Tan efectivas han sido las conquistas feministas luego de años de reivindicación, que la voz de los hombres parece ser cada vez menos escuchada.
Si bien se reconocen medidas como el posnatal masculino de cinco días, sí estiman que falta mucho, por ejemplo, para valorar el rol de los hombres como padres no sólo proveedores, sino también como sujetos interesados en participar en el proceso de crianza.
Así lo ha sentido Andrés López (29), sicólogo y padre de una niña de dos años, fruto de una relación pasajera. Preocupado por el destino de la niña, Andrés pidió su tuición a meses de nacida. "La madre de mi hija tiene antecedentes con drogas y por eso pedí esta medida de protección ante los tribunales de familia", dice.
Como un mantra, el profesional oyó muchas veces que "los niños tienen que estar con la madre", no obstante los antecedentes de su caso. "Yo sentía que estaba ejerciendo el derecho a mi paternidad y mi responsabilidad de velar por el bienestar de mi hija". Dice haber sido discriminado por ser hombre, tanto en el trato como en la evaluación técnica que le hicieron.
Finalmente logró la tuición en julio pasado y hoy enfrenta el conflicto de que la madre de la niña obtuvo el beneficio de visitas diarias. Eso le impide matricular a su hija en un jardín infantil, lo que, a su juicio, ha redundado en un retraso en el desarrollo de sus habilidades sociales y de lenguaje. "Si el caso fuera al revés, yo habría recibido visitas cada quince días".
"Se nos ha excluido de los procesos de cambio que ya están en marcha", opina el sicólogo Roberto Celedón Bulnes, director del Centro Familiar de Quinta Normal de la Fundación Rodelillo. "No hay políticas públicas que integren a los hombres con la salud sexual, la anticoncepción o la paternidad adolescente. De hecho, se habla sólo de embarazo adolescente, donde el padre sigue ausente".
Papá en casa
| Punto de quiebre |
Las demandas que enfrentan hoy los hombres, según el sociólogo José Olavarría, son críticas respecto de la supervivencia de las familias.
El experto cita que entre 1990 y 2006 en Chile, las familias casadas disminuyeron de 64% a 47,8%, mientras se incrementan los convivientes (de 6,1% a 14,9%), los anulados y separados (7,4% al 10,5%) y los/as solteros/as (11,9% al 17,2%). A su juicio, esto demuestra que "hay una parte de la estabilidad de los núcleos familiares que no son sustentables".
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Entre los temas "invisibles" de la agenda masculina, el sociólogo José Olavarría -investigador de la Corporación de Estudios para el Desarrollo de la Mujer- destaca la preocupación de algunos hombres por compatibilizar trabajo y hogar. "Hoy tenemos menos conyugalidad y menos núcleos familiares sustentables, por lo tanto es evidente que si quiero darle sustentabilidad a mi familia, lo que hoy día necesito es tiempo para estar con mi mujer y mis hijos. Es decir, condiciones laborales que flexibilicen el mercado", explica.
Al respecto puntualiza que esto no sólo se remite al ámbito del consumo, sino también a la posibilidad de desarrollar una vida de familia. De allí la preocupación por traducir esta preocupación en iniciativas legales que limiten la jornada diaria de trabajo o las de fin de semana.
Es el dilema que enfrentó el arquitecto Marco Barrientos (32), casado, frente al nacimiento de su primer hijo, hoy de un mes y medio de vida. Su trabajo como independiente, en casa, le permite cuidar y jugar con su niño todos los días. "Me quita tiempo atenderlo, pero eso lo asumo. Encuentro un beneficio mucho mayor estar con él que ir a una oficina con horario y todo lo que eso implica", dice.
Frente a la posibilidad de un trabajo mejor remunerado que lo obligue a salir de casa, se muestra cauto. "Si me ofrecieran un buen sueldo, claro que lo pensaría porque está en juego la estabilidad", pero, al mismo tiempo, "no quiero perderme los momentos importantes de mi hijo, como su primera risa. Ya lo echo de menos cuando tengo que salir por corto tiempo", confiesa.
Hombres violentos
Olavarría y Celedón coinciden en la importancia de que el femicidio y la violencia intrafamiliar se hayan "visibilizado" en Chile. No obstante, consideran que es urgente generar un debate público sobre las causas de la violencia. Para Olavarría, hay una profunda creencia de que todos los hombres son violentos y que no hay salida a ese mandato "biológico".
"Una de las grandes razones de por qué los hombres golpean a las mujeres se refiere a que el hombre siente que la mujer 'le falta el respeto'. Cuando ese hombre entienda que son otras las formas de relacionarse con su mujer, que ella no le pertenece por el hecho de tener una relación de pareja y que, por ende, por eso no puede golpearla o matarla, recién en ese momento esa causal de violencia empezará a desaparecer", explica.
Por eso el cambio debe ser temprano, arguye Celedón. "El bullying en las escuelas, donde participan hombres y mujeres, está marcando una señal de alerta", dice. "No son temas aislados", aclara.