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La píldora mata pasiones

Dicen que tiene un montón de efectos secundarios adversos, entre ellos la disminución de la líbido, pero las pastillas siguen siendo el método anticonceptivo más popular entre las mujeres.

11 de Abril de 2008 | 09:52 |
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-Qué prefieres, ¿las pastillas o el preservativo?
“Las pastillas”.

Romina, igual que el resto de las quince mujeres encuestadas responde sin pensarlo dos veces. Por más que se hagan campañas y aparezcan al menos quince variedades de condones asequibles en la farmacia -ahí, al lado de los test de embarazo, con sabor, con textura y luminosos- parece que este método para prevenir embarazos e infecciones de transmisión sexual, además del Sida, no es muy popular en el público femenino.

En la Encuesta Nacional de Calidad de Vida y Salud, realizada en el año 2001 por el INE y el Minsal, se reflejó que la población femenina chilena tiene como los métodos anticonceptivos más usados a la píldora y al DIU (dispositivo intrauterino), representando al 14,9% y al 17%, a diferencia a del preservativo que sólo alcanzó la cifra de 2,5%.

La razón principal que dio Romina, y las otras catorce consultadas, fue la poca confiabilidad que les da el tema de que el condón se pueda romper, lo que lo deja con un 3 a 14 % de posibilidades de fracasar como método anticonceptivo, a diferencia de las pastillas, que tienen menos de un 1%, según los datos del Instituto de Medicina Reproductiva.

Sin embargo, según los estudios, un 5% de las mujeres deja de tomar la píldora, por los efectos secundarios que ésta provoca, incluyendo efectos tan graves como la trombosis. Y entre ellos, curiosamente, uno que parece ser directamente contrario al supuesto beneficio que otorga, al permitir una sexualidad plena sin el fantasma del embarazo no deseado: disminuye la líbido.
Otros enemigos
“Todos los antidepresivos producen una importante disminución de la líbido, y en mujeres que están usando al mismo tiempo anticonceptivos, el efecto es sumatorio. Hay que buscar con el psiquiatra el medicamento que menos alteración produzca. Pero, por otro lado, la depresión también es un estado en el que se provoca una gran disminución del interés sexual, junto con el de la atención o las ganas de verse bien. Entonces, ahí hay que ver qué es lo peor”, comenta la ginecóloga Cecilia Fabres.

-¿Cómo lo notaste?
“Como que ya no me urgía…”, dice Francisca.

Ya lo dijo el doctor Irwin Goldstein en un polémico estudio que se publicó en “The Journal of Sexual Medicine”, donde se aseguró que, además de suprimir el deseo, las pastillas seguirían inhibiendo la líbido, meses después de dejarlas.
La ginecóloga de la Clínica Las Condes Cecilia Fabres, revela a fondo lo que sucede con los elementos de la píldora, que por un lado, pueden traer muchos beneficios a la paciente que se medica con ella, pero que por otro, podría traer este tipo de contratiempos.

“Las dos hormonas más importantes en el ciclo de la mujer son el estrógeno y la progesterona. Todos los anticonceptivos orales son una mezcla de un estrógeno, cuya composición química es de etinilestradiol, y de un progestágeno, que es un símil de la progesterona. Este último, el progestágeno, es el que tiene distintas acciones”, comenta Fabres.

La especialista explica que el efecto de esta última hormona que ingerimos con el anticonceptivo oral varía entre una marca de pastilla y otra, y puede tener el efecto de inhibir las hormonas masculinas que podrían estar elevadas en una mujer, y que son las que en algunas provoca incomodidades como el exceso de vello, grasitud y acné.

Pero el problema está en que tanto en hombres como en mujeres, la líbido está estimulada por hormonas masculinas, “por eso es que los hombres, casi siempre, tienen mucho más que las mujeres”, dice Fabres. Y es aquí cuando aparece la falta de interés sexual.

“Le dije a mi ginecólogo que estaba pensando en el anillo, para disminuir la carga hormonal y que no me pasara eso, pero me dijo que no iba a notar la diferencia, ni siquiera cambiando las pastillas por otras. Así que lo único que me quedaba por hacer era volver al preservativo”, dice Francisca, quien hasta hoy y pese a todo, se mantiene fiel a su pequeña pastilla diaria.


En el nombre de la píldora

Pero también hay serios defensores de la píldora femenina, como el ginecólogo de la Clínica Alemana y del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, doctor Manuel Parra, quien asegura que “en los estudios donde se ha evaluado la líbido, lo que se ha visto es que no se ve afectada e incluso hay un porcentaje de mujeres, y estamos hablando entre un 3 y un 4%, en donde se ve claramente aumentada. En no más allá de un 2 a un 3% ésta disminuye”.

Y lo cierto es que aunque el profesional enumera una cantidad considerable de beneficios que el anticonceptivo oral puede provocar en el organismo de la mujer, como la disminución del riesgo de padecer de un cáncer de ovarios, cáncer de endometrio, infertilidad primaria, anemia por sangrados irregulares, dolor durante la regla, infecciones de la pelvis, acné, osteoporosis, enfermedad benigna de la mama, además de regular el ciclo, explica que una de las grandes complicaciones que puede acarrear la ingesta de hormonas es la probabilidad de sufrir una trombosis.

Pero Parra nuevamente saca la cara por el anticonceptivo hormonal y asegura que por cada cien mil mujeres que no toman anticonceptivos, pueden aparecer de dos a tres casos de trombosis, mientras que entre las que sí ingieren la píldora, la cifra aumenta a 20. “Pero una mujer que se embaraza, que es una condición normal, tiene un riesgo de 60 por 100 mil. Desde ese punto de vista, el embarazo tiene mucho más riesgo de hacer trombosis que la píldora”, comenta.

“Lo importante es que la píldora sea prescrita por un médico, no por la amiga o el farmacéutico, porque, antes de recomendarla, se debe saber cuáles son las contraindicaciones a su uso… Antecedentes personales o familiares de coágulo, de alteraciones de la coagulación, obesidad mórbida, si es fumadora de más de 15 cigarrillos y tiene más de 35 años, o si tiene un daño hepático crónico severo o hipertensión severa. Con las pastillas hay que probar, adaptar y cambiar, hasta que se llega a la combinación ideal para cada una de las mujeres”, concluye Parra.
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