Con más de dos décadas de sacrificado teatro independiente en el cuerpo, recién hace unos años Julio Milostich descubrió las bondades y también dificultades del mundo de la televisión. Si bien ya dejó de lado los sentimientos encontrados que le producía este medio, sigue siendo un ferviente defensor del teatro independiente, su gran pasión.
Oriundo de Punta Arenas, cuando cursaba quinto básico en el colegio tuvo su primer acercamiento con las tablas. “Alguien preguntó en clases quién quería meterse al taller de teatro y sólo yo levanté la mano. Y después de mi primer curso me enamoré y nunca más paré hasta hoy día. Fue un amor tremendo, algo necesario para vivir y existir”.
Gracias a su precoz talento teatral lo becaron en uno de los mejores colegios de su ciudad natal, el San José y cuando egresó, los mismos curas de la institución lo alentaron y apoyaron económicamente para que emigrara a la capital para perfeccionarse. “Ellos me ayudaron, o sea, qué más le puedo pedir a la vida si era y es mi gran vocación”.
Una vez en Santiago tuvo que hacer de todo un poco para poder costearse su estadía, desde cantar en las micros hasta hacer de DJ y mozo. “Pero tampoco eran cosas que no me gustaba hacer, suena como si fuera el pobrecito, pero yo lo pasaba chancho cantando en las micro. Era la parte romántica de la historia de esos tiempos, que no eran buenos, entonces por un lado hacía teatro y por otra luchaba por el cambio y fue un momento muy entretenido de mi vida y daría cualquier cosa por volver a repetirlo, me encantaría”.
-¿Y el cambio de Punta Arenas a Santiago fue muy fuerte?
“O sea, yo nunca había salido ni a la esquina, entonces me pusieron los pasajes para Santiago y yo casi me muero, era como el sueño del pibe y nunca nadie de mi familia había salido del sur. Entonces cuando llegué me encontré con este monstruo y recibí 35 grados de calor en marzo, de andar en trineo allá todo el año, fue muy fuerte. Pero empecé a abrirme caminos, fui a mi primer día de escuela de teatro y cuando llegué vi un grupo de gente afuera porque justo se había suspendido la carrera. El sueño de mi vida ¡y no la iban a impartir! Entonces nos juntamos los alumnos que quedamos fuera y empezamos un periplo por Santiago para ver dónde nos podían aceptar y éramos como 40 tipos. Al final terminé en la Escuela de Arte Dramático, aunque no me titulé porque conocí gente y me puse a trabajar”.
Fue así que con sus eternos compinches Alejandro Trejo, Mateo Iribarren y Max Corvalán, se embarcaron en la azarosa aventura del teatro independiente, del que nunca más se apartó.
Entre medio, intentó probar suerte en TV. Una de sus primeras incursiones televisivas fueron casi anecdóticas: en los inaugurales episodios de “Mea Culpa” por los noventa. Luego, quiso integrarse al elenco de la teleserie “Iorana” de TVN, porque sabía que se grabaría en Isla de Pascua, pero no quedó en el casting. “Después de eso, me piqué, pero me olvidé y nunca más acerqué mi caracho por la TV”, cuenta entre risas.
Hasta que en 2005, una ejecutiva de Canal 13 lo vio actuar en una de sus tantas obras y lo tentó para participar en “Hippie”, en la que debutó, nada más ni nada menos que como el amante de Carolina Arregui. “Me costó enganchar, fue difícil, era algo nuevo para mí y más encima me tocó actuar con la Carola. Imagínate, cuando el director me lo dijo quedé loco, le pregunté: '¿Estás seguro de que quieres que actúe con ella?' pero me ayudó mucho, es raro encontrar malos compañeros, hay de todo pero por lo general prima la buena gente, nos apoyamos, es un ambiente súper rico, sobre todo ahora”.
-¿Y en un principio tenías esos típicos prejuicios del actor de teatro hacia el frívolo mundo de la tele?
“Absolutamente, pero más que nada siempre he sido crítico por la situación del teatro independiente, creo que es súper injusto y son muy pocas las instancias a las que se puede acudir para poder montar una obra que, en general, se hacen a pulso. Me tocó hacer muchas de la nada y ganando nada, sólo sintiendo el orgullo y felicidad de estar haciendo teatro y del bueno. Pero eso es lo que me produce urticaria, o sea, por qué no hay más posibilidades, instancias económicas a las que puedan optar los actores para poder montar sus obras. Si en el teatro independiente está todo, lo mejor del teatro chileno; las nuevas tendencias y una evaluación súper buena de lo que está pasando con el teatro joven.
“Pero me he dado cuenta de que también se trabaja mucho en TV y lo bueno es que se gana plata, en un año puedes ganar lo que ni en diez años de teatro puedes soñar. Entonces es una brecha súper larga e injusta. Me gustaría que la torta se repartiera más equitativamente”.
Se pone aún más serio y agrega: “Creo que el gobierno de la Concertación ha hecho bastantes cosas por eso y la Paulina Urrutia como ministra también, pero hay que hacer aún más porque en la cultura de los pueblos está la clave de las cosas y en Chile hay muchos buenos actores y buen teatro, es cosa de ver el teatro a mil, lo que pasa en las calles, las salas underground, es espectacular”.
-¿Te proyectas en la TV?
“Me gustaría, por una parte importante que es la económica, aunque estoy preparado porque la tele se puede acabar mañana. Pero tengo mi vida en el teatro y si he vivido 22 años de eso, por qué no podría seguir haciéndolo. La tele es rica, he tenido un súper buen pasar, he hecho cosas que antes a lo mejor no podía, pero se puede acabar mañana o no, no sé, pero estoy preparado para ese momento. Mi contrato dura hasta fin de año y tendrán que evaluarlo por los resultados de la teleserie, pero estoy tranquilo, la tele no me quita el sueño”.
-Ya se te ve muy metido en este mundo, con sus códigos y todo.
“Sí y jamás lo imaginé pero si soy el protagónico de la teleserie nocturna sería un imbécil si no me preocupara por el rating. Pregunto todos los días, para qué te voy a mentir”.
-¿Además del malo y el prócer de la patria, qué otro personaje te gustaría interpretar?
“Muchos, pero estoy disfrutando lo que hago ahora. Es muy entretenido hacer de malo, mucho más que hacer el héroe romántico de la historia, de todas maneras. Hasta acá estoy muy contento y satisfecho y los que vengan serán bienvenidos”.