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De fugaz poeta a lectora intensiva

27 de Marzo de 2008 | 15:36 |
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Trabaja en una oficina en forma solitaria. Aparte de una secretaria, no hay nadie más en los dos pisos que ocupa la agrícola que dirige y el despacho de su padre pareciera que está siempre vacío.

Se ríe cuando se le pregunta si es verdad que todo lo que ganan los abogados en un estudio lo pierden en el campo. “Dicen”…

A los 38 años, María Gracia Cariola tiene una agenda bastante intensa, pero que sabe matizar con sus labores de madre de tres pequeñas niñas, de 4 y 2 años, que son la chochera de toda la familia.

Hace unos años confesó que, cuando era adolescente, no le gustaba nada, pero nada, el campo. Eran los tiempos en que sus padres buscaban un fundo para poder ir de vacaciones y ella encontraba que no podía haber nada más latero que ir a enterrarse a un lugar donde sólo habían vacas.

“Tenía 12 años y ellos decidían que las vacaciones eran del 15 de enero hasta, ponte tú, 3 de marzo, un día antes de entrar al colegio y teníamos que estar todos en el campo. Yo no lo podía creer, estaba convidada a la playa, donde mis amigos y decía cómo voy a pasar todo el verano en el campo”, cuenta a modo de excusa.

-¿Y?
“Bueno, hicimos una transaca. En enero yo me iba a las casas de mis amigas y en febrero –yo era como hija única- podía convidar a hartas amigas al campo… y fui feliz. Tengo los mejores recuerdos de esos veraneos”.

-Después de todo, ¿hoy el campo te queda muy lejos?
“Sí, me gustaría ir más, me queda más lejos de lo que quisiera”.

-¿Y tus hijas lo han vivido así?
“Sí, creo que sí, ellas me preguntan mamá, por qué queda tan lejos Osorno. Son de lo más acampadas que hay. Gozan el campo, es lo que más les gusta, le dan comida a los chanchos, se levantan en la mañana a buscar a los pollos, sacan los huevos, andan con las ovejas.
“Creo que van a tener una cosa que para mí es re fuerte; cada vez que llego al sur tengo la sensación de que pertenezco ahí, que está mi historia, mis recuerdos, que son bonitos. Ese es un piso bien fuerte para la vida y creo que las niñitas van a tener eso y más. Se es feliz en el campo, por algo la gente se une a él cuando lo conoce”.

-Pero tú tienes tristezas ligadas a ese campo. (Su hermano menor murió en las cercanías en un accidente carretero hace 5 años).
“Ehhhhhh… pero esas son cosas que habrían pasado en cualquier parte. Cuando la vida te va a pegar así de fuerte, los lugares no tienen nada que ver, no lo asocias. Es mucho más fuerte la pena que el lugar”.

Se estrenó como madre a los 34 años y nada menos que con gemelas. Hoy, afirma que no ha sido tan difícil compatibilizar sus roles.

“Tengo mucha suerte. Mucha. Mientras fui abogada no tenía hijos, entonces me dediqué ciento por ciento a trabajar y el tema de género no existió. Creo que si hubiera sido abogada haciendo la pega que hacía y con maternidad, habría tenido problemas, habría tenido que buscar un equilibrio que no habría sido fácil.
“El tipo de trabajo que hago desde que nacieron las niñitas es súper flexible y soy bien dueña de mi tiempo. O sea, trabajo harto, pero me organizo yo, y eso te permite entrar y salir, tú eres tu propio jefe. Si bien no tienes pre natal o post natal y trabajas desde la clínica o cuando estás enferma, lo haces desde tu casa. Es un lujo”.

-Estás en plena crianza…
“Plena crianza…” (Se cuestiona eso tratando de visualizar que sus hijas entraron recién a prekinder y le quedan 14 años de colegio).

-Y es sabido que las mujeres tienen tiempo sólo para la pega y los hijos. ¿Intentas reservarte un tiempo para ti?
“Sí. Me lo he propuesto -porque se lo oí una vez a un doctor sobre la necesidad de que las madres se preocuparan de tener un minuto para ellas porque iban a ser mejores madres y mejores profesionales- y hago Pilates casi religiosamente. Lo hago desde hace millones de años, pero la verdad es que cuando puedo; si sacara un promedio de las veces que voy en el año da como una vez en la semana (se larga a reír).
“Además, tengo un grupo de lectura”.

-¿Cómo es eso?
“Es un grupo, tenemos una profesora que era abogada y estudió literatura y hace millones de años tiene talleres de lectura”.

-¿Escritura?
“No, lectura, leemos. Leemos informadamente y comentadamente y es súper entretenido; es que a mí me gusta mucho leer”.

-¿Porque te pica el bichito de escribir?
“Cuando era chica escribía poesía. A mi madre le fascinaba eso, encontraba que era lo más romántico y femenino y cuando cumplí 18 años me regaló una máquina de escribir eléctrica. En su fantasía, se imaginaba que yo me iba a ir a la mitad del potrero, en Puyehue, debajo del roble y me iba a poner a escribir. Nunca llevé la máquina a la mitad del potrero, pero participé en concursos y me fue bastante bien.
“Como a los 25 años miré las poesías de nuevo y dije no, es mucho, lo mío es la lectura. (Entre carcajadas) La otra vez le leí a (Pedro) Gandolfo que sería tanto mejor si algunos escritores cacharan que serían mejores lectores que escritores. Yo soy una buena lectora”.
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