Siguiendo la tendencia de su época, la reina Victoria tenía dormitorio separado del de su marido, el príncipe Alberto. Sin embargo, cuenta la leyenda que cuando ella quería pasar la noche con él, dejaba una fuente con naranjas en su puerta, lo que, según el personal del Palacio, ocurría casi todas las noches.
Obviando las naranjas, un siglo después la opción de dormitorios separados se ha ido haciendo cada vez más habitual en países como Estados Unidos y Gran Bretaña, donde la Asociación de Constructores de Viviendas estima que en 2015 el 60% de las casas se mandarán a construir con dos dormitorios principales.
En Chile, en tanto, "esta es una situación más frecuente de lo que las parejas se atreven a admitir", dice Javier de Gregorio, psicólogo del Centro del Sueño de Santiago.
Las razones de cada pareja son variadas. Algunas tienen que ver con trastornos del sueño y en otras se trata de una opción para mantener espacios de independencia e intimidad.
Vente para acá
Este último es el caso de Marcela (41 años), quien estuvo casada 10 años viviendo en piezas separadas. Aunque ya no están juntos, ella no duda en recomendar este sistema. "Antes de casarnos, cada uno llevaba más de una década viviendo solo y nos había gustado la experiencia de tener un espacio propio".
La situación no sólo era ideal cuando había peleas o uno tenía que estudiar o trabajar hasta tarde. "También permite replantearse la relación todos los días, en el sentido de invitarse, de visitarse, de combinar espacios", cuenta. "A veces hasta nos llamábamos por teléfono o nos mandábamos mensajes de texto con un 'vente pa' acá'. O si había una pelea, también lo hacíamos", recuerda.
La psicóloga de parejas Diana Rivera señala que "cada vez más personas están buscando estar en pareja en formas que les acomoden, lo que implica abrirse a distintas alternativas y adaptaciones que no tienen por qué ser tan rígidas".
| Experiencias |
FERNANDO
a punto de separar pieza debido a sus ronquidos
"Lo único que me preocupa es la imagen que le podamos dar a los niños por dormir separados. La primera impresión que daba cuando yo me iba a dormir a otra cama es que era una situación de pelea. Y efectivamente, en ese minuto lo era (a causa de los ronquidos). Pero ahora no va a ser así, va a ser un acuerdo".
MARCELA
vivió 10 años en piezas separadas
"Lo recomiendo. Si uno estaba acostada, leyendo o viendo televisión, el otro llegaba a invitarlo. Permite un pololeo cotidiano, una conquista diaria. No hay una obligación de estar juntos".
DIANA RIVERA
psicóloga especialista en parejas
"Esta tendencia la estoy viendo más en personas que tienen una cierta flexibilidad respecto de sus normas de convivencia. Antes, una pareja que separaba pieza era sinónimo de conflicto. Ya no es así. Ahora hay una tendencia a buscar el bienestar de los dos. Y se adoptan formas que den cabida a los intereses de ambos". |
Cuando hay trastornos del sueño, esta capacidad de adaptarse se pone a prueba a veces de forma extrema.
La doctora Julia Santin, neuróloga del Centro Médico del Sueño de la U. Católica, estima que "el 20% de las parejas que llegan a consultar porque el hombre ronca con apnea ya han separado cama o pieza, pero un porcentaje mayor quiere evitar llegar a esto".
De Gregorio explica que "aunque para el roncador la calidad del sueño no es la óptima, quien peor lo pasa es su pareja, porque su sueño se interrumpe a lo largo de la noche, lo que se exacerba cuando la persona está sometida a tensión o estrés".
Fernando y su mujer lo saben. Con casi 30 años de matrimonio, hace un año y medio él comenzó a roncar ruidosamente, lo que los llevó a separar camas dentro de la misma pieza.
"Al principio ella me movía, me pegaba patadas, me gritaba y al día siguiente andábamos los dos enojados", cuenta Fernando.
Aunque confiesa que "al principio le bajé el perfil al problema y pensaba que eran locuras de ella y que no era para tanto", inició un tratamiento para su apnea. Sin embargo, éste no ha sido totalmente efectivo, por lo que dentro de poco van a dividir en dos su dormitorio.
"Ahora entiendo lo que le pasa a ella y su mal genio a raíz de esta situación. Por eso estoy de acuerdo con esta solución", dice.
La doctora Santin señala que la situación donde la capacidad de dormir juntos está más puesta a prueba es "cuando uno es roncador y el otro tiene insomnio". Pero también es complicado cuando uno tiene el síndrome de piernas inquietas o cuando los relojes biológicos están descoordinados y uno se queda dormido a las 9 de la noche mientras que el otro recién a medianoche empieza a sentir sueño.
Los expertos señalan que en estos casos seguir durmiendo juntos es posible con sencillas estrategias o cambios de hábitos. Si, pese a todo, los conflictos continúan, De Gregorio sugiere analizar si hay algún conflicto más de fondo que esté afectando a la pareja, su comunicación o su intimidad.
En busca de acuerdos
Cuando los ronquidos impiden el descanso de uno de los cónyuges, el principal problema de pareja se da porque el roncador suele desestimar la queja del otro. Por eso, dice la psicóloga Diana Rivera, lo primero que debe hacerse es "considerar que se trata de una queja real y en un ámbito tan relevante como es el descanso".
Una vez que se toma conciencia que el problema es de los dos, agrega, la pareja se allanará a buscar soluciones. La doctora Santin señala que consultar a un experto es clave para lograr el tratamiento adecuado, lo que puede ir desde bajar de peso y no tomar alcohol de noche, hasta el uso de dispositivos que reduzcan el ronquido o cirugías en los casos más extremos.