Conversar con Mauricio Purto resulta casi una experiencia mística. En su oficina, ubicada en la Comunidad Ecológica de Peñalolén (cómo no), sólo se respira paz y armonía. También el humo de sus inciensos y tabaco que fuma lentamente. Casi tan lenta y pausada como su manera de hablar. Porque cada vez que responde una pregunta, pareciera que se transporta a cada uno de los lugares donde ha viajado a lo largo de su oficio como montañista, lo que complementa con diversas fotos y videos de sus múltiples viajes por el mundo.
Como todos los años desde 1998, presentó una nueva temporada de la serie-documental “Cumbres del mundo” (domingo, 18:30 por TVN). Esta vez, se internó en el cruce de Los Andes, para mostrar cómo fue una de las mayores hazañas de la historia militar mundial. También llegó a la Ciudad de los Césares en la Patagonia argentina y ascendió la montaña sagrada de los sherpas en el Tíbet y el monte del Olimpo en Grecia.
“A Grecia llegamos hasta donde vivían los dioses y controlaban el destino de los hombres. Fuimos a preguntarnos si existe o no el destino, si está todo escrito o todo es azar. Una pregunta difícil, porque son decisiones e influye la voluntad, el libre albedrío, el movimiento o las necesidades…”.
-¿Y llegaron a alguna conclusión?
“No existe respuesta para esa pregunta, pero cuando llegué a la cumbre, dije (y muestra el video):
‘es azar y voluntad’”.
A diferencia de otras temporadas, Purto decidió llevar como acompañante a dos de sus hijos (Saray de 14 años y Luciano, de 15), en vez de “bellas actrices como Antonia Zegers”.
“Siempre he subido montañas con ellos desde que son niños, pero esta es la primera vez que trabajo con ellos. Es una experiencia que queda para siempre. Preferí ir con ellos, algo más orgánico, no sé cómo explicarlo. Con la Antonia lo pasé muy bien, fue una gran compañera, pero ahora fue mamá, sino hubiera ido igual con ella, pero se me ocurrió esto para ver qué pasaba y resultó muy bien”, explica.
-¿Después de esto qué se viene en el programa?
“Estoy abierto a todo. La idea es seguir contando historias de montañas y hay tantos lugares que tengo ganas de ir, como África y también algunas montañas de Norteamérica, a la selva amazónica, Persia. Ojalá pueda hacerlo toda la vida, pero depende de estar sano y tener la fuerza, porque no depende solo de la voluntad, ahí también está el azar y esa fue la lección que saqué del último viaje”.
-¿Cómo es la recepción del público? ¿Cómo resiste un programa así?
“Es un proyecto educativo, para transmitir cultura, la idea es contar historias que tengan como escenario o desenlace las montañas. No es un programa sólo de montañismo, sería como decir que los programas de Jacques Cousteau son sólo de buceo. La temporada anterior nos fue muy, sacamos un punto menos que la teleserie y tenemos un gran rating comercial. Es una apuesta poner al aire un programa cultural que no sea fome, por eso mezclamos la cultura con el nervio de la aventura, ese es nuestro slogan”.
-¿Ése es el gancho?
“La apuesta es contar historias y entregar conceptos sin caer en lo académico, en lo docto, en lo frío, que no haya frialdad y en eso Cousteau era un maestro; buceaba con los tiburones, pero al mismo tiempo contaba una historia. Esto es lo mismo. Una vez me dijeron que tenía que ser el ‘Cousteau de la montaña’ y me pareció estructurado pero tenían razón. Mostrar todo el rato escaladas sería difícil, tiene que tener un agregado y esa es la historia”.
-¿Por eso se diferencia de otros programas de viaje?
“Por ejemplo, “La ruta” (también de TVN), me entretiene mucho por conocer lugares nuevos, es fascinante, colorido, exótico, pero el viaje es lineal. Acá, además de eso tienes que subir un cerro y meterte en lugares. Hay road movie en los dos, pero en éste, el sello es el viaje a la montaña. La apuesta es que la gente conozca los últimos paraísos de la tierra, porque las montañas siempre están protegidas de la mano del hombre que invade la naturaleza, por su distancia, inaccesibilidad. Al mostrar eso también lo estás protegiendo”.
-¿Qué te ha entregado a ti el programa?
“Que en los viajes cambia el tiempo y está el tema de no poder conservar el monopolio de la verdad porque con las diferentes culturas hay un enfrentamiento de la realidad, porque te encuentras con otras formas, otras estructuras que funcionan. Eso amplía tu paradigma y es muy importante en la evolución de uno como ser o sino te cristalizas. En eso me ayudó mucho atreverme, el miedo nos ata a experiencias de crecimiento, a ver más y a renunciar a las estructuras. La verdad va más allá de las religiones y políticas, es una sola. Buscarla es potente”.
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