ese tipo de agricultura. Me da muy buena impresión el nuevo director del Indap que tiene la visión de hacer de esa repartición un centro de fomento productivo; o sea, si bien tienes que dar asistencia a muchas de las familias que son parte de la agricultura familiar, no debiera ser el Indap quien tuviera el criterio asistencialista. Ese servicio debiera apuntar a generar cadenas productivas, juntar, organizar a estas familias tal como se hace en Nueva Zelanda donde se hacen presente elementos de capacitación y financiamiento”.

María Gracia Cariola reconoce que quienes viven en la capital se les olvida lo que realmente pasa en el campo. “Todo lo que le pasa a la agricultura tiene un efecto social muy fuerte. La crisis de la agricultura es social; ella genera, fijos, 700 mil empleos anuales y sólo es un 5% del PIB, por lo que no son sólo los ricos agricultores los que están afectados. Hay tanta gente involucrada que es una crisis más social”.

-¿Será que Chile está tan concentrado en alcanzar la modernidad que ha abandona sus raíces, que están en el campo?
“Voy a ser sincera, mi acercamiento al campo no es desde el origen, por lo que la identidad cultural no es lo que más me mueve del campo. Me mueve mucho más la posibilidad de desarrollo más permanente para Chile. Nosotros tenemos, claramente, ventajas agrícolas competitivas que no tienen otros países y por qué no explotarlas, cuidarlas, llevarlas a un desarrollo óptimo y en cambio, las dejamos ahí, botadas. Eso me llama muchísimo, sin perjuicio de que entiendo que hay una identidad cultural fuerte, que se ha retomado”.

-Vamos a la coyuntura, ¿ustedes ven prescindencia del Gobierno en algunos temas, léase bajo dólar, e intromisión en otros, como los conflictos laborales?
“Hay prescindencia del Gobierno en el tema agrícola más allá del dólar; la hay en el tema de la sequía, en ayudar a que la agricultura sea más competitiva más allá de los problemas del tipo de cambio y que tienen que ver con la energía, financiamiento y las leyes laborales. Hay una serie de trámites que no debieran existir, hay una falta de propósito y seriedad en el desarrollo de la campaña Imagen País.
“Una forma de subir el precio de los productos es teniendo una imagen país potente. En Australia es impresionante, es cosa de ver cómo ha aumentado el precio de los vinos australianos en comparación con los chilenos, considerando que estaban hasta hace algunos años iguales; todo se debe a una campaña de imagen y los precios se dispararon. Está bien que cada viña haga su propia estrategia de marketing, pero debe haber un paraguas que es la campaña Imagen País. En esto es donde el Gobierno podría hacer, de verdad, la diferencia y beneficiaría a todo el modelo exportador chileno”.

-¿Y en el tema laboral?
“Ahí hay otra cosa. Por qué no permiten que exista una jornada laboral agrícola más acorde con la actividad, más flexible. Por qué no se permite más libertad, si nadie pretende que hayan abusos de los trabajadores, pero las lecherías funcionarían mucho mejor con dos turnos, las viñas requieren de un horario especial para su cosecha…”


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