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“Todo ha sido ir tomando oportunidades”

27 de Marzo de 2008 | 15:35 |
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Dudó entre ser psicóloga, arquitecta o periodista, pero optó por las leyes porque su padre, el ex senador Marco Cariola, le recomendó que frente al enredo que tenía, era más conveniente que estudiara derecho y despejara sus dudas en el camino.

María Gracia Cariola le hizo caso y se inscribió en la Católica, pero paralelamente a derecho hizo un año de psicología. Recién ahí resolvió: “no me gustó psicología más que nada por cómo se enseñaba”.

Reconoce que siempre ha tenido una inquietud de orden público pues se considera una afortunada, por lo que, siendo estudiante, apostaba por convertirse en defensora de jóvenes delincuentes, es decir, seguir la veta penal, pero las cosas se dieron de otra manera. “Desde entonces todo ha sido ir tomando oportunidades”, explica.

Al terminar, partió a hacer un master en derecho en la New York University. Sin muchas expectativas, postuló -en una feria de trabajo- a una pega, siendo escogida por la firma Simpson, Thacher & Barttlet. Y ahí fue donde se inició, finalmente, en el derecho comercial, en el que estuvo durante 10 años.

A su regreso y con la claridad de que no podía trabajar en el estudio de su padre –un acuerdo de socios impedía contratar a familiares- apostó por una oficina de la competencia, pero antes de que eso se concretara, los mismos socios de Cariola la fueron a buscar. Argumentaron que era ridículo que entrara a otro estudio si tenía los méritos suficientes (se sacó un 7 en el examen de grado).

“No trabajé nunca con mi padre. Recién ahora lo hacemos, en la agrícola”, cuenta.

-¿La urgencia coyuntural política de tu padre, de dejar sus negocios, modificó tu rumbo?
“Sí, fue el inicio de la derivación a lo que estoy hoy. A mí me gustaba trabajar como abogada, lo pasé súper bien, me entretenía el trabajo en equipo; en cambio, hoy hago un trabajo mucho más solitario, aunque me junto con harta gente. Antes, en la oficina, tenía lazos afectivos muy fuertes con todos mis colegas, mi jefe, las secretarias; además, me gustaba el compromiso que asumía con los clientes. Lo que más hacía era compra venta de compañías y significaba que empezaba a trabajar y terminaba, al final, dedicándole 400 horas sin parar.
“Lo pasaba chancho”.

Siendo la mayor de tres hermanos (quien le sigue es un varón que tiene 8 años menos), María Gracia no se cuestionó mucho el hecho de tener que suceder a su padre en las empresas donde tenía participaciones accionarias y que abarcan diversos ámbitos. Asumió, así, a los 29 años, varios directorios.

El camino ha rendido frutos, porque en 2005 fue electa directora, la primera en su historia, de la SNA (hace poco fue reelecta). “Uno va aprendiendo”, concluye.

-¿No resentiste entrar en un mundo que es súper masculino? Directoras de empresas hay pocas.
“Sí, es verdad, pero cada vez vamos a ser más. Uno al principio apechuga, trata de hacer las cosas lo mejor posible, pero sin ningún afán de lucirse; imagínate, hay señores que llevan su vida en eso, son empresarios secos y tú no vas a ir a decirle cómo hacer las cosas. A los 29 años fui a aprender, con los ojos y oídos lo más abiertos posible”.

-¿Fue un estrés extra? Además del estrés de ser hija del dueño.
“Ehhhhh… es un estrés. Más que un estrés es un desafío y los desafíos nunca son relajados (se ríe). No quieres hacer el loco, estudias el doble para una reunión de directorio”.

-Pero el directorio de la SNA te lo ganaste tú.
“Sí, me lo gané yo, porque he ido tomando oportunidades. Eso fue una carambola… Luis Schmidt presentó un proyecto de modernización y en ese consideraba a las mujeres y me invitó a ser consejera porque tenía que ver con el mundo agrícola”.

-¿Le abriste caminos a otras?
(Se larga a reír) “Son súper simpáticos los de la SNA. El año pasado, cuando se eligió el consejo, que a su vez elige el directorio, se propusieron los nombres y ellos decían que como había sido tan buena la experiencia conmigo, iban a traer más chiquillas y trajeron; ahora somos cuatro las consejeras”.

-¿Sientes que has tenido que saltar muchas vallas como edad y género?
“Si se mira desde afuera, evidentemente, porque he hecho cosas que más bien son masculinas. Y no es que lo sean; cuando entré de abogada al estudio también éramos pocas y hoy son millones. Es salvaje como ha cambiado la composición de los mundos de las leyes o el agrícola.
“Ahora, nunca me lo he planteado, nunca sentí discriminación. Siento que los otros se están acostumbrando a que haya una mujer, pero, en general, he tenido suerte, me han tocado puros caballeros”.

-¿Has sentido el ser hija de Marco Cariola? Algunos te llaman ‘la heredera’.
(Extiende una sonrisa) “La primera vez que salí en el diario, en “El Mercurio”, me pusieron así y casi me fui de espalda, no tenía idea que iba a salir.
“Nooo, trabajo con mi papá…”

-¿No ha sido un peso?
“No, mi papá nunca ha sido un peso. Mi papá es de las mejores cosas que me han pasado en el vida, es una persona encantadora, muy cálido, humanamente excepcional y nunca pensé que iba a trabajar con él.
“Igual, cuando empecé fue un desafío. Al regresar de Estados Unidos pensaba irme a otro estudio y mi papá comentaba van a pensar que estamos peleados. Después cuando entré a su oficina, como que todos tenían una sonrisita de no porque seas la hija de te la vas a llevar gratis… pero se pasa rápido. Al ratito, todos te quieren”.


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