Nació en Santiago, un día de 1973. El diseño, el arte y la moda eran temas más que habituales dentro de su familia, por lo que se crió hablando ese idioma. Su mamá era diseñadora y su papá empresario textil y pese a que se separaron cuando él y su hermana Constanza eran muy pequeños, una fuerte influencia venía por ambas partas y marcó sus infancias.
“Tengo ene recuerdos de paseos familiares los sábados en la mañana ya sea a galerías de arte o museos y no sabes cómo agradezco que no haya sido el típico paseo al mall de ahora. Siempre tuvimos una vida cultural relacionada al diseño súper potente y en un entorno súper diseñado; mi casa siempre se transformaba, me sentía orgulloso de lo linda que era y sin esa culpa de preocuparse de lo que antes se tomaba como banal o superficial; que nos preocupáramos de eso. Nunca tuve esa culpa, porque siempre fue tan importante como comer el vivir en un espacio bonito y vestirse bien”.
Dice que pese a haber estudiado en un colegio tan estructurado y tradicional como el Verbo Divino, la formación de su casa le entregó “otra visión de las cosas y más libertad”. “Hay gente que se da cuenta muchos años después que le gusta este cuento porque quizá le metieron en la cabeza que era frívolo, por la época, no sé, del Gobierno Militar, que había parámetros a seguir, reglas. Para nosotros saber de arte, viajar, era parte de nuestras vidas, entonces siempre me he inclinado por ese lado”.
-Todavía viajas mucho, me imagino.
“Sí, viajo a ver ferias y lo que está pasando afuera. El año pasado fui a las ferias de Buenos Aires, Sao Paulo y Milán. Es entretenido ver qué está pasando, las líneas del diseño italiano y la adaptación sudamericana, ver las diferentes tendencias y todo e ir sacando ideas”.
-¿Entonces viajas más por pega que por gusto?
“Voy también de paseo, me encanta viajar, por mí viajaría todo el año. El año pasado me fui un mes a pasear por Berlín, Bruselas, Ámsterdam, porque sí nomás, tenía ganas de recorrer, no por pega. Igual así puedo ver lo que está pasando y rescatar la estética de las ciudades”.
-¿A cuál ciudad vuelves siempre?
“Me encanta cambiar pero siempre voy a Nueva York, es exquisito. Y ahora voy a Londres, a hacer un circuito”.
-¿Tienes algún vicio privado, que no sea viajar ni que tenga que ver con lo que haces?
“Uf, difícil. Lejos mi peor vicio es coleccionar cosas, de todo. No tengo límites cuando se me pone algo entre ceja y ceja”.
-¿De todo, cómo qué?
“Desde cuadros, hasta tazas… Soy demasiado coleccionista, medio fetichista. ¡Si hasta me invento colecciones para tenerlas!”
-¿Y dónde metes tanta cosa?
“Por suerte vivo en una casa grande pero igual está plagada de cosas, repleta. Aunque siempre encuentro algún lugar donde desahogar esta ansiedad de guardar cosillas”.
-¿Y te las regalan también o siempre las compras tú?
“No, también me regalan harto. Recién me dieron unas tazas de la colección Versace y como que las atesoro. Pero en general, si algo me gusta, voy por él… no tengo límites”.
