"Comprar artesanía no es como comprar cosas en serie, repetidas y más baratas; aquí cada producto tiene su valor porque es único", explica Paula Phillips, socia de Color Tierra.
Hace dos años esta empresaria se dio cuenta de que detrás de la artesanía chilena había un mundo por descubrir. Recorrió el norte y el sur del país, visitando a los artesanos en sus ciudades y pueblos; observó las materias primas y los productos y se llevó una grata sorpresa.
"Nos dimos cuenta de que hay miles de artesanos en Chile que se han destacado mucho. Por ejemplo, trabajamos con un artesano de Tierra del Fuego que expone en París y uno que hace fieltro y que expone en Londres", explica.
Tras el recorrido (que en el norte incluyó Iquique, Arica y Atacama, y en el sur, Chiloé, Puerto Varas y Puerto Montt, entre otros), la empresaria decidió invertir alrededor de $20 millones para echar a andar Color Tierra.
Junto con su socia, la diseñadora Sofía Valenzuela, pensaron en una empresa que fuera "un punto de encuentro entre los artesanos y los extranjeros que visitan el país".
Productos únicos
Las artesanías que están en Color Tierra cumplen tres requisitos: son hechas a mano, con materias primas chilenas, y únicas.
Por esto, las empresarias viajan constantemente por Chile, buscando los trabajos que den con el perfil, con la premisa de no imponer diseños ni estilos a los artesanos, porque "son ellos los que tienen el talento".
A un año de funcionamiento ya tienen más descubrimientos. "Hay un nicho interesante, el de la mujer chilena mayor de 35 años que tiene dinero para concretar sus gustos y tiempo para dedicar a la decoración de su casa", comenta Paula Phillips. Para este segmento ofrecen esculturas y telares, que en las salas de estar están reemplazando a los tradicionales cuadros.
Han participado en la decoración de un hotel en el norte y de dos barcos de lujo en el sur del país.