Javiera Zúñiga (30 años) cambió el año pasado a su hija Emilia (9 años) al colegio Bradford. Según cuenta, desde la directora hasta los apoderados del colegio los acogieron. Sin embargo, a Emilia le costó hacer amigas, por el hecho circunstancial de que sólo había 7 niñas en su curso.
"El colegio la apoyó a través de la preocupación de su profesora jefe y también una psicóloga, que nos asesoró un poco sobre cómo ayudarla sin presión", explica Javiera.
Hoy, después de un año, Emilia está mucho más integrada, contenta e incluso se ha hecho amiga de niñitas de otros cursos. Sin embargo, su madre recuerda que el proceso no fue sencillo. "Lo principal es que los padres tengan paciencia, porque en el caso de la Emilia, avanzaba y retrocedía", reconoce.
Al igual que Javiera, este año María Isabel Cruz (33 años) cambió a su hija María José (9) al colegio Saint John's Villa Academy, donde también ingresó su hija menor María Jesús (4). Para apoyarlas en los primeros días, María Isabel incluso pidió dos días de permiso en el trabajo.
"Nos han acogido súper bien, las presentaron en una misa y curso por curso, y pronto tenemos una jornada de papás nuevos. Han sido muy integradores. Aunque igual surgen temores y el sentimiento de fracaso por tener que cambiar a tu hija de un colegio en el que creíste que iba a permanecer todo el período escolar", confiesa.
En este mes, tal como estas mamás, muchas familias se están integrando a nuevos colegios, un proceso que según los especialistas genera tensión y ansiedad, tanto en los niños como en los padres. De hecho, "los cambios son un factor de riesgo en los escolares, que puede resolverse con o sin éxito, dependiendo de las razones del cambio -traslado de domicilio, expulsión u otro- y de las medidas que se tomen para enfrentar la integración", dice la psicóloga y psicopedagoga de la U. Católica Malva Villalón.
Y si el proceso se vive con dificultad, el niño está expuesto a una mayor incidencia de "problemas de rendimiento, autoestima y relaciones interpersonales con adultos y niños, incluyendo la sensación de rechazo y el aislamiento", agrega.
El problema es que "en la mayoría de los colegios no hay políticas claras respecto de este proceso y la mayor parte de las veces funciona gracias a la buena voluntad de algunos profesores que quieren hacer más agradable la llegada de un niño", señala la psicóloga de familia Ximena Santa Cruz.
Muchos profesores "tampoco están preparados en este ámbito y no tienen horas ni estrategias adecuadas para apoyar el cambio", comenta Villalón.
| Algunas ideas |
Los padres tienen un rol fundamental para facilitar la integración de sus hijos al nuevo establecimiento:
INVITACIONES
Facilitar un espacio en la casa para que el niño pueda llevar a sus nuevos compañeros a hacer las tareas o simplemente jugar permitirá que el menor se integre socialmente, creando lazos de amistad. Así, los padres también pueden conocer y compartir con sus nuevos amigos.
ASUMIR ROLES
La psicóloga Ximena Santa Cruz recomienda que los papás se integren como secretarios o tesoreros del curso como una manera de aportar al nuevo grupo en tareas que nadie quiere asumir.
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En estos casos, el apoyo de los padres es fundamental para guiar la etapa, "preparando a los niños para que puedan contarles a sus nuevos compañeros cómo era el otro colegio y qué hacían, no desde la comparación sino compartiendo una experiencia, que es clave para la integración", recalca Santa Cruz.
Algunas técnicas
Exsisten colegios que sí disponen de un programa educativo para integrar alumnos nuevos y que incluye ciertas estrategias, como contar con un profesor tutor con el que el alumno se pueda reunir durante las primeras semanas.
También seleccionan un compañero que tenga destrezas interpersonales adecuadas para acompañar al nuevo niño, como un buen rendimiento, capacidad de ponerse en el lugar del otro y liderazgo entre sus compañeros.
Según los especialistas, también hay que considerar que el proceso se vive distinto dependiendo de la edad de los niños. Es más difícil cuando tienen entre 8 y 11 años, que es la etapa en que son más inhibidos, pero con los adolescentes se hace más fácil, sobre todo en colegios mixtos, porque hay coquetería y curiosidad por conocer al nuevo.
También puede ser más difícil el proceso cuando en el colegio hay mucha competencia o si existe mucho bullying.
En esos casos la adaptación debe ser más cuidadosa y paulatina, para no pasar a llevar las reglas de relación que ya están instaladas en el colegio.
"Es similar a cuando uno se cambia de pega, que requiere una adaptación gradual, sin ir cambiando las reglas de las relaciones. Lo mismo en los colegios, donde hay una cultura tradicional frente a los cambios. Entonces, es mejor visto el que no molesta en los primeros momentos que el que resalta demasiado", señala Santa Cruz.
Los colegios que tienen más trabajo emocional, con psicólogos y orientadores, en cambio, tienen una mejor apertura a recibir compañeros nuevos, ya que hay un contacto más amoroso.
Políticas de acogida
Algunos colegios como el San Ignacio, el Saint George y el colegio del Sagrado Corazón Monjas Inglesas, tienen políticas claras para integrar a los nuevos alumnos, incluyendo ceremonias de presentación de los nuevos estudiantes, jornadas de bienvenida o la designación de un profesor tutor con quien el alumno se reúne las primeras semanas.
Carmen Gloria Hering, coordinadora de Básica del Saint John's, cuenta que realizan una actividad formativa, para sumergir a los padres en los valores del colegio, y también tienen otra actividad lúdica, donde vienen con sus hijos a jugar, compartir y conocerse. Verónica Vergara, directora de Media del Altamira, cuenta que tienen ayuda psicológica para apoyar el cambio y que seleccionan el curso del alumno, según su afinidad, por personalidad, lo que facilita la integración.
"Que el colegio cuente con un plan de integración es un indicador de la calidad de su educación", concluye Malva Villalón.