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Soluciones que fomentan el individualismo

23 de Mayo de 2008 | 09:33 |
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Una familia: los padres, tres hijos y la abuela; distintas edades y, por cierto, distintas necesidades e intereses. Hasta ahora habían decidido tener sólo un televisor en la sala de estar como un espacio familiar.

Con el tiempo, las discusiones por el control remoto se han agravado: la teleserie está llegando a su final, el partido de tenis va a comenzar, la serie musical está "imperdible" y es la hora de la cena.

Cada uno y cada una siente legítimamente que su deseo es válido, que lo "necesitan" y se lo merecen: los hijos han estado esperando el programa, los padres han tenido un día agotador y la abuela espera con ansias el momento de la cena.

Discuten, se enojan y no hay acuerdo, y el "momento de relajación y de agrado" pasa a ser de "tensión y desagrado".

No es una situación fácil de resolver, salvo optar por lo más sencillo: duplicar y triplicar el número de televisores. Pero esta última solución pierde el valor de vivir en comunidad, negociar, compartir y aprender a ceder todos un poco, por el otro.

La televisión es sólo un ejemplo. Hoy cada "bien" se ve rápidamente multiplicado de acuerdo al número de integrantes que componen la familia (computadores, teléfonos, secadores de pelo, horarios de comida, etc) como la solución a los "desacuerdos". Al costo monetario de este camino, hay que agregar el costo de convivencia y desarrollo de habilidades socioafectivas y éticas.

Si la solución que adoptamos es multiplicar el bien de acuerdo al número de integrantes de la comunidad, no tendremos oportunidades de interiorizarnos de los intereses del otro, dialogar, transar. Tampoco tendremos oportunidad de reconocer intereses comunes en un mismo programa de televisión y por sobre todo, olvidaremos el valor del bienestar que nos da estar en compañía con los otros.
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